AMAR HASTA EL EXTREMO
El evangelio de Mateo sigue narrándonos las enseñanzas de Jesús de Nazaret
en el Sermón de la Montaña. Y hoy expresa el máximo del amor, la plenitud del
amor cristiano que rompe hasta lo razonable: nos pide que amemos a nuestros
enemigos. Pero sucede que para Jesús no puede haber amores a medias, amores de conveniencia. El amor ha de romperlo todo y construirlo de nuevo si
hubiera desaparecido.
1.- ¿Amar al que nos odia? En las civilizaciones mesopotámicas se estableció la
Ley del Talión para evitar venganzas desmedidas. La venganza sería proporcional al daño recibido. La prohibición del odio es un primer paso para el mandamiento del amor. Amor y perdón, dos palabras claves en el mensaje de las lecturas de este domingo. Fáciles de pronunciar, pero difíciles de practicar. Amar
a los que nos aman puede ser interesado. El mérito está en amar a aquél que
no nos puede devolver el amor, e incluso a aquél que nos odia. El Levítico advierte al pueblo para que deje a un lado el odio, el rencor y la venganza. Llega
incluso a decir que cada uno debe “amar al prójimo como a uno mismo”. Jesús
no sólo habla de amor al prójimo, también de amor al enemigo. ¿Cómo voy a
amar a quien me hace daño? ¿Pide Jesús algo imposible de practicar?
2.- Jesús perdonó en la cruz. ¿Por qué perdonar a nuestros enemigos? Porque
Dios es el primero que nos perdona a nosotros, porque, como proclamamos en
el salmo, “el Señor es compasivo y misericordioso”. Él no nos trata como merecen nuestros pecados y derrama raudales de misericordia con nosotros. ¿Cómo
puedo llegar a amar a un enemigo? Miremos a Jesús en la cruz. Dijo
"Perdónalos porque no saben lo que hacen". Sólo lo puede decir cuando en
todos los que rodean su cruz ve hijos pródigos y equivocados. El amor al prójimo se basa en una gracia: en que se me dan unos nuevos ojos para ver al prójimo.
3.- Amor gratuito. Es la mirada de amor la que puede transformar el corazón
de piedra del agresor. El amor puede hacer que el enemigo deje de ser enemigo y se convierta en un hermano, que reconozca su mal y trate de repararlo,
que cambie de forma de pensar y de actuar. Es el amor: a diferencia de la justicia, y más allá de la justicia, el amor es por esencia gratuito y no responde a
ningún derecho. No consiste, pues, en un intercambio: esto por aquello.
4.- Perdonar como Dios nos perdona. Al rezar hoy el Padrenuestro, seamos
sinceros al decir “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Seamos comprensivos y compasivos como lo es
Dios con nosotros. Sólo así nos daremos cuenta de que lo que parece imposible es posible.