“LAETARE”, DOMINGO DE LA ALEGRÍA
1. Alegría porque Dios cumple siempre sus promesas. Hoy en la primera lectura, escuchamos el relato de la entrada del pueblo de Israel en la tierra prometida. Dios ha cumplido su promesa ya ha hecho llegar a los israelitas hasta una tierra que será suya, una tie-rra que mana leche y miel. El pueblo de Israel celebra la Pascua, fiesta que recuerda la salida de Egipto, y toman posesión de la tie-rra. Si la cuaresma es el camino hacia la Pascua, hoy miramos con esperanza la entrada de Israel en la tierra prometida como un anti-cipo de la Pascua, de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, la puerta que nos da entrada a la tierra de promisión que es para no-sotros el Cielo. Vivamos con alegría esta espera dichosa de la Pas-cua.
2. Alegría porque Dios nos reconcilia consigo por medio de Cristo. En este camino hacia la Pascua, hoy san Pablo nos recuerda la ale-gría de la reconciliación. Lo antiguo ha pasado ya, y ahora, por Cris-to, somos criaturas nuevas. Ya no nos sirven a nosotros las prome-sas antiguas hechas a Abrahán. Ya no buscamos una tierra que nos dé cosechas y donde poder habitar en paz. Ahora nosotros estamos llamados a otra tierra, una tierra que está en el Cielo. Ésta es nues-tra alegría, la de un Dios que nos ama con locura, que llega al extre-mo de dar la vida por nosotros, a pesar de nuestro pecado, precisa-mente para borrar el pecado de nuestra vida y devolvernos a la amistad con Él.
3. Alegría de volver a la casa del Padre. La reconciliación, tema im-portante en este domingo, nos la explica Jesús en la parábola del Evangelio de hoy. Nosotros, como el Hijo Pródigo, nos hemos apar-tado de Dios muchas veces. Lo hacemos cada vez que nos dejamos llevar por el pecado, cada vez que damos la espalda a Dios. Pero si nos arrepentimos, nos ponemos en pie y volvemos de nuevo a Dios, pidiéndole perdón, con un corazón arrepentido, Él no nos negará su perdón. Como el padre de la parábola, Dios está esperándonos para abrazarnos, para devolvernos la amistad que habíamos perdido. En esto consiste la conversión. Éste es el camino que hemos de hacer durante la Cuaresma: un camino de vuelta a la casa del Padre.