“NO DESPRECIAN A UN PROFETA MÁS QUE EN SU TIERRA”
DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO
Ezequiel 2, 2-5 ● “Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta
en medio de ellos”
Salmo 122 ● ”Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su
misericordia”
2 Corintios 12, 7b-10 ● “Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mi la fuerza de Cristo”
Marcos 6, 1-6.
● “No desprecian a un profeta más que en su tierra”
QUE HABLE SOLO EL
AMOR
VER.-
A menudo nos encontramos con
personas que han vivido su fe muy implicados en su parroquia, o en un
Movimiento apostólico, con un compromiso serio… y que sufren porque sus hijos y
nietos, en bastantes casos se han apartado completamente de la Iglesia. Es una
situación que provoca mucho sufrimiento en estas personas: por una parte, les
lleva a preguntarse qué han hecho mal, piensan que no han sabido dar un buen
testimonio de la fe; por otra parte, se plantean qué hacer para no provocar más
rechazo todavía.
JUZGAR.-
La Palabra de Dios en este domingo nos ofrece una luz para afrontar
esta situación, porque en el Evangelio hemos contemplado que Jesús también la
vivió: fue Jesús a su tierra… la multitud se preguntaba: ¿De dónde saca todo
eso?... ¿No es éste el carpintero, el hijo de María…? Y desconfiaban de él.
Hasta el punto de que Jesús exclama: No desprecian aun profeta más que en su
tierra, entre sus parientes y en su casa… Y se extrañó de su falta de fe.
Como dice la Carta a los Hebreos, Jesús tenía que parecerse en todo a
sus hermanos (Hb 2, 17), y por eso quiso pasar también por la dura experiencia
de la desconfianza y el rechazo de los más allegados. Así nos enseña a afrontar
esa misma situación que Él vivió: en primer lugar, debemos tener claro que en
nuestro seguimiento del Señor seguramente la primera oposición o rechazo nos va
a venir de quienes esperaríamos que más nos comprendiesen y apoyasen.
Pero Jesús no se queda lamentándose ni culpabilizándose, ni deja de actuar. El texto nos dice que No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Como Jesús, lo más seguro es que nosotros no “podamos hacer milagros” en nuestro círculo más cercano: no vamos a provocar ninguna conversión, no vamos a lograr que se interesen por el Señor o por la Iglesia. A menudo, ante el rechazo de los demás, es mejor “callar y actuar”; lo que podemos hacer es “curar enfermos”, es decir, ofrecer nuestro servicio y entrega hacia ésos que “desprecian” al Señor.
Algunos podrán objetar que así renunciamos a dar testimonio de fe, que
nos quedamos en el plano “asistencial”, que hay que insistir a tiempo y a
destiempo (2Tm 4, 2), pero muchas veces con esto sólo conseguimos provocar más
rechazo. Por eso, manteniendo lo que San Pablo VI dijo en “Evangelii nuntiandi”
22: “La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde
o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera,
mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino,
el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”, para estas situaciones a las que
nos referimos la actitud del Señor nos indica la línea a seguir, como dijo el
Papa Benedicto XVI en “Dios es amor”: “El cristiano sabe cuándo es tiempo de
hablar de Dios y cuando es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el
amor” (31.c). Y esto es así porque “es consciente de que el amor, en su pureza
y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos
impulsa a amar. [El cristiano] Sabe que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y que se hace
presente justo en los momentos en que no se hace más que amar”.
El servicio y la entrega
realizados por amor son un testimonio de fe en el Dios que es Amor. Y, como decía
la 1ª lectura, te hagan caso o no te hagan caso… sabrán que hubo un profeta en
medio de ellos. Quienes reciben nuestros gestos de amor sabrán que es Dios
quien nos mueve a realizarlos, aunque explícitamente no lo quieran aceptar e
incluso lo rechacen.
ACTUAR.-
¿Sufro el rechazo hacia Dios y la Iglesia por parte de mi familia?
¿Cómo me afecta? ¿Soy de quienes insisten machaconamente, de quienes renuncian,
o de quienes callan y actúan?
Es muy doloroso sufrir el rechazo hacia Dios y la Iglesia por quienes más cerca tenemos, y es lógico sentirnos abatidos y sin saber qué podemos hacer. Pero como decía San Pablo en la 2ª lectura: así residirá en mí la fuerza de Cristo. Él hoy nos muestra un camino a seguir, el mismo que Él siguió: desde su experiencia de Dios como amor, transmitir amor. Como cantó Silvio Rodríguez: “Sólo el amor alumbra lo que perdura/Sólo el amor convierte en milagro el barro/Sólo el amor engendra la maravilla/Sólo el amor consigue encender lo muerto”. Ante el rechazo a la fe, tengamos bien presentes las palabras de Benedicto XVI: “El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar”. Ante el rechazo, callemos pero actuemos, “dejando que hable sólo el amor”.