Domingo, 29 de junio de 2025
PRIMERA LECTURA:
"Te doy lo que tengo: en
nombre de Jesús, levántate y anda” (Hechos 3,1-10)
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles.
En aquellos días, el rey Herodes
decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar
a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos,
decidió detener también a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de
prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes
de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas
las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la
Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Cuando Herodes iba a conducirlo al
tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado
con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De
repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro
en el costado, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate». Las cadenas se
le cayeron de las manos, y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las
sandalias». Así lo hizo, y el ángel le dijo: «Envuélvete en el manto y
sígueme». Salió y lo seguía, sin acabar de creerse que era realidad lo que
hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de
atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que
daba a la ciudad, que se abrió solo ante ellos. Salieron y anduvieron una calle
y de pronto se marchó el ángel. Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora sé realmente
que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de
toda la expectación del pueblo de los judíos».
Palabra de Dios.
SALMO:
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
V. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza
está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo
escuchen y se alegren. /R.
V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos
juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis
ansias. /R.
V. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro
rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó
de sus angustias. /R.
V. El ángel del Señor acampa en torno a quienes
lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el
Señor, dichoso el que se acoge a él. /R.
SEGUNDA LECTURA:
"Dios me escogió desde el
seno de mi madre” (Gálatas 1, 11-20)
Lectura de la segunda carta del
apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hermano: Yo estoy a punto
de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He
combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo
demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me
dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado
con amor su manifestación. Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para
que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las
naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra
mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
"Apacienta mis corderos,
pastorea mis ovejas” (Juan 21, 15-19)
En aquel tiempo, al llegar a la
región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la
gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el
Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís
que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo
del Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, ¡hijo de Jonás!,
porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las
llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
¿QUÉ
SIGNIFICA EL PAPA?
VER. -
La muerte del Papa Francisco y la
elección de León XIV acapararon durante muchos días el centro de atención. Para
muchos, el Papa es un líder religioso que actúa desde un centro de poder, el
Vaticano; para otros, el Papa representa algo arcaico, con un ceremonial y
formas impropias del siglo XXI; para otros, ese ceremonial y formas representan
algo ‘seguro’ que debe mantenerse en este cambio de época; otros lloraron por
la muerte de Francisco y se entusiasmaron por la elección de León XIV... pero
seguramente pocos sabrían explicar qué significa el Papa en la Iglesia
Católica.
JUZGAR. -
Hoy celebramos la Solemnidad de
los santos Pedro y Pablo, el primer Papa y el gran evangelizador de los
gentiles, dos fundamentos de la Iglesia apostólica, ambos diferentes pero
complementarios, como diremos después en el Prefacio: «Pedro fue el primero en
confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquél fundó la
primitiva Iglesia con el resto de Israel, éste fue maestro y doctor en la
vocación de los gentiles. Así, por caminos diversos, congregaron la única
familia de Cristo».
Dos fundamentos de la Iglesia
que, de entrada, no parecen ser los más indicados: Pedro es mostrado en los
Evangelios como uno de los primeros discípulos que fueron llamados por el
Señor, testigo privilegiado de momentos importantes en la vida y predicación de
Jesús, el primero en reconocer: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”
(Evangelio del día). Pero también es mostrado como el que rechazó el anuncio de
la Pasión de Jesús y acabo negándole tres veces. Pablo afirma que él ha
recibido el Evangelio directamente “por revelación de Jesucristo”, pero también
reconoce “con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba…” Pero, a
pesar de sus debilidades, ambos han sido elegidos por el Señor como piedras
fundamentales de la Iglesia, edificada sobre la Roca que es Cristo.
Por esta elección del Señor,
porque Él así lo quiso, y no por sus méritos personales, es por lo que san
Pedro y san Pablo ocupan un lugar destacado y reciben una especial veneración
en la Iglesia.
Respecto a Pedro, Jesús le
entrega “las llaves del Reino de los cielos”, y le da el poder de ‘atar y
desatar’, un poder que Pedro deberá ejercer no como autoritarismo y dominación,
sino desde la conciencia de su debilidad, teniendo presentes las tres preguntas
de Jesús: “¿Me amas… Me amas… ¿Me quieres?” Como dijo el Papa León XIV en la
homilía de inicio de su ministerio petrino: «¿Cómo puede Pedro llevar a cabo
esta tarea? El Evangelio nos dice que es posible sólo porque ha experimentado
en su propia vida el amor infinito e incondicional de Dios, incluso en la hora
del fracaso y la negación». Será entonces cuando podrá realmente apacentar el
rebaño del Señor y llevar a cabo lo que Jesús le había dicho: “Cuando te hayas
convertido, confirma a tus hermanos”. (Lc 22, 32)
Ésta es la misión y el estilo que
deben seguir los sucesores de Pedro, los Papas, como también expresó León XIV
en su homilía: «Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y temblor,
vengo a vosotros como un hermano que quiere hacerse siervo de vuestra fe y de
vuestra alegría, caminando con vosotros por el camino del amor de Dios. No se
trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda
religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de
amar como lo hizo Jesús».
Por eso, el Papa, sea quien sea,
es querido en la Iglesia como el ‘gran puente’ (‘Sumo Pontífice’) que, por
medio de su ministerio, ‘nos confirma en la fe’ y nos enseña a acercarnos,
también conscientes de nuestra debilidad y pecado, al encuentro con el amor
misericordioso de Dios
En cuanto a Pablo, de quien
hablamos más extensamente en la fiesta de su conversión (25 de enero), siempre
realizó su misión entre los gentiles en comunión con Pedro, y aprendieron a
superar las discrepancias y obstáculos desde la común experiencia de su amor
por Cristo.
ACTUAR. -
La Solemnidad de hoy nos debe
llevar a valorar y agradecer este regalo que hemos recibido desde Pedro, el
primer Papa, y desde Pablo, el gran Apóstol de los gentiles, y que han
continuado sus sucesores, los Papas y Obispos. Hoy es ocasión, para nosotros y
para los demás, de clarificar lo que es y significa la figura del Papa, sin
quedarnos en la persona concreta ni en el ‘ropaje externo’, sino en lo que
representa: Cristo Resucitado continúa su misión evangelizadora para que
encontremos la salvación que Él nos ofrece, y uno de los modos de hacerlo es
servirse del sucesor de Pedro, el Papa, para que continúe ‘confirmando en la
fe’ a todos los que somos y formamos la Iglesia.