“¿QUIÉN ES ÉSTE? ¡HASTA EL VIENTO Y LAS AGUAS LE OBEDECEN?”
Job 38, 1.8-11 ● “Aquí se romperá
la arrogancia de tus olas”
Salmo 106 ● ”Dad gracias al
Señor, porque es eterna su misericordia”
2 Corintios 5, 14-17 ● “Lo
antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”
Marcos 4, 35-41 ● “¿Quién es
éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”
Aquel mismo día, ya caída la
tarde, les dijo: «Pasemos a la otra orilla». Y dejando a la gente, lo llevaron
con ellos en la barca tal como se encontraba; y le acompañaban otras barcas. Se
levantó entonces una fuerte borrasca, y las olas saltaban por encima de la
barca, de suerte que estaba a punto de llenarse. Jesús estaba durmiendo sobre
un cabezal en la popa. Ellos lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te
importa que perezcamos?». Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Calla! ¡Cálmate!». Y el viento cesó y se hizo una gran calma. Después les
dijo: «¿Por qué sois tan miedosos? ¿Por qué no tenéis fe?». Ellos quedaron
sumamente atemorizados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el
viento y el mar le obedecen?».
Marcos 4, 35-41
LO NUEVO HA COMENZADO
VER.-
Durante el confinamiento hubo
muchas personas que “descubrieron” a sus vecinos y, durante ese tiempo, hubo un
crecimiento de las “relaciones de balcón”, así como bastantes muestras de
solidaridad con personas más necesitadas. Algunos interpretaron esta situación
como el nacimiento de una nueva época, augurando que la sociedad iba a salir
mejor después del confinamiento. Sin embargo, al terminar el confinamiento, y a
pesar de seguir en estado de alarma, se ha podido constatar en amplios sectores
una reacción contraria, con múltiples muestras de insolidaridad y egoísmo.
Quienes pedíamos que se siguieran respetando las normas de seguridad
establecidas, a menudo éramos objeto de burlas, desprecios e insultos. Como se
lamentaban algunos profesionales sanitarios: “Todo lo que hemos sufrido no ha
servido para nada, la gente se ha olvidado”.
JUZGAR.-
En el Evangelio hemos escuchado
el pasaje de la tempestad calmada, que es el que utilizó el Papa Francisco
durante el confinamiento, el 27 de marzo de 2020. Entonces, el Papa dijo: “Nos
encontramos asustados y perdidos. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma
barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y
necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos
mutuamente. En esta barca, estamos todos…”
¿Cómo me he sentido durante todos estos meses? ¿Ha habido algo
negativo que recuerde especialmente? ¿Me he dado cuenta de que todos estábamos
en la misma barca? ¿He tenido algún gesto de cercanía o de solidaridad con
vecinos u otras personas que lo hayan necesitado?
El Papa también dijo que “lo difícil es entender la actitud de Jesús.
Él dormía tranquilo. Y los discípulos lo despertaron diciéndole Maestro, ¿no te
importa que nos hundamos? No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de
ellos, que no les prestaba atención”. ¿He pensado esto en algún momento?
Sin embargo, como destacó el Papa, “Él permanecía en popa, en la parte
de la barca que primero se hunde”. ¿He sabido descubrir los signos de la
presencia de Jesús, sobre todo en la “popa”, en quienes han estado en primera
línea y evitando que la “barca” de nuestra sociedad se hundiese completamente?
Cuando parece que “la gente se ha olvidado”, hoy debemos recordar
(volver a pasar por nuestro corazón) a “tantos compañeros de viaje que, ante el
miedo, han reaccionado dando la propia vida: médicos, enfermeros y enfermeras,
encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras,
cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes,
religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva
solo”.
Esta reflexión orante nos debe
llevar a las palabras de San Pablo en la 2ª lectura: Nos apremia el amor de
Cristo… Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí...
Después de este tiempo, ¿vivo menos para mí, y más para los otros, o continúo
igual que antes?
ACTUAR.-
San Pablo también ha dicho: El que es de Cristo es una criatura nueva.
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Cuando decimos que la fe “se nos
tiene que notar” en palabras y obras, nos referimos también a esto: no podemos
olvidar lo que han sido y supuesto estos meses, ni siquiera “pasar página”
volviendo sin más a lo de antes, porque la pandemia ha desenmascarado “nuestra
vulnerabilidad y esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos
construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos
muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y
da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”.
Frente a las muestras de egoísmo e insolidaridad, nuestras actitudes y comportamiento han de mostrar que lo nuevo ha comenzado, que la durísima experiencia de la pandemia y sus consecuencias han dado una nueva orientación a nuestra vida, porque Jesús sigue “en la popa” de nuestra barca, de nuestro mundo, de nuestra vida, aunque pueda parecernos que está dormido. Por eso, hoy hacemos nuestras las palabras del Papa: “Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. El Señor nos interpela y nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Que no es tanto creer que Tú, Señor, existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”.