Domingo 8 de junio de 2025
"Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a
hablar” (Hechos 2,1-11)
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles.
Al cumplirse el día de
Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo
desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó
toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como
llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron
todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía manifestarse. Residían entonces en Jerusalén judíos
devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este
ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía
hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: «¿No
son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de
nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos,
medos, elamitas y habitantes de Metoposcopia, de Judea y Capadocia, del Ponto y
Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con
Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos;
también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de
Dios en nuestra propia lengua».
Palabra de Dios.
SALMO:
"Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la
tierra” (Salmo 103)
R. Envía tu
Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V.
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío!, ¡qué grande eres! Cuántas son
tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. /R.
V. Les retiras el
aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu espíritu, y los creas, y
repueblas la faz de la tierra. /R.
V. Gloria a Dios para
siempre, goce el Señor con sus obras; que le sea agradable mi poema, y yo me
alegraré con el Señor. /R.
SEGUNDA LECTURA:
"Cuantos se dejan lleva por
el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios” (1 Co 12, 3b-7. 12-13)
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos: Nadie puede decir:
«Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo. Y hay diversidad de carismas,
pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y
hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero
a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Pues,
lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues
todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en
un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu.
Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en
ellos la llama de tu amor.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
"El Espíritu Santo os lo
enseñará todo” (Juan 20,19-23)
Al anochecer de aquel día, el
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les
dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo
esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
TESTIGOS
DE ESPERANZA EN EL MUNDO.
VER. —
Las aplicaciones de mensajería
instantánea forman parte de nuestro día a día. Resultan muy útiles para
transmitir avisos, documentos, tanto a nivel particular como para el trabajo,
organizaciones… Pero a menudo recibimos tantos mensajes que no nos detenemos a
leerlos bien, les echamos un vistazo y pasamos al siguiente, sin apenas darnos
cuenta de lo que nos están diciendo. Y, lo que es peor, lo olvidamos con mucha
rapidez.
JUZGAR. –
Hoy celebramos la Solemnidad de
Pentecostés, el envío del Espíritu Santo, como hemos escuchado en la 1ª
lectura: “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo
lugar… se llenaron todos de Espíritu Santo”. Pentecostés cierra el tiempo
Pascual y, como hemos estado diciendo ya desde el comienzo de la Cuaresma, en
Pascua no sólo rememoramos algo que ocurrió hace tiempo, sino que actualizamos
en nuestro ‘hoy’ lo que es y significa la Resurrección de Jesucristo.
Durante estas semanas hemos
estado recibiendo muchos mensajes para ayudarnos a esta actualización, unos
mensajes que también se han complementado con los que recibimos con motivo del
Jubileo “Peregrinos de Esperanza”. Tantos mensajes, que corremos el peligro de
pasar por ellos muy rápidamente y olvidarlos; para evitarlo, estamos celebrando
Pentecostés.
Hoy también actualizamos lo que
es y significa, para quienes hoy somos y formamos la Iglesia, el envío del
Espíritu Santo. Pentecostés supuso entonces el inicio de la misión
evangelizadora y supone hoy un nuevo impulso, especialmente para los laicos,
puesto que hoy es el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Y, para
ayudarnos en esta actualización y nuevo impulso, hoy también recibimos un
mensaje, un lema: “TESTIGOS DE ESPERANZA EN EL MUNDO”. Y vamos a detenernos en
él, para darnos cuenta de lo que se nos dice y pide en esta Jornada:
“TESTIGOS”: El cristiano no habla
‘de oídas’, de lo que otros le cuentan, sino desde lo que ve y oye, desde su
propia experiencia personal de encuentro con el Señor. Y esa experiencia de
encuentro es posible gracias a la acción del Espíritu Santo en nosotros, que
hemos recibido en nuestro Bautismo.
“DE ESPERANZA”: El Jubileo
comenzó en la pasada Nochebuena, pero con el transcurso de los meses quizá ya
no nos ‘suena’ con la misma intensidad. Pentecostés nos recuerda lo que dijo el
Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo, y que hemos repetido a lo
largo de estos meses: «Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la
esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá
consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir
sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad
al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas
desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo» (1) Por eso, hoy
se nos llama a ser ‘testigos de Esperanza’, con mayúsculas esa ‘esperanza que
no defrauda’ y que tiene un Nombre y un Rostro: Jesucristo Resucitado, con
quien nos hemos encontrado.
“EN EL MUNDO”. Pentecostés
también nos recuerda que la fe en Cristo Resucitado no se vive de un modo
intimista, ‘cerrado’, sino que la fe es misión, que por el Espíritu Santo que
hemos recibido en nuestro Bautismo todos somos ‘discípulos misioneros’. Aquí
encontramos lo específico de Pentecostés como Día de la Acción Católica y del
Apostolado Seglar. Hay que estar ‘en el mundo’, que es el lugar propio donde
los laicos están llamados a ofrecer su testimonio de Esperanza: los ambientes
de familia, trabajo, estudio, vecindario, relaciones, grupos sociales… Ahí
están presentes como sal y luz, como levadura en la masa, para que los demás
puedan “oírles hablar de las grandezas de Dios en su propia lengua”.
ACTUAR. –
¿Leo con atención los mensajes
que recibo, o paso rápidamente por ellos? ¿Qué recuerdo de los mensajes que he
recibido durante este tiempo de Pascua? ¿Soy testigo de esos mensajes?
Hoy,
simbólicamente, apagaremos el Cirio Pascual, símbolo de la Luz de Cristo
Resucitado; pero eso no significa pasar a otra cosa y olvidar lo que hemos estado
celebrando. El Señor nos deja el Espíritu Santo, que “será quien os lo enseñe
todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”, para que continuemos la
misión a la que nos Él nos envía: ser “Testigos de Esperanza en el mundo”.