Domingo 22 de enero de 2023
PRIMERA LECTURA:
“En Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande”
(Isaías 8,23b-9,3)
SALMO:
“El Señor es mi luz y mi salvación” (Salmo 26)
SEGUNDA LECTURA:
“Decid todos lo mismo y que no haya divisiones entre
vosotros” (1 Corintios 1, 10-13.17)
EVANGELIO:
“Se
estableció en Cafarnaún para que se cumpliera lo dicho por Isaías” (Mateo 4,
12-23)
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado
del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio
una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les
brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque
está cerca el reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado
Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos,
a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca
repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron
la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el
evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
¿LO CONOCEMOS?
VER.-
Una persona recomendó un libro a
otra y esta, después de leerlo, comentó: “A medida que iba leyendo, parecía que
el autor me conocía, ese libro está escrito para mí”. Es una experiencia
bastante común: leemos un libro o escuchamos una conferencia y “nos toca”.
Evidentemente el escritor o el ponente no conoce a todos sus lectores u
oyentes, habla o escribe de forma genérica, pero su forma de tratar el tema, de
expresarlo… hace que algunos, al leerlo o escucharlo, se sientan directamente
interpelados. Esto ocurre también en lo referente a la fe: leemos o escuchamos
un pasaje bíblico y sentimos que se ajusta perfectamente a nuestra experiencia
o realidad personal, que también “está escrito para mí”, que nos interpela
personalmente.
JUZGAR.-
En este tercer domingo del tiempo
ordinario celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa
Francisco en 2019 en su motu proprio “Aperuit illis” (Les abrió el
entendimiento…), ya que “es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la
fe de los creyentes”.
Como indica el Papa, “puesto que
la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo
(cf. Rm 10, 17), la invitación que surge es la urgencia y la importancia que
los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor tanto en la
acción litúrgica como en la oración y la reflexión personal”.
Y en el Evangelio de hoy hemos
encontrado en el Señor esa doble dimensión de lo genérico y de la interpelación
personal: Comenzó Jesús a predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el
reino de los cielos”. Jesús comienza su predicación con una invitación general
a la conversión, con las mismas palabras que ya había utilizado Juan el
Bautista (Mt 3, 2).
Pero Jesús da un paso más:
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y
a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo:
“Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Ambos hermanos ya habían
oído la predicación del Bautista y habían tenido por lo menos un primer
contacto con Jesús, como nos relata el evangelista san Juan: Andrés, hermano de
Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús;
encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías
(que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le
dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce:
Pedro)» (Jn 1, 40-42)
Antes no se habían sentido
directamente interpelados, pero ahora se dan cuenta de que la llamada de Jesús
es personal, para ellos, y por eso inmediatamente dejaron las redes y lo
siguieron.
También nosotros podemos tener
esta experiencia. La invitación a la conversión es una constante en la Biblia:
el encuentro con Dios no puede dejarnos igual, sabemos que algo tenemos que cambiar
y volvernos más hacia Él. Pero, como es una invitación genérica, corremos el
peligro de quedarnos en buenas intenciones pero sin concretar esa conversión en
nuestra vida.
Por eso hoy el Señor nos
interpela personalmente, como hizo con Andrés, Pedro, Santiago y Juan. Él pasa
por nuestra vida, por nuestras ocupaciones, y también nos dice: Venid en pos de
mí, para que le sigamos. Y el seguimiento conlleva una implicación personal,
reproduciendo los valores, actitudes y comportamiento de Jesús, concretándolos
en el camino de nuestra vida.
ACTUAR.-
¿En alguna ocasión he tenido la
experiencia de que algo que he leído o escuchado “está escrito para mí”? ¿Me
ocurre lo mismo con la Palabra de Dios? ¿Me siento interpelado personalmente
por la llamada de Jesús a la conversión y al seguimiento? ¿Cómo voy a concretar
mi respuesta?
Ojalá hoy cada uno podamos sentir
que este pasaje evangélico que hemos escuchado “está escrito para mí”, que nos
sintamos personalmente interpelados y, aprovechando el comienzo del año, nos
decidamos a “convertirnos”, a volvernos más hacia Dios, siendo mejores
seguidores, mejores discípulos y apóstoles del Señor en nuestra vida cotidiana.
Y que este Domingo de la Palabra de Dios nos ayude a entender que, en
realidad, toda la Biblia “está escrita para mí”, porque “la Biblia no es una
colección de libros de historia, ni de crónicas, sino que está totalmente
dirigida a la salvación integral de la persona”. Y “que el domingo dedicado a
la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua
con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos
antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para
que la cumplas»”. (Dt 30, 14).