lunes, 10 de abril de 2023

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 ÉL HABÍA DE RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS

Domingo 9 de abril de 2023

PRIMERA LECTURA:

“Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos” (Hechos 10, 34a.37-43)

SALMO:

“Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”(Salmo 117)

SEGUNDA LECTURA:

“Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo”(1 Colosenses 3, 1-4)

EVANGELIO: ( Juan 20, 1-9)

“Él había de resucitar de entre los muertos”

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

EL CUERPO DEL DELITO

VER.-

Lamentablemente, conocemos algunos casos de homicidio que han conmocionado a la opinión pública, en los cuales el presunto culpable no ha podido ser condenado porque no ha aparecido el cuerpo del delito. Sin embargo, en algunos casos sí podría dictarse sentencia sin necesidad de que aparezca el cadáver, porque “el cuerpo del delito” no es sólo el cuerpo, sino también las armas, instrumentos y efectos personales encontrados en la escena del crimen y que hayan tenido relación con el hecho. Por tanto, si las pruebas son razonablemente suficientes, se puede dictar sentencia.

JUZGAR.-

Hoy celebramos la Resurrección del Señor, un hecho que desde que sucedió, ha suscitado polémica. Recordemos el domingo pasado, al finalizar el relato de la Pasión: los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Pilato: Aquel impostor, estando en vida, anunció: “A los tres días resucitaré”. Por eso, ordena que vigilen el sepulcro, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”. Y, desde entonces, no han faltado quienes han buscado y rebuscado pruebas que nieguen la Resurrección, pero no las han encontrado; y muchos libros y películas también han tenido como argumento que la Resurrección de Jesús fue una invención. Pero, siguiendo con el ejemplo jurídico, podríamos decir que “sin cuerpo no hay delito”: si no aparece el cuerpo, no se puede afirmar que los discípulos robaron el cadáver.

 Pero, por lo mismo, sin cuerpo tampoco se puede afirmar la Resurrección de un modo evidente. Pero eso no significa que no haya evidencias razonables para creer en ella, analizando la escena y “el cuerpo del delito”, es decir, todo lo que forma parte del hecho de la Resurrección.

 Encontramos varios testigos: en primer lugar (Evangelio de la Vigilia), María la Magdalena y la otra María, que al alborear el primer día de la semana fueron a ver el sepulcro. Según su testimonio, un ángel del Señor corrió la piedra y les dijo: Buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado! como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía. De acuerdo con su testimonio, todo estaba como lo habían dejado en la tarde del viernes, ya que el ángel corrió la piedra que cerraba el sepulcro… pero Jesús ya no estaba dentro.

 Después aparecen otros dos testigos (Evangelio del día): Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, que salieron corriendo camino del sepulcro. El otro discípulo llegó y vio los lienzos tendidos, pero no entró. Simón Pedro entró en el sepulcro y vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Comprueban que el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro, pero ahora aparecen más elementos del “cuerpo del delito”: los lienzos y el sudario enrollado en un sitio aparte. Y esto último es significativo, porque en la tradición judía de la época, cuando alguien se levanta de la mesa donde está comiendo y deja la servilleta doblada es señal de que su ausencia es momentánea, y va a regresar, mientras que si la servilleta es dejada desarreglada, el mensaje es que ya no piensa volver. Es por ello que el otro discípulo, al ver que el sudario estaba ordenadamente doblado, vio y creyó, porque entendió la señal: que Jesús iba a regresar.

 Aun así, siguiendo con el ejemplo jurídico, esto serían “pruebas circunstanciales” que podrían apoyar la fe en la Resurrección pero no la prueban. Hace falta el cuerpo, y por eso Jesús inicia sus apariciones en persona: a María la Magdalena y la otra María les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”. Y ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante Él. Y Pedro afirma: nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos (1ª lectura del día). Y lo mismo ocurrirá con otros discípulos, como iremos escuchando en los próximos domingos.

ACTUAR.-

Hoy resuena con fuerza el anuncio del ángel: ¡Ha resucitado!, pero quizá eso no sea suficiente para nosotros. Nos hace falta la experiencia de encuentro personal con el Resucitado, pero no esperemos a ver su cuerpo, a que se nos aparezca Jesús en persona para afirmar su resurrección y, si no, negarla. Tengamos en cuenta todo “el cuerpo del delito”, como hicieron los primeros discípulos, todo lo que hemos recibido, lo que vamos a ir escuchando y descubriendo a lo largo del tiempo de Pascua, para poder tener suficientes razones para creer y afirmar que verdaderamente ¡ha resucitado! el Señor, como había dicho.