sábado, 22 de septiembre de 2018

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

Comentario al Evangelio (Fray Juan Huarte Osácar Convento de San Esteban, Salamanca)
“ EL QUE ACOGE A UN NIÑO COMO ÉSTE EN MI NOMBRE, ME ACOGE A MÍ ”
Evangelio según San Marcos 9, 30-37
El discípulo de Jesús ha de seguir sus pasos. Es así como va aprendiendo a discernir las huellas de su presencia en el camino de la vida y a comprometerse en el servicio desinteresado a los hermanos. Conlleva en ocasiones dolorosas renuncias personales, y en todo momento una entrega generosa e ineludible, sin distracciones, con los que constituyen el punto de mira del evangelio: el “niño”, presencia simbólica de los más vulnerables e indefensos. 

¿Seguimiento arduo y difícil? Sí, por no decir imposible, cuando la persona llamada se deja arrastrar por falsos sueños de superioridad que la aíslan de los demás y la enclaustran en la amarga servidumbre de la envidia y la ambición. No tanto, cuando “la sabiduría que procede de lo alto” orienta, impulsa e impregna de sencillez evangélica sus motivaciones más hondas y cada una de sus acciones. Quien acoge consciente y solidariamente a un “niño”, sin restricciones ni limitaciones, acoge al mismo Jesús como enviado de Dios.