viernes, 5 de diciembre de 2025

DOMINGO II DE ADVIENTO - CICLO A

 

DOMINGO II DE ADVIENTO - CICLO A

Domingo 7 de diciembre de 2025    

 PRIMERA LECTURA:

"Juzgará a los pobres con justicia” (Isaías 11, 1-10)

Lectura del libro de Isaías.

·       - En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,

    y de su raíz florecerá un vástago.

·        -Sobre él se posará el espíritu del Señor:

    espíritu de sabiduría y entendimiento,

    espíritu de consejo y fortaleza,

    espíritu de ciencia y temor del Señor.

·      - Lo inspirará el temor del Señor.

- No juzgará por apariencias

    ni sentenciará de oídas;

    juzgará a los pobres con justicia,

    sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;

    pero golpeará al violento con la vara de su boca,

    y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.

·       La justicia será ceñidor de su cintura,

    y la lealtad, cinturón de sus caderas.

·       Habitará el lobo con el cordero,

    el leopardo se tumbará con el cabrito,

    el ternero y el león pacerán juntos:

    un muchacho será su pastor.

·        - La vaca pastará con el oso,

    sus crías se tumbarán juntas;

    el león como el buey, comerá paja.

·       -  El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente,

    y el recién destetado extiende la mano

    hacia la madriguera del áspid.

·       Nadie causará daño ni estrago

    por todo mi monte santo:

    porque está lleno el país del conocimiento del Señor,

    como las aguas colman el mar.

·        Aquel día, la raíz de Jesé será elevada

    como enseña de los pueblos:

    se volverán hacia ella las naciones

    y será gloriosa su morada.

Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente” (Salmo 71)

R.  Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.

V.  Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. /R. 

V.  En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;

domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. /R.

V.  Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. /R. 

V.  Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. /R. 

 

SEGUNDA LECTURA:

"Cristo salva a todos los hombres” (Romanos 15, 4-9)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos: Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: «Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre».

Palabra de Dios.

 

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Toda carne verá la salvación de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO:

"Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mateo 3, 1-12)

+  Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Por aquellos días, Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

Palabra del Señor.

LA CAJA DE LA NAVIDAD

VER. –

El mito griego de Pandora nos cuenta que Zeus le entregó una caja, con instrucciones de no abrirla, pero Pandora, por curiosidad, la abrió. La caja contenía todos los males para la humanidad (enfermedad, tristeza…) que se esparcieron por el mundo. Pandora cerró rápidamente la caja y en ella sólo quedó la esperanza, que estaba al fondo, para que las personas pudieran sobrellevar esas desgracias. De este mito surgió la frase: ‘La esperanza es lo último que se pierde’.

 JUZGAR. –

Para la mayoría de la gente, la Navidad se reduce a esos elementos visibles, a los adornos, regalos, comidas y cenas, reuniones familiares… sin ninguna referencia a la fe cristiana, que es el origen de la Navidad. Estos elementos son como cáscaras vacías y por eso no es de extrañar que mucha gente sufra durante estos días, porque los males de la caja de Pandora están muy presentes en sus vidas, y en el mundo, y en su ‘caja de la Navidad’ no hay rastro de esperanza, porque no está Dios.

Este segundo domingo de Adviento nos hace una llamada a que, al abrir nuestra ‘caja de la Navidad’, no olvidemos buscar en ella la esperanza. La 1ª lectura nos ha ofrecido la visión de Isaías que se producirá “en aquel día”, en el que desaparecerá el dolor y sufrimiento y que traerá la deseada paz y justicia; pero ese futuro de felicidad viene gracias a ese “vástago” sobre el que “se posará el espíritu del Señor”, y que es Jesús, el verdadero Mesías de Dios.

En el Evangelio también hemos escuchado la llamada a la esperanza que hace Juan el Bautista: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos…”. Y Juan el Bautista deja claro que esa esperanza no es un mero sentimiento, sino una Persona: “El que viene detrás de mí es más fuerte que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…”.

El Jubileo de la Esperanza ha entrado en su etapa final, pero lo que significa no termina, siempre hemos de ser ‘Peregrinos de Esperanza’, como indica su lema. Por eso, hemos de seguir teniendo presente, particularmente en estos días de Adviento, lo que se nos dice en la Bula de convocación:

«Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad». (1)

Puesto que, siguiendo con el ejemplo del mito griego, los males que liberó Pandora siguen afectándonos negativamente, el Adviento es una llamada a sacar la esperanza de nuestra ‘caja de la Navidad’. Una esperanza que no es sentimentalismo, ni un deseo indefinido de felicidad, como nos repetimos en estas fechas, ni una confianza ilusoria en que ‘todo irá bien’. La esperanza que contiene nuestra ‘caja de la Navidad’ es la que anunció Juan el Bautista: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que anunció el Evangelio, murió en la Cruz y Resucitó, y que nos bautiza con Espíritu Santo. Y «la esperanza se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo. El Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida». (3)

  ACTUAR. –

«La vida cristiana es un camino, que necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús». (5) Y uno de esos momentos fuertes es la Navidad; por eso necesitamos prepararla bien, con esperanza, durante el Adviento.

Los males liberados de la caja de Pandora siempre van a estar presentes en nuestro mundo y en las personas; por eso nosotros necesitamos liberar la esperanza de nuestra ‘caja de la Navidad’. Que todos los elementos externos nos ayuden a tener bien presente a Quien da sentido a estas fiestas: el Hijo de Dios hecho hombre, que nace entre nosotros. Que el Espíritu Santo nos haga vivir el tiempo de Adviento como lo que es: un tiempo de espera y un tiempo de esperanza, para «que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos y tierra nuevos donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos». (25)


 



viernes, 28 de noviembre de 2025

I DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A

I DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A

Domingo 30 de noviembre de 2025


 

PRIMERA LECTURA:

"El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios” (Isaías 2, 1-5)

Lectura del libro de Isaías.

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sion saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén». Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Vamos alegres a la casa del Señor” (Salmo 121)

R.  Vamos alegres a la casa del Señor.

V.  Qué alegría cuando me dijeron: ¡«Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. /R. 

V.  Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. /R

V.  Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». /R. 

V.  Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. /R.

 

SEGUNDA LECTURA:

"La salvación está más cerca de nosotros” (Romanos 13,11-14a)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos: Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO:

"Estad en vela para estar preparados” (Mateo 24, 37-44)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

“TIEMPOS Y MODOS VERBALES DE DIOS”

VER. -

En nuestro día a día, coloquialmente utilizamos de modo inconsciente los tiempos y modos verbales sin detenernos a analizarlos gramaticalmente, y podemos caer en incorrecciones de expresión. Por eso de vez en cuando conviene repasarlos. Los tiempos verbales (pasado, presente o futuro) señalan cuándo ocurre una acción, y los modos verbales (indicativo para hechos reales, subjuntivo para deseos o hipótesis, imperativo para órdenes) manifiestan la actitud del hablante ante la acción. Su buen uso permite que nos expresemos correctamente y los demás nos entiendan.

 

JUZGAR. –

La celebración de hoy contiene una triple dimensión: iniciamos el tiempo de Adviento, con lo cual iniciamos también un nuevo año litúrgico, y además, retomamos el Evangelio según san Mateo como guía para la Eucaristía dominical. Todo ello nos puede ayudar a que esta celebración suponga el comienzo de una nueva etapa en nuestra vida como discípulos, apóstoles y santos.

Y, para ayudarnos en este comienzo, las lecturas que hemos escuchado nos han ofrecido algunos tiempos y modos verbales de Dios, que debemos tener en cuenta:

En la 2ª lectura nos ha hablado del presente, de reconocer “el momento en que vivís, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe”. No debemos comenzar el Adviento, el nuevo año litúrgico, como una mera repetición de lo que hemos hecho y celebrado anteriormente; la fe, la vida cristiana, supone un progreso, un camino hacia la meta de la salvación.

En el Evangelio nos ha hablado de un pasado: “En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban… y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos”. Ese pasado podría ser nuestro pasado y también nuestro presente: unas veces, porque vivimos tan absorbidos por los trabajos y preocupaciones cotidianas que no nos queda tiempo para plantearnos el rumbo de nuestra vida; otras veces, porque vivimos muy despreocupados y sólo nos interesa el futuro más inmediato, hasta que ocurre algo que nos ‘despierta del sueño’, como decía san Pablo en la 2ª lectura.

Pero, sobre todo, este primer Domingo de Adviento nos habla de futuro. En la 1ª lectura la “visión de Isaías” nos decía que “en los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor... Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos… Él nos instruirá en sus caminos… juzgará… será árbitro… De las espadas forjarán arados… no se adiestrarán para la guerra”. No es un simple deseo, una ilusión, un ‘sueño’, sino que es lo que ocurrirá, es el futuro que Dios tiene preparado para todos.

No olvidemos que todavía seguimos celebrando el Jubileo de la Esperanza. Y, como se dice en la Bula de convocación: «Nosotros, en virtud de la esperanza en la que hemos sido salvados, mirando al tiempo que pasa, tenemos la certeza de que la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se dirigen hacia un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orientan al encuentro con el Señor de la gloria». (19) Por eso, cuando las circunstancias personales, sociales, económicas, políticas… nos hacen temer un futuro incierto, Dios nos ofrece el Adviento para mirar más allá, hacia el futuro cierto que nos ha revelado en su Hijo hecho hombre, muerto y resucitado, que es la esperanza que no defrauda.

ACTUAR. –

De ahí que, en este primer Domingo de Adviento, Dios nos dirija también varios imperativos: En la 1ª lectura: “Venid, caminemos a la luz del Señor”. Que toda nuestra vida, iluminada por la fe, no sea estática sino dinámica, que dejemos de una vez la comodidad y el apoltronamiento. En el Evangelio: “Estad en vela… estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”. El caminar cristiano no consiste sólo en ‘hacer cosas’, hay que tener el espíritu despierto, atento, porque como decimos en el Prefacio III de Adviento, «El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la esperanza dichosa de su Reino». En cualquier momento, persona o acontecimiento, podemos vivir por la fe el encuentro con el Señor. Por eso, san Pablo nos daba otro imperativo: “Dejemos las obras de las tinieblas… Revestíos más bien del Señor Jesucristo”.

Que este Adviento y nuevo año litúrgico nos ayude a conjugar en nuestra vida los tiempos y modos verbales de Dios y a revestirnos de Cristo en nuestra vida cotidiana, para que su presencia impregne todas las dimensiones de nuestra vida, y así caminemos hacia el futuro de Dios. 




 

jueves, 20 de noviembre de 2025

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL MUNDO - CICLO C

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL MUNDO - CICLO C

Domingo 23 de noviembre de 2025

 

PRIMERA LECTURA:

"Ellos ungieron a David como rey de Israel” (2 Samuel 5, 1-3)

Lectura del segundo libro de Samuel.

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron: «Hueso y carne tuyos somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Vayamos alegres a la casa del Señor” (Salmo 121)

Ø R.  Vamos alegres a la casa del Señor.

Ø V.  ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. /R. 

Ø V.  Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. /R.

 

SEGUNDA LECTURA:

"Nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor” (Colosenses 1, 12-20)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.

ü R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

ü V.  ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!

ü R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO:

"Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lucas 23, 35-43)

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

“CONSORTES DEL REY”

VER. -

Un rey o reina consorte es el cónyuge de un rey o reina que ostenta el título por derecho propio. Los consortes, aunque su tratamiento sea también el de ‘rey’ o ‘reina’, no comparten los mismos poderes políticos y militares del monarca, pero tienen una gran responsabilidad y tarea que cumplir en muchas de las funciones que forman parte de su cargo.

 

JUZGAR. -

Hoy estamos celebrando la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, con la que se cierra el año litúrgico. El próximo domingo, con el Adviento, iniciaremos un nuevo ciclo.

Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XI en la encíclica ‘Quas primas’ (1925). En ella dice que Cristo «públicamente confirmó que es Rey (Jn 18, 37) en presencia del gobernador romano, pero manifestó que su reino no era de este mundo». Jesús, ante Pilato, se muestra efectivamente como Rey, pero aprovecha la ocasión para mostrarse como un Rey desconcertante, que tiene un objetivo, no de dominio sino de salvación. Por eso, «cuando los judíos, y aun los mismos apóstoles, imaginaron erróneamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo y restablecería el reino de Israel, Cristo les quitó esta vana imaginación y esperanza. Y, cuando iba a ser proclamado Rey por la muchedumbre, El rehusó tal título de honor».

De ahí que, como hemos escuchado en el Evangelio, la afirmación que Cristo hace de su realeza provocase incredulidad, rechazo y burlas: “Los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo «Que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios». Se burlaban también los soldados: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros»”. Pero, aunque ellos no se lo crean, Jesús sigue siendo Rey.

Como diremos en el Prefacio, el Reino de Jesús es «el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz». Por tanto, Jesús reina allí donde se vive la fraternidad, la justicia y la paz como actitudes fundamentales; Jesús reina allí donde prevalece la entrega de uno mismo y el servicio a los demás, sobre todo a los más desfavorecidos. Jesús reina allí donde se vive el amor a Dios, que se concreta en el amor al prójimo. Esto es lo que hoy celebramos.

Pero hoy también celebramos que nosotros, por el Bautismo, podemos considerarnos como ‘consortes del Rey’. En el Antiguo Testamento se empleaba la unción para expresar la fuerza que Dios comunicaba a las personas que empezaban una misión para su pueblo: los reyes, como David; los sacerdotes, como Aarón; los profetas, como Eliseo. Jesucristo es el Ungido de Dios, el verdadero Sacerdote, Profeta y Rey, y cuando en nuestro Bautismo somos ungidos con el Crisma, se nos dice: «que seas para siempre miembro de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey». Somos miembros de Cristo, como decía la 1ª lectura: “Hueso y carne tuyos somos…” y la 2ª: “Él es la cabeza del cuerpo: de la Iglesia”. Y por eso el primer sentimiento que ha de brotar es la acción de gracias, como también hemos escuchado en la 2ª lectura: “Demos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor…”. Ser miembros de Cristo y participar de su misión como sacerdotes, profetas y reyes, no se debe a nuestros méritos o capacidades personales, sino que es un don, un regalo del amor de Dios.

Pero, como ‘consortes del Rey’, tenemos una gran responsabilidad porque compartimos su misión como sacerdotes, porque todos podemos hablar a Dios en la oración; profetas, porque todos podemos hablar de Dios y dar testimonio de fe; y reyes, porque todos podemos hacer presente el Reino de Dios con nuestras obras de servicio y entrega, siguiendo el ejemplo de Jesús, nuestro Rey. Y debemos cumplir esta misión con fidelidad, incluso cuando, como ‘consortes del Rey’, compartamos también con Él los momentos de Cruz.

ACTUAR. –

¿De verdad considero a Jesús mi Rey? ¿Soy consciente de lo que significa haber recibido el Bautismo? ¿Me siento ‘consorte del Rey’? ¿Vivo en coherencia con este don recibido? ¿Dónde o con quién hago presente el Reino de Dios con mi servicio, amor y entrega?

Que esta solemnidad nos ayude a unirnos a nuestro Rey y reforzar nuestra identidad como ‘consortes’ suyos por el Bautismo, para que en el nuevo año litúrgico que vamos a iniciar hagamos cada vez más presente su reinado hasta que «podamos vivir eternamente con Él en el reino del cielo».




 


sábado, 15 de noviembre de 2025

DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

Domingo 16 de noviembre de 2025

 

PRIMERA LECTURA:

"A vosotros os iluminará un sol de justicia” (Malaquías 3, 19-20a)

Lectura de la profecía de Malaquías.

He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz. Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.

Palabra de Dios

 

SALMO:

R.  El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

V.  Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. /R.

V.  Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes. /R. 

V.  Al Señor, que llega para regir la tierra. /R. 

V.  Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. /R. 

 

SEGUNDA LECTURA:

"Si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2 Tesalonicenses 3, 7-12)

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.

Hermanos: Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros. No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar. Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.

Palabra de Dios.

 

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO:

"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas” (Lucas 21, 5-19)

+  Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor.

 

“TÚ, SEÑOR, ERES MI ESPERANZA”

VER. -

Algo que estamos experimentando con fuerza en este siglo XXI es nuestra fragilidad y vulnerabilidad: crisis económica, catástrofes naturales cada vez más violentas, la pandemia del coronavirus, guerras, consecuencias del cambio climático… En cualquier momento y por muchas circunstancias nuestra vida puede dar un vuelco y, como dijo el Papa Francisco en su oración extraordinaria durante la pandemia, esto «deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades». Pero, a la vez, esta conciencia de fragilidad y vulnerabilidad puede tener un aspecto positivo: «Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente».

 

JUZGAR. -

En esta línea, la Palabra de Dios que hemos escuchado nos recuerda que nadie, por sus éxitos o capacidades personales, o por su situación social o económica, puede creer que está ‘a salvo’: “Llega el día en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja” (1ª lectura); y, en el Evangelio, “como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida»”.

Esto ha de llevarnos a tener presente lo que también dijo el Papa Francisco: «En esta barca, estamos todos. Descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos». Hoy, como Iglesia, celebramos la Jornada Mundial de los Pobres, este año con el lema: ‘Tú, Señor, eres mi esperanza’, unas palabras que, como dice el Papa León XIV en su Mensaje, «brotan de un corazón oprimido por grandes dificultades» (1). A todos nos pueden afectar grandes dificultades, por lo que todos, en un momento dado, podemos ser y sentirnos ‘pobres’. De ahí la llamada a vivir la esperanza cristiana: «Reconociendo que Dios es nuestra primera y única esperanza, nosotros también realizamos el paso de las esperanzas efímeras a la esperanza duradera» (5).

Como «en esta barca estamos todos», en ese ‘nosotros’ están también incluidos quienes sufren en propia carne la pobreza en su aspecto más dramático, y el Señor nos llama a ayudarles a que descubran ‘la esperanza que no defrauda’, como indica la Bula de convocación del Jubileo. «La invitación bíblica a la esperanza conlleva el deber de asumir responsabilidades coherentes en la historia, sin dilaciones. La pobreza tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas. Mientras esto sucede, todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas» (5).

En la 2ª lectura, san Pablo decía: “Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo”. En este sentido, el Papa León ha publicado recientemente su exhortación apostólica ‘Dilexi te’ (‘Te he amado’), sobre el amor a los pobres, y nos recuerda que «la vida de las primeras comunidades eclesiales se nos ofrece como ejemplo a imitar y como testimonio de la fe que obra por medio de la caridad, y que continúa como exhortación permanente para las generaciones venideras» (34). Y que «el cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia, como un faro de luz que, desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos de todos los tiempos. Por tanto, debemos sentir la urgencia de invitar a todos a sumergirse en este río de luz y de vida que proviene del reconocimiento de Cristo en el rostro de los necesitados y de los que sufren. El amor a los pobres es un elemento esencial de la historia de Dios con nosotros. El amor a los que son pobres —en cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza— es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios» (103).

 

ACTUAR. –

¿Cómo es mi relación con ‘los pobres’? ¿Me siento ‘pobre’, frágil, vulnerable? ¿Creo que en esta barca estamos todos? ¿Cómo participo en la atención y cuidado de los pobres que realiza la Iglesia?

‘Tú, Señor, eres mi esperanza’. «No es casualidad que la Jornada Mundial de los Pobres se celebre hacia el final de este año de Jubileo. Cuando se cierre la Puerta Santa, tendremos que transmitir los dones divinos que han sido derramados a lo largo de todo un año de oración, conversión y testimonio. Los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que nos estimulan a encontrar siempre formas nuevas de vivir el Evangelio hoy (6). Los pobres son para la Iglesia los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio. Por eso, la Jornada Mundial de los Pobres quiere recordar a nuestras comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. No sólo de su dimensión caritativa, sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia. Dios ha asumido su pobreza para enriquecernos a través de sus voces, sus historias, sus rostros. Toda orma de pobreza, sin excluir ninguna, es un llamado a vivir concretamente el Evangelio y a ofrecer signos eficaces de esperanza»




viernes, 7 de noviembre de 2025

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA SAN JUAN DE LETRÁN – CICLO C

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA SAN JUAN DE LETRÁN – CICLO C

Domingo 9 de noviembre de 2025

 PRIMERA LECTURA:

"El agua de Dios sana y renueva.” (Ezequiel 47,1-2.8-9.12)

Lectura de la profecía de Ezequiel.

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor. De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar. Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho. Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente. En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Dios habita en medio de su pueblo.” (Salmo 45)

R.  Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.

V.  Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. /R. 

 V.  Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. /R. 

V.  El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra. /R. 

 

SEGUNDA LECTURA:

"Somos templo santo de Dios" (1 Corintios 3,9-11.16-17)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos: Sois edificio de Dios. Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  He elegido y santificado este templo —dice el Señor— para que mi Nombre esté en él eternamente.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya


EVANGELIO:

"Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2,13-21)

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

 

VER. -

 

A menudo en nuestras ciudades hay estatuas y monumentos, o nombres de calles, de las que sabemos solamente eso, el nombre, pero no conocemos su historia ni la razón por la cual han merecido ser destacadas de ese modo: oímos, leemos o decimos esos nombres, pero no significan nada para nosotros, ni vemos qué relación pueden tener con nuestra vida.

JUZGAR. -

Hoy celebramos la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. Una fiesta que, cuando cae entre semana, pasa prácticamente desapercibida; pero este año, al coincidir con el domingo, por su importancia sustituye a la celebración habitual del domingo. Sin embargo, pocos sabrían decir la razón, y tampoco qué relación puede tener con nuestra vida ordinaria, como cristianos.

La Basílica de san Juan de Letrán es una de las cuatro Basílicas mayores de Roma. Fue regalada al Papa por el Emperador Constantino para que levantase en ella la Catedral de Roma. Y se celebra su dedicación o consagración porque, al ser la sede del Papa como Obispo de Roma, es considerada como ‘la cabeza’ de todas las iglesias del mundo católico, que están unidas a ella.

Pero el sentido de esta fiesta va más allá de lo que son y significan los edificios, por muy venerables que sean. La Dedicación de la Basílica de Letrán nos invita a reflexionar sobre el ‘templo’ que somos y formamos todos los cristianos, como hemos escuchado en la 2ª lectura: “Sois edificio de Dios. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Ese templo sois vosotros”.

La Iglesia es más que los templos o edificios de piedra donde se reúnen los cristianos. La Iglesia es la ‘asamblea’ (esto significa la palabra ‘Ecclesia’), la comunidad de creyentes que da testimonio de su fe en el corazón del mundo. Esto nos lleva a pensar si somos conscientes de que cada uno de nosotros somos parte del templo de Dios, y tenemos una corresponsabilidad, con los demás miembros, de cuidar este templo de Dios que somos y formamos entre todos. ¿Me siento ‘Iglesia’?, ¿o sólo que ‘pertenezco a’ la Iglesia? ¿Tengo conciencia de ser Iglesia diocesana, de ser parroquia?

Y esto nos lleva a otro aspecto de la celebración de la Dedicación de la Basílica de Letrán, que cobra mayor relieve ahora que se está empezando a poner en práctica todo lo reflexionado en el Sínodo sobre la Sinodalidad, que finalizó en octubre de 2024. La sinodalidad significa que, como Iglesia, dentro de la diversidad de sus miembros, debemos caminar no sólo ‘juntos’ sino unidos, cada uno según su vocación, con diferentes funciones, pero una única misión: evangelizar para ir construyendo el Reino de Dios. De ahí la llamada que también hacía san Pablo: “Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, cómo hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye”. ¿Me siento unido a otros miembros de la Iglesia? ¿Valoro los carismas y funciones de otros grupos, movimientos, asociaciones…? ¿Cómo estoy construyendo yo la Iglesia, cuál es mi compromiso?

Y un tercer aspecto de la celebración de la Dedicación de la Basílica de Letrán es el significado de la palabra ‘dedicación’, que quiere decir que tiene un fin determinado. Todo el ‘templo’ que es la Iglesia, representada hoy en la Basílica de Letrán, está dedicada a la evangelización, es su fin y razón de ser. Y por eso en el Evangelio hemos escuchado el signo que realizó Jesús en el templo de Jerusalén, cuando “encontró en el templo a los vendedores, cambistas… y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, y les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre»”. Los vendedores y cambistas tenían en su origen un sentido: propiciar las ofrendas de los fieles para adorar a Dios; pero eso, con el paso del tiempo, se había ido convirtiendo en ‘un mercadeo’. El signo de Jesús es una llamada para que hoy pensemos qué tenemos que ‘echar fuera’, de cada uno de nosotros y del conjunto de la Iglesia: costumbres, maneras… que quizá hace tiempo sí tuvieron un sentido válido, pero que hoy en día suponen un freno e incluso un obstáculo para la misión evangelizadora.

ACTUAR. -

La celebración de la Dedicación de la Basílica de Letrán tiene mucho que ver con nuestra vida cristiana. Es una ocasión de reavivar nuestra conciencia de ‘ser Iglesia’ y de la misión a la que debemos dedicarnos los ‘templos’ que somos todos y cada uno de los bautizados. Que el Espíritu Santo nos haga crecer en sinodalidad, para que, unidos como Iglesia, construyamos el Reino de Dios.




DOMINGO II DE ADVIENTO - CICLO A