viernes, 10 de mayo de 2024

DOMINGO VII DE PASUCA. FESTIVIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Domingo 12 de mayo de 2024

PRIMERA LECTURA:

"A la vista de ellos, fue elevado al cielo” (Hechos 1,1-11)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días». Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?». Les dijo: «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”». Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

Palabra de Dios.

SALMO:

“Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas” (Salmo 46)

Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)

R.  Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

V.  Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor altísimo es terrible, emperador de toda la tierra.

R.  Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

V.  Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad;

tocad para nuestro Rey, tocad.

R.  Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

V.  Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado.

R.  Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

SEGUNDA LECTURA:

"A la medida de Cristo en su plenitud” (Efesios 4, 1-13)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres». Decir «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Id y haced discípulos a todos los pueblos —dice el Señor—; yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

"Fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Marcos 16, 15-20)

+  Conclusión del santo Evangelio según san Marcos.

En aquel tiempo se apareció Jesús a los once, y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

ROMPER LA BURBUJA

VER. -

Más veces de lo deseable nos encontramos con padres y madres sobreprotectores. En la niñez necesitamos la protección de nuestros padres, pero algunos se exceden, tratando de impedir a toda costa que sus hijos sufran, aunque sea mínimamente. Para ello, procuran evitarles cualquier situación difícil, dolorosa o comprometida… Pero la sobreprotección hace que el niño viva en una especie de burbuja, aislado de todo lo que suponga preocupación o conflicto, y esto tiene unas consecuencias: no se aprende a hacer frente a las dificultades, no se desarrollan las habilidades y recursos necesarios para solucionar los problemas, y no se aprende a asumir responsabilidades.

JUZGAR. -

Hoy celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Como hemos escuchado en la 1ª lectura, Jesús se presentó a los discípulos “después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios”. Tras la crisis de la Pasión y el miedo que sintieron con la muerte de Jesús, los discípulos ahora se sienten seguros con Jesús Resucitado a su lado. La semana pasada, Jesús les decía: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor”. Y hoy hemos escuchado que “una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén”. Estas palabras podrían malinterpretarse como una invitación a ‘encerrarse en una burbuja’ para permanecer en ese amor de Jesús, aislados de los problemas y sinsabores de la vida.

Pero Jesús no es sobreprotector y por eso en el Evangelio les ha dicho: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la Creación”. Jesús quiere que sus discípulos ‘rompan la burbuja’. Todo lo que han vivido con Él, todo lo que han escuchado de Él, antes y después de su Resurrección, tenía como objetivo que se convirtieran en Apóstoles, en continuadores del anuncio del Evangelio que inició Jesús. Y eso significa asumir responsabilidades, afrontar conflictos y, también, sufrir ‘la cruz’.

Pero en el Prefacio escucharemos: «No se ha ido para alejarse de nuestra condición humana». Jesús no deja desprotegidos a sus Apóstoles en la misión, por eso les dice: “Aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar… Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y ‘hasta el confín de la tierra’”. Como celebraremos el próximo domingo, el Espíritu Santo será quien les guiará y enseñará a afrontar los retos, dificultades y sufrimientos que conlleva la misión evangelizadora.

La celebración de la Ascensión del Señor también nos cuestiona a nosotros. Porque corremos el peligro de buscar en Jesús ‘una burbuja’, un ‘refugio’ frente a la dureza de la vida, viviendo nuestra fe de un modo intimista, desde una ‘adoración’ o ‘contemplación’ mal entendida, aislándonos de la realidad, y sin querer asumir ningún compromiso evangelizador.

Si lo hacemos así, también hoy se nos dice: “¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”. Ser cristianos es seguir a Jesús, y seguir a Jesús no es encerrarnos en ‘una burbuja’, sino que conlleva necesariamente el anuncio del Evangelio, como hemos escuchado en la 2ª lectura: “Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados”. Somos cristianos para anunciar el Evangelio, un mismo anuncio (“Un solo cuerpo y un solo Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios, Padre de todos…”) que llevamos a cabo de formas diferentes: “él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores…”. Todos tenemos nuestra función dentro de la misma misión, y nadie debe quedarse encerrado en ‘su burbuja’ por comodidad o por miedo.

ACTUAR. -

¿Soy una persona sobreprotectora? ¿Por qué? ¿Soy consciente de las consecuencias? ¿Vivo una fe intimista, hecha solamente de ‘contemplación’? ¿Busco en Jesús un ‘refugio’”, una ‘burbuja’ que me proteja de los sinsabores de la vida? ¿Me siento enviado a la misión evangelizadora? ¿He descubierto cuál es mi función dentro cuerpo que es la Iglesia? ¿Cuento con el Espíritu Santo?

Rompamos la burbuja. Jesús, como buen Maestro, nos pide que ‘rompamos la burbuja’ en la que a veces nos metemos y que seamos sus apóstoles, compartiendo «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo» (GS 1). Que maduremos en la fe, afrontando retos y superando fracasos, porque Él siempre estará ahí, con su Espíritu, para acompañarnos y apoyarnos.

 


sábado, 4 de mayo de 2024

DOMINGO VI DE PASCUA

Domingo 5 de mayo de 2024

PRIMERA LECTURA:

"El don del Espíritu Santo ha sido derramado también sobre los gentiles”

(Hechos 10, 25-26.34-35.44-48)

Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: «Levántate, que soy un hombre como tú». Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea». Todavía estaba hablando Pedro, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles, porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios. Entonces Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?». Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.

SALMO:

“El Señor revela a las naciones su salvación” (Salmo 97)

R.  El Señor revela a las naciones su salvación.

V.  Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

R.  El Señor revela a las naciones su salvación.

V.  El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

R.  El Señor revela a las naciones su salvación.

V.  Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

R.  El Señor revela a las naciones su salvación.

SEGUNDA LECTURA:

"Dios es amor” (1 Juan 4, 7-10)

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Palabra de Dios.

EVANGELIO:

"Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15, 9-17)

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otro como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervo: porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado par que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé Esto os mando: que os améis unos a otros.

AMOR CONCRETO

VER. -

La vida humana no se entiende sin amor. Es como el ‘idioma universal’ que entiende cualquier persona de cualquier raza y cultura. El amor está presente en la mayoría de los ámbitos en los que se desenvuelve nuestra vida, es el gran tema de obras de arte, libros, películas, programas y series de televisión… Las alegrías y los sufrimientos que acarrea el amor generan en nosotros los mayores sentimientos. Según la edad y circunstancias, el amor adopta diferentes características y formas de expresión, pero lo cierto es que no podemos tener una vida humana si nos falta el amor.

JUZGAR. -

El amor es el tema que especialmente se destaca en la Palabra de Dios de este domingo: “Dios no hace acepción de personas” (1ª lectura); “Dios es amor” (2ª lectura); “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. (Evangelio).

Para ayudarnos en la reflexión orante, destacamos algunas palabras del Papa Francisco: «El Evangelio de hoy nos conduce al Cenáculo. Después de haber lavado los pies a los Doce, Él les dijo: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Regina Coeli del 19 de mayo de 2019). Para vivir una vida verdaderamente humana, no sirve cualquier tipo de amor; ha de ser «el amor de Jesucristo, ese con el que Él ha dado la vida por nosotros». Por eso decía la 2ª lectura: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo”. «Jesús nos ha amado primero, nos ha amado a pesar de nuestras fragilidades, nuestros límites y nuestras debilidades humanas. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra el ápice sobre la cruz. En ese momento de extremo abajamiento, en ese momento de abandono al Padre, el Hijo de Dios ha mostrado y donado al mundo la plenitud del amor».

Este amor ‘como Él nos ha amado’ «necesita concreción, el amor necesita presencia, encuentro, necesita tiempo y espacio donados: no puede reducirse a hermosas palabras, a imágenes en una pantalla, a selfies de un momento o a mensajes apresurados» (Ángelus 11 febrero 2024).

«El amor cristiano es concreto. Jesús mismo, cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos. Son todas cosas concretas. Cuando no existe lo concreto se acaba por vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se comprende bien dónde está el centro del mensaje de Jesús» (9 enero 2014).

Desde aquí hemos de entender las palabras de Jesús: “A vosotros os llamo amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. «El amigo verdadero de Jesús se distingue principalmente por el amor concreto; no el amor ‘en las nubes’, sino el amor concreto que resplandece en su vida» (Homilía 24 abril 2016).

«El amor es servicio. Es servir a los demás. Cuando Jesús, después del lavatorio de los pies, explicó el gesto a los Apóstoles, enseñó que hemos sido creados para servirnos unos a otros, y si digo que amo, pero no sirvo al otro, no ayudo al otro, no le permito ir adelante, no me sacrifico por el otro, esto no es amor. Amar es hacerse próximo a las necesidades, los llamamientos, las soledades de las personas que nos rodean» (Discurso 21 junio 2015).

ACTUAR. –

Decía Jesús en el Evangelio: “soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”. Por eso, «hay una pregunta que cada uno debe hacerse a sí mismo: ¿Qué hago por Dios (no sólo lo que pienso o lo que digo), y qué hago por los demás? El primer criterio es amar con las obras, no con las palabras. Las palabras, por lo demás, se las lleva el viento: hoy están, mañana ya no están» (Homilía 9 enero 2014).

«Amar es bello, es el camino para ser felices. Amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales» (Homilía 24 abril 2016).

El amor es el lenguaje universal, como decía san Juan: “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es amor”. El Señor nos manda vivir el amor concreto, como Él nos ha amado, para «difundir por todos lados la semilla del amor que renueva las relaciones entre las personas y abre horizontes de esperanza. Jesús siempre abre horizontes de esperanza, su amor abre horizontes de esperanza. Este amor nos hace convertirnos en hombres nuevos, hermanos y hermanas en el Señor. El amor que Él nos llama a vivir es la única fuerza que transforma nuestro corazón de piedra en corazón de carne; la única fuerza capaz de transformar nuestro corazón es el amor de Jesús, si nosotros también amamos con este amor» (Regina Coeli 19 mayo 2019)

Para cumplir el mandamiento de Jesús, para vivir el amor concreto, hacemos nuestras las palabras de Benedicto XVI: «El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. El cristiano sabe que Dios es amor y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar» (Dios es amor 31c).

viernes, 26 de abril de 2024

DOMINGO V DE PASCUA

Domingo 28 de abril de 2024

PRIMERA LECTURA:

"Él les contó cómo había visto al Señor en el camino” (Hechos 9, 26-31)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera discípulo. Entonces Bernabé, tomándolo consigo, lo presentó a los apóstoles y Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había actuado valientemente en el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía con libertad en Jerusalén, actuando valientemente en el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los helenistas, que se propusieron matarlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

SALMO:

 (Salmo 21)

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

V. Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan. ¡Viva su corazón por siempre!

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

V. Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán los que duermen en la tierra, ante él se inclinarán los que bajan al polvo.

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

V. Mi descendencia lo servirá; hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: «Todo lo que hizo el Señor».

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

SEGUNDA LECTURA:

"Este es su mandamiento: que creamos y que nos amemos” (1 Juan 3, 18-24)

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra de Dios.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Permaneced en mí, y yo en vosotros —dice el Señor—; el que permanece en mí da fruto abundante.

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

"El que permanece en Mí y Yo en él, ése da fruto abundante” (Juan 15, 1-8)

Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.  A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.  Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.  Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.  Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.  Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.  Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos...

CONECTADOS A “LA VID-A”

VER. -

Hoy casi todos estamos conectados mediante telefonía móvil, Internet… Según algunas encuestas, más del 90% de la población tiene un teléfono inteligente. Estar conectados nos permite realizar muchas acciones cotidianas: mantener el contacto con familiares y amigos, realizar operaciones bancarias, pagar en comercios, teletrabajar, acceder a la información, realizar gestiones en entidades públicas… Ya no nos podemos imaginar la vida sin estar conectados. Pero esa conexión continua también tiene desventajas: genera dependencia; se debilitan las relaciones sociales, que quedan reducidas a mensajes; cuando falta o falla esa conexión, dejamos de poder hacer muchas de esas gestiones; aumenta nuestra vulnerabilidad ante ciberdelincuentes; las personas que, por algún motivo, no tienen acceso a la tecnología quedan excluidas de la vida económica y social…

JUZGAR. –

Jesús, en el Evangelio de este quinto domingo de Pascua, nos llama a descubrir la necesidad de estar conectados a Él, y lo hace con el ejemplo de la vid y los sarmientos: la vid es la planta cuyo fruto es la uva, y consta de una cepa o tronco de donde salen los sarmientos, unas ramas largas donde brotan las hojas y los racimos.

Y, desde esta imagen, Jesús dice: “Yo soy la verdadera vid, vosotros los sarmientos”. Jesús es la verdadera Vid, de quien brota la verdadera ‘Vid-a’; para poder recibir esa Vida, necesitamos estar conectados a Él: “el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”.

Y nuestra conexión con Él no debe ser ocasional, sino continua, porque igual que el sarmiento necesita ‘estar conectado’ a la vid o, de lo contrario, se seca, también a nosotros nos ocurre lo mismo cuando nos falta la conexión con Jesús o esta conexión es esporádica: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí; porque sin mí no podéis hacer nada”. Por eso, del mismo modo que sin estar conectados a Internet apenas podemos llevar adelante nuestra vida diaria, sin estar conectados a Jesús nuestra vida cotidiana queda limitada a un ‘pasar los días’, sin una verdadera meta y esperanza, sólo esperando el final. En cambio, si estamos conectados a Jesús de forma continua daremos “fruto abundante”, porque estamos conectados a Quien es la ‘Vid-a’ y nuestra fe y nuestra vida van unidas, aunque a veces se nos olvide.

Al contrario que nos ocurre con estar conectados a Internet, estar conectados continuamente a Jesús sólo nos aporta ventajas: no genera dependencia sino verdadera libertad para discernir y actuar; también fortalece nuestras relaciones sociales, porque están basadas en el mandamiento del amor, ‘como Él nos ha amado’; y nos hace fuertes para resistir a las tentaciones y amenazas que nos rodean; y, sobre todo, la conexión a Jesús está al alcance de todos, nadie queda excluido de ella, aunque a veces haya que ‘podar’, cortar con algo, para poder dar más fruto.

Tenemos el ejemplo de san Pablo, que hemos escuchado en la 1ª lectura: él había perseguido a la Iglesia, de hecho, “todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera discípulo”. Pero “él les contó cómo había visto al Señor en el camino y lo que le había dicho”. San Pablo se conectó a Jesús, se dejó podar sus prejuicios e ideas preconcebidas y, a partir de ese momento, “estuvo actuando valientemente en el nombre del Señor”, dando fruto abundante no sólo en su tiempo, sino también ahora.

ACTUAR. -

¿En qué grado estoy conectado a Internet en mi vida cotidiana? ¿Qué ventajas me aporta y qué desventajas? ¿Estoy conectado a Jesús de forma continua o esporádica? ¿Siento que Él es mi ‘Vid-a’? ¿Cómo puedo mejorar mi conexión con Él? ¿Qué fruto doy? ¿Me dejo ‘podar’ si es necesario?

En la 2ª lectura, san Juan nos ha dicho: “No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”. Para amar de ese modo, necesitamos estar conectados a la ‘Vid-a’ que es Jesús. No nos sequemos espiritualmente, permanezcamos en el Señor, estemos conectados a Él continuamente, aprovechando todas las oportunidades en las que podemos sentir su mayor ‘cobertura’: oración, Eucaristía, formación, compromiso evangelizador… y dejándonos ‘podar’ en la Reconciliación, para dar fruto abundante, para ser de verdad discípulos de Quien es la verdadera ‘Vid-a’, de la que nadie queda excluido.


lunes, 22 de abril de 2024

DOMINGO IV DE PASCUA

Domingo 17 de abril de 2024

PRIMERA LECTURA:

“No hay salvación en ningún otro” (Hechos 4, 8-12)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo: «jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Palabra de Dios.

SALMO:

 Salmo 117

R.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

V.  Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

R.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

V.  Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

R.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

V.  Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

R.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

SEGUNDA LECTURA:

“Veremos a Dios tal cual es” (1 Juan 3, 1-2) Veremos a Dios tal cual es

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos:

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Yo soy el Buen Pastor —dice el Señor—, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

"El buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10, 11-18)

Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

Palabra del Señor.

EL NOMBRE.

VER. -

Todo y todos tenemos un nombre. Hay nombres comunes, que se aplican a un grupo o colectividad (árbol, casa, médico…) y hay nombres propios, que nos identifican (José, María, Juan…). A veces los utilizamos juntos para poder distinguir a una persona de otra (Vicente, el taxista; Carmen, la peluquera…) También decimos que alguien o algo “tiene un nombre” para referirnos a su fama, a su reputación o su prestigio (una marca comercial, una determinada familia…) Y en ocasiones hablamos o actuamos “en nombre de” alguien, es decir, representamos a otra persona y decimos o hacemos lo que esa persona haría o diría si estuviera presente.

JUZGAR. -

Las religiones utilizan el nombre común “dios” para referirse a una divinidad o ser supremo. En la antigüedad, los dioses también tenían nombres propios: Zeus, Apolo, Neptuno, Ra, Osiris… Nosotros creemos en un solo Dios, que se nos ha ido revelando a lo largo de la historia. Y en esa revelación, al principio, sólo se le llamaba “Dios”. En la cultura judía, el nombre tiene un significado mucho más profundo que simplemente identificar alguien o algo: el nombre indica la naturaleza, el ser, lo característico de ese algo o alguien. Por eso, Dios poco a poco fue dando a conocer su nombre. Moisés se lo preguntó: «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?». Dios dijo a Moisés: «“Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros». (Ex 3, 13-14)

En la Biblia encontramos diferentes nombres que se han utilizado para referirse a Dios: Yahvé (Yo soy), Adonai (Señor), Enmanuel (Dios con nosotros) … que, de acuerdo con la cultura judía, más que nombres son descripciones de su ser. Hasta que en esa revelación que Dios hace de sí mismo a lo largo de la historia, cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (Gal 4, 4), y a partir de ese momento Dios adquiere un nombre propio: Jesús, como el Ángel dijo a la Virgen María: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. (Lc 1, 33)

Jesús, como Hijo de Dios y para que podamos conocerle mejor, también se denomina a sí mismo con diferentes nombres, a partir del Nombre que Dios reveló a Moisés. En el Evangelio según san Juan, Jesús dice: Yo soy el Pan de Vida; Yo soy la Luz del mundo; Yo soy la Puerta de las ovejas; Yo soy la Resurrección y la Vida; Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; Yo soy la verdadera Vid. Cada uno de estos nombres tiene un significado profundo para sus discípulos, de entonces y de ahora.

Y, en este cuarto domingo de Pascua, Jesús nos ha dicho: Yo soy el Buen Pastor. En aquella sociedad la figura del pastor estaba muy presente y era muy familiar, pero Jesús añade unas características propias para distinguirse de los “asalariados”: Conozco a mis ovejas… Yo doy mi vida por las ovejas.

Hoy se nos invita a profundizar en lo que significa para nosotros que Jesús lleve el nombre de Buen Pastor: nos conoce en profundidad, nos ama y, como hemos celebrado en Semana Santa, da su vida por nosotros para que encontremos y sigamos el camino de la verdadera Vida.

ACTUAR. –

Pero hagámoslo en primera persona del singular: Jesús es “mi” Buen Pastor, que “me” conoce completamente; a Jesús “le” importo, Él “me” ama y dio su vida por “mí”, para que yo encuentre el camino de la verdadera Vida. ¿Qué significa para mí que Jesús sea mi Buen Pastor? ¿Cómo repercute eso en mi vida cotidiana? ¿Qué tipo de “oveja” soy? ¿Le conozco y quiero conocerle cada vez mejor? ¿Me siento unido al resto de su rebaño, a la Iglesia, a la comunidad parroquial?

Necesitamos conocer y “vivir” lo que significa que Jesús sea el Buen Pastor, no sólo por nosotros, sino por los demás, por la misión evangelizadora, por el Primer Anuncio que debemos llevar a cabo. En la 1ª lectura hemos escuchado que Pedro, tras curar a un paralítico, afirma claramente: Quede bien claro a todos vosotros que ha sido el nombre de Jesucristo… No se ha dado otro nombre por el que debamos salvarnos. Jesús cuenta con nosotros para que, en medio de tantos “nombres comunes” y de tantos “asalariados” que proponen estilos de vida o ideologías que no tienen en cuenta el verdadero bien de las personas, nosotros demos a conocer claramente, de palabra y de obra, el Nombre de Jesús, el Buen Pastor que murió y resucitó para que todos podamos tener su misma Vida.




 

 

martes, 16 de abril de 2024

TERCER CUATRO40 EN LA DIÓCESIS DE JAÉN

 Lc 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.» 

Del 12 al 14 de este mes de abril, en la Casa de Espiritualidad “Beato Manuel Medina Olmos” de Guadix, se ha celebrado el tercer Encuentro “Cuatro40” que se organiza en nuestra Diócesis.

24 personas de las comunidades parroquiales de S. Félix de Valois, Cristo Rey de Jaén y de las parroquias de la Encarnación, San José Obrero, de Bailén, hemos sido acogidos por el Equipo Diocesano de “Cuatro40”. Ellos son 25 miembros que pertenecen a esas mismas comunidades parroquiales más de la parroquia del Salvador de Bailen y La Inmaculada de Arroyo del Ojanco.

        En todo momento fuimos acompañados por los párrocos de S. Félix de Valois y Cristo Rey, así como por Javier Ramos, responsable general del proyecto Cuatro40.

En los últimos años, por parte del Papa Francisco, se nos recuerda con insistencia, que la evangelización es la tarea y misión esencial de la Iglesia. La Iglesia, vive para evangelizar.

Ciertamente se tiene que hacer a la luz del Espíritu Santo. Él es el protagonista principal de la Misión. Y para los cristianos de ahora esta “EVANGELIZACIÓN” se trata de “nueva en métodos, nueva en expresiones y nueva en ardor”.

En este encuentro Cuatro40, todos los que hemos estado allí, hemos vivido minuto a minuto cada día, la inquietud de andar el camino y la Palabra de Jesús, de forma novedosa, intensa y profunda. Hemos vivido este encuentro, abriendo el corazón, para abrirle la puerta cuando Él llame. 

“Mira que estoy a tu puerta y llamo. Si escuchas mi voz y me abres, me quedaré contigo.”

Todos hemos podido clarificar algo más en nuestro interior espiritual, gracias a la propuesta del Cuatro40. Algo que tanto necesitamos los miembros de nuestra Comunidad Parroquial, en esta sociedad actual.

Tenemos el ánimo abierto para continuar con nuestro cuatro40. Continuar creciendo en la fe de Cristo para poder ponerlo por obras y palabras, llegar así ser misioneros del asfalto y tener las virtudes cristianas de ser discípulos de Jesús.

 

jueves, 11 de abril de 2024

DOMINGO III DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

Domingo 14 de abril de 2024

PRIMERA LECTURA:

“Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos” (Hechos 3, 13-15.17-19)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, Pedro dijo al pueblo: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.

Palabra de Dios.

SALMO:

Sal 4, 2. 4. 7. 9 (R.: cf. 7b)

R.  Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.

ü  -  Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. R/

ü   - Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. R/

ü  -  Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?». R/

ü -  En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. R/

SEGUNDA LECTURA:

“Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero” (1 Juan 2, 1-5a)

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

Palabra de Dios.

V.  Señor Jesús, explícanos las Escrituras; haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 EVANGELIO:

“Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día”

(Lucas 24, 35-48)

+  Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

 Palabra del Señor.

RENEGAR DE JESÚS

VER. -

Renegar es negar algo, decir que no es verdad, no admitirlo, y hacerlo con insistencia. Todos sabemos de qué ‘renegamos’ en nuestra vida y, cuando sabemos por qué lo hacemos, ese ‘renegar’ lo expresamos de diferentes formas: puede ser un rechazo rotundo y razonado; o bien, lo apartamos de nosotros de un modo irreflexivo, sin una razón clara para ello. Y otras veces renegamos de algo simplemente porque ‘como no lo entiendo, como no me entra en la cabeza, no lo admito’. Y, cuando renegamos de algo sin saber realmente por qué, o sólo por nuestra cerrazón, tampoco somos conscientes de las consecuencias, ni para nosotros ni para otros.

JUZGAR. -

La Palabra de Dios de este tercer domingo de Pascua nos ha mostrado diferentes ejemplos de ‘renegar’. En la 1ª lectura, Pedro hablaba a la gente sobre “Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato…”. “Vosotros renegasteis del Santo y del Justo…”. Resultó sorprendente que prácticamente los mismos que habían aclamado con entusiasmo a Jesús durante su entrada en Jerusalén, pocos días después renegasen rotundamente de Él y pidiesen su crucifixión, por haberse dejado manipular por las autoridades de un modo irreflexivo, como también les recrimina Pedro: “sé que lo hicisteis por ignorancia”. Pero esa irreflexión e ignorancia ha tenido unas consecuencias muy graves: “pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida”.

También nosotros podemos ‘renegar’ de Jesús, de forma irreflexiva, cuando nuestra fe es superficial: es una fe que nos resulta cómoda, no nos exige grandes esfuerzos, ‘cumplimos’, asistimos a celebraciones, charlas, encuentros… que nos gustan y nos hacen sentir bien… Pero cuando descubrimos que seguir a Jesús conlleva esfuerzo, renuncias, cruz… ‘renegamos’ de Él, nos desentendemos y ya no queremos saber nada. También renegamos de Jesús cuando, por ignorancia, no sabemos dar razón de nuestra fe y nos dejamos manipular por el ambiente y personas que nos rodean y que nos apartan de Él.

Pero renegar de Jesús tiene unas consecuencias: Él es el Camino, la Verdad y la Vida y, si lo rechazamos, damos entrada a ‘asesinos’, a actitudes, ideologías y comportamientos que ‘nos matan’, que no nos dejan vivir realmente, ni a nosotros ni a nuestro mundo.

Y en el Evangelio hemos escuchado otro ejemplo de ‘renegar’ de Jesús: cuando se presenta en medio de los discípulos, “ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu… no acababan de creer por la alegría…”. Ellos ya lo habían visto resucitado, y “lo habían reconocido al partir el pan”. Sin embargo, no les entra en la cabeza que Jesús haya resucitado, y siguen renegando de Él, como les dice Jesús: “¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?”.

Quizá a nosotros también nos ocurra algo parecido: procuramos vivir nuestra fe de un modo consciente y activo, participamos en lo que podemos, incluso tenemos algún compromiso evangelizador… pero nos damos cuenta de que todo eso no brota de dentro de nosotros, que lo hacemos casi como un empeño personal porque, en realidad, no nos entra en la cabeza la Resurrección de Jesús, surgen dudas en nuestro interior y realmente no nos lo acabamos de creer.

Pero, como los discípulos, estamos reunidos en su nombre y Él se presenta en medio de nosotros y nos dice: “Soy yo en persona”. Y también nos abre “el entendimiento para comprender las Escrituras”. Jesús no nos deja en nuestra cerrazón, nos ayuda a profundizar, a descubrir las razones para creer en su Resurrección: humanamente es algo que no nos entra en la cabeza, pero eso no significa que no sea real. Y creer en la Resurrección de Jesús también tiene unas consecuencias: “en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos…”. La Resurrección de Jesús nos ofrece la verdadera esperanza: es posible para todos cambiar y acoger el Evangelio.

ACTUAR. –

Como vemos, es bastante fácil ‘renegar’ de Jesús, por diferentes motivos. Por eso, la Pascua debería ser el auténtico ‘tiempo fuerte’ para quienes queremos seguir a Jesús, porque Él nos dice también: “Vosotros sois testigos de esto”. Busquemos las razones para creer de verdad en la Resurrección de Jesús y ser testigos de ella, para que todos puedan recorrer, ya desde ahora, el camino de la Vida.

 


viernes, 5 de abril de 2024

DOMINGO II DE PASCUA

Domingo 7 de abril de 2024

PRIMERA LECTURA:

“Un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4, 32-35)

Un solo corazón y una sola alma Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.

Palabra de Dios.

SALMO:

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Salmo 117)

R.  Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

ü  V.  Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los que temen al Señor: eterna es su misericordia. R

ü  V.  «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa». No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. R

ü  V.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R

SEGUNDA LECTURA:

“Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5, 1-6)

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra de Dios.

SECUENCIA:

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. 

Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. 

«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!  Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua». 

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Aleluya

R.  Aleluya, aleluya, aleluya. 

V.  Porque me has visto, Tomás, has creído —dice el Señor—; bienaventurados los que crean sin haber visto.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

“A los ocho días, llegó Jesús” (Juan 20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban Los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo»; a quiénes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús les dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

VER. –

El Domingo de Ramos dijimos que comprender algo es tomar conciencia de ello, tener una idea clara al respecto, captar el significado… Y que en nuestra vida hay personas, cosas y hechos que comprendemos; otras veces nos cuesta comprender, pero eso no impide que esas personas, cosas y hechos formen parte de nuestra vida; pero también hay personas, cosas y hechos que nos resultan incomprensibles, y que nos cuestionan en lo exterior y en nuestro interior. Este último caso se produce, sobre todo, cuando se trata de personas a las que conocemos y que, en un momento dado, hacen o dicen algo que nos sorprende y no comprendemos la razón de sus palabras u obras.

JUZGAR. –

Durante la Semana Santa estamos contemplando desde la oración los últimos días de Jesús, para desarrollar nuestra capacidad de comprensión y asimilar eso que nos resulta incomprensible, porque queremos comprender mejor el núcleo de nuestra fe, y que los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor iluminen nuestra vida para vivirla plenamente desde la fe.

El Domingo de Ramos nos dio una visión general de estos Misterios, y hoy estamos en el primer día del Triduo Pascual, el Jueves Santo, una celebración que tiene sus gestos y símbolos propios.

La Eucaristía se celebra sólo por la tarde; durante el canto del Gloria se hacen sonar las campanas (que no vuelven a sonar hasta el Gloria de la Vigilia Pascual); se realiza el gesto del lavatorio de los pies; terminada la celebración, se lleva el Santísimo Sacramento hasta el Monumento preparado, para que los fieles puedan adorarlo; también se despoja el altar donde se ha celebrado la Eucaristía; no se encienden velas ante las imágenes de la Virgen o de los santos…

Como ocurre con el Domingo de Ramos, para la gran mayoría de los que estamos aquí, esta celebración nos es conocida, la hemos celebrado muchas veces. Pero, para no quedarnos en una mera repetición de unos ritos exteriores, hoy debemos dejarnos interpelar profundamente por la pregunta que Jesús ha hecho a sus discípulos: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”. Aunque nos resulta conocido, ¿podemos afirmar que comprendemos lo que esta tarde estamos celebrando?

Hemos escuchado en la 2ª lectura el relato más antiguo de la institución de la Eucaristía. Y san Pablo comenzaba diciendo: “Yo he recibido una tradición, que procede del Señor, y que a mi vez os he transmitido…”. ¿Comprendemos la grandeza de la Eucaristía? ¿Comprendemos que no es ‘oír Misa’, ni un simple rito, sino una Tradición en el sentido latino de la palabra, algo que los cristianos hemos ido recibiendo y transmitiendo, directamente desde el Señor? ¿Comprendemos que estamos repitiendo sus mismos gestos y sus mismas palabras, y que ‘cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz’ nos hacemos ‘contemporáneos’ de Jesús, Él se hace presente y entramos en comunión con Él?

En el Evangelio, Jesús, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. ¿Comprendo este amor tan grande? ¿Me siento amado por Él de este modo?

Y, como concreción de ese amor, Jesús “se quita el manto y, tomando una toalla, se pone a lavarles los pies a los discípulos”: ¿Comprendemos lo que significa esta acción? Jesús nos ha dicho: “Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. ¿Comprendemos que ese ‘lavarnos los pies unos a otros’ debemos concretarlo de palabra y de obra en la vida cotidiana? ¿Comprendemos las actitudes interiores de servicio y amor que requiere seguir el ejemplo que el Señor nos ha dado?

ACTUAR. –

Es mucho lo que se condensa en esta celebración: la institución de la Eucaristía, la institución del Orden Sacerdotal y el día del Amor Fraterno. Y seguramente no somos capaces de comprender el significado profundo de todo ello Por eso, el Señor también nos dice, como a Pedro: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Hoy, o mañana, cuando estemos frente al Monumento y tengamos nuestro rato de oración ante el Señor, pidamos al Señor que nos ayude a comprender que la Eucaristía es ‘comunión’ con Él. Sintámonos hoy especialmente unidos a Él, y por Él sintámonos unidos los unos a los otros. Y que manifestemos su amor “hasta el extremo” mediante el servicio y la entrega, ‘lavándonos los pies’ unos a otros.