lunes, 29 de junio de 2020

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO


¿COMO ES NUESTRO AMOR A DIOS?

1.- Radicalidad del seguimiento de Jesús. Cuando el evangelista pone en labios de Jesús la expresión "el que ama a su padre o a su madre más que a no es digno de mí" nos deja desconcertados. Puede que exclamemos: ¡qué fuerte! Estas palabras desconcertantes muestran la radicalidad  del  seguimiento  de  Jesús.  No  vale  quedarse  a  medio  camino. Si decidimos seguirle, debe ser con todas las consecuencias. La persona de Cristo debe ser para el cristiano el centro y el valor absoluto de su vida. Lo demás debe quedar en segundo plano. Esto no quiere decir que no amemos o no nos preocupemos de nuestra familia, sino que sepamos priorizar.

2.- Un día pasaba Eliseo por Sunem y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y siempre que pasaba por allí iba a comer a su casa. Ella dijo a su marido: me consta que este hombre de Dios es un santo. Podemos aplicar a esta mujer de Sunem lo que dice Jesús a sus apóstoles  en  el  evangelio  de  hoy:  el  que  recibe  a  un  justo porque  es  justo, tendrá paga de justo y el que a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga. La mujer sunamita recibió al profeta Eliseo en su casa y le invitaba a comer, precisamente porque le consideraba un santo, es decir  porque  veía  en  él a  un  enviado  de  Dios.  Y  el  profeta  Eliseo,  en nombre de Dios, le pagó su buena acción consiguiendo que esta mujer, con un marido “ya muy viejo”, tuviera un hijo. ¿Cuál puede ser el mensaje que tiene esta lectura del libro de los Reyes para nosotros? Pues que las acciones buenas que tenemos para los demás Dios siempre nos las recompensa; hacer el bien a los demás siempre es agradable ante Dios. La vida de Cristo fue toda ella un don de Dios para con nosotros. Hagamos nosotros, en nombre de Cristo, de nuestra vida un don para los demás. Seguro que Dios, de una manera o de otra, nos lo recompensará.

3.-  ¿Qué  es  tomar  la  cruz?  Es asumir la que cada uno lleva. No hace falta  crearse otras  cruces, basta  con  saber  llevar  la  que  uno tiene: la cruz de tu timidez, la cruz de tus dolencias, la cruz de tu fracaso, la cruz de tu cansancio, la cruz de tu ceguera, la cruz de tus defectos. ¿Cómo llevas tu cruz? No se trata de resignarse, se trata de llevarla con ente- reza y siendo solidario con el hermano. Una vez que hayas asumido tu cruz,  estás  en  condiciones  de  ayudar  a  los  demás  a  llevar  la  suya.  La cruz no es signo de muerte, es signo de amor y de vida. De la cruz de Jesucristo surgió la vida para todos, el triunfo definitivo sobre la muer- te. Llevar la propia cruz y ayudar a llevarla al hermano es un signo de amor, y amar es dar vida.