¿COMO ES NUESTRO AMOR A
DIOS?
1.- Radicalidad del seguimiento de
Jesús. Cuando el evangelista pone en labios
de Jesús
la expresión
"el que ama a su padre o
a su
madre más que a mí no
es digno
de mí"
nos deja
desconcertados. Puede que exclamemos: ¡qué fuerte!
Estas palabras
desconcertantes muestran la radicalidad del seguimiento de Jesús. No vale quedarse a medio camino.
Si decidimos
seguirle, debe ser con todas
las consecuencias.
La persona de Cristo debe ser
para el
cristiano el centro y el valor absoluto
de su
vida. Lo
demás debe
quedar en segundo plano. Esto
no quiere
decir que no amemos
o no
nos preocupemos
de nuestra
familia, sino que sepamos priorizar.
2.- Un día pasaba Eliseo
por Sunem
y una
mujer rica
lo invitó
con insistencia
a comer. Y siempre que pasaba
por allí
iba a
comer a
su casa.
Ella dijo a su marido: me
consta que este hombre de
Dios es
un santo.
Podemos aplicar a esta
mujer de
Sunem lo
que dice
Jesús a
sus apóstoles en el evangelio de hoy: el que recibe a un justo
porque
es justo,
tendrá paga de justo
y el
que dé
a beber,
aunque sólo sea un vaso
de agua fresca a uno de
estos pobrecillos,
sólo porque
es mi
discípulo, no perderá su paga. La
mujer sunamita
recibió al profeta Eliseo en
su casa
y le invitaba a comer, precisamente
porque le consideraba un santo,
es decir porque veía en él a un enviado
de Dios. Y el profeta Eliseo, en nombre
de Dios,
le pagó
su buena
acción consiguiendo que esta mujer,
con un marido “ya muy viejo”,
tuviera un hijo. ¿Cuál puede
ser el
mensaje que tiene esta lectura
del libro
de los
Reyes para
nosotros? Pues que las acciones buenas
que tenemos
para los
demás Dios
siempre nos las recompensa; hacer el
bien a
los demás
siempre es agradable ante Dios. La
vida de
Cristo fue toda ella un
don de
Dios para
con nosotros.
Hagamos nosotros, en nombre
de Cristo,
de nuestra
vida un
don para
los demás. Seguro que
Dios, de
una manera
o de
otra, nos
lo recompensará.
3.- ¿Qué es tomar la cruz? Es asumir la que cada uno
lleva. No hace falta crearse
otras
cruces, basta con saber llevar
la que uno tiene: la
cruz de tu timidez, la cruz
de tus
dolencias, la cruz de tu
fracaso, la cruz de tu cansancio,
la cruz
de tu
ceguera, la cruz de tus
defectos. ¿Cómo llevas tu cruz? No
se trata
de resignarse,
se trata
de llevarla
con ente-
reza y siendo solidario con el
hermano. Una vez que hayas
asumido tu cruz, estás en condiciones
de ayudar a los demás a llevar la suya. La cruz
no es
signo de
muerte, es signo de amor
y de
vida. De
la cruz
de Jesucristo surgió la vida para
todos, el triunfo definitivo sobre
la muer-
te. Llevar la propia
cruz y
ayudar a llevarla al hermano
es un
signo de
amor, y amar es dar vida.