jueves, 11 de diciembre de 2025

DOMINGO III DE ADVIENTO “GAUDETE” - CICLO A

 DOMINGO III DE ADVIENTO “GAUDETE” - CICLO A

Domingo 14 de diciembre de 2025                        

 PRIMERA LECTURA:

"Dios viene en persona y os salvará” (Isaías 35, 1-6a.10)

Lectura del libro de Isaías.

·            *  El desierto y el yermo se regocijarán,

se alegrará la estepa y florecerá,

germinará y florecerá como flor de narciso,

festejará con gozo y cantos de júbilo.

·        Le ha sido dada la gloria del Líbano,

el esplendor del Carmelo y del Sarón.

·       Contemplarán la gloria del Señor,

la majestad de nuestro Dios.

·        *  Fortaleced las manos débiles,

afianzad las rodillas vacilantes;

decid a los inquietos:

·       *  «Sed fuertes, no temáis.

¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,

la retribución de Dios.

Viene en persona y os salvará».

·       *  Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,

los oídos de los sordos se abrirán;

entonces saltará el cojo como un ciervo.

·       *  Retornan los rescatados del Señor.

Llegarán a Sion con cantos de júbilo:

alegría sin límite en sus rostros.

·        * Los dominan el gozo y la alegría.

Quedan atrás la pena y la aflicción.

   Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Ven, Señor, a salvarnos” (Salmo 145)

R.  Ven, Señor, a salvarnos.

V.  El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. /R. 

V.  El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. /R. 

V.  Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sion, de edad en edad. /R. 

 

SEGUNDA LECTURA:

"Fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca” (Santiago 5, 7-10)

Lectura de la carta del apóstol Santiago.

Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas. Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.

Palabra de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha enviado a evangelizar a los pobres.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO:

¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mateo 11, 2-11)

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!». Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

Palabra del Señor.

NO SEAMOS IMPACIENTES

VER. -

A finales de octubre, ya empezaron a instalar en las calles la decoración navideña. Resultaba totalmente anacrónico, porque con una temperatura superior durante el día a los 25 grados, para nada había ‘ambiente navideño’. Lo mismo en bazares, grandes superficies y supermercados, en cuanto pasó la celebración de Todos los Santos se pusieron a la venta los adornos y dulces típicos de la Navidad. No sólo en lo referente a la Navidad, sino en muchos otros ámbitos, lo queremos todo ‘ya’, nos hemos vuelto muy impacientes, y hemos perdido el sentido de la espera, el gusto de vivir la anticipación, la preparación para disfrutar más lo esperado.

 

JUZGAR. -

El Papa Francisco, en la Bula de convocación del Jubileo ‘Peregrinos de esperanza’, nos invitaba a «desarrollar una virtud estrechamente relacionada con la esperanza: la paciencia. Estamos acostumbrados a quererlo todo y de inmediato, en un mundo donde la prisa se ha convertido en una constante. Ya no se tiene tiempo para encontrarse, y a menudo incluso en las familias se vuelve difícil reunirse y conversar con tranquilidad. La paciencia ha sido relegada por la prisa, ocasionando un daño grave a las personas. Asimismo, en la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el ‘aquí y ahora’, la paciencia resulta extraña». (4)

Este tercer domingo de Adviento, tiempo de preparación a la Navidad, tiempo de espera y esperanza, nos hace una llamada a la paciencia, como recomendaba san Pablo en la 2ª lectura: “Esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros… porque la venida del Señor está cerca”. Lo que es de verdad la Navidad, lo que nosotros esperamos, está cerca y llegará, no hace falta apresurarlo ni adelantarlo. El Adviento es la ocasión de sentirnos como ese labrador y aguardar con agradecimiento la llegada de ese ‘fruto precioso’ que es el Hijo de Dios hecho hombre, que se hace presente por nosotros y por nuestra salvación. Nos vemos envueltos en la prisa por adelantar la Navidad, por empezarla ‘ya’, aunque sólo en sus aspectos externos y menos importantes; por eso, nos corresponde a nosotros no dejarnos arrastrar por esa corriente.

Por eso, no sólo ‘aguardamos’ pasivamente, sino que nos preparamos. El Adviento es el tiempo para profundizar con paciencia en el contenido de nuestra esperanza.

Podemos refrescar en nosotros la promesa de Dios que hemos escuchado en la 1ª lectura: “El desierto y el yermo se regocijarán… se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán, saltará el cojo como un ciervo…” actualizando estas imágenes a nuestro ‘hoy’, a nuestra realidad personal, familiar, social… para ver en qué medida esa promesa de Dios influye o no en nuestra vida cotidiana.

También, en nuestra oración, podemos hacer al Señor la pregunta de los discípulos de Juan: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, pensando si de verdad estamos esperando a Jesús, o bien en estos días son otras personas, actividades o intereses lo que estamos esperando de verdad, lo que ocupa la mayor parte de nuestro pensamiento, atención y tiempo.

Y también podemos aplicarnos la respuesta que da el Señor: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!” De nuevo, traduzcamos estas imágenes a nuestra realidad: ¿Estoy ‘viendo y oyendo’ signos de la presencia de Dios entre nosotros, en mi vida, en la sociedad? ¿Sé descubrir la acción de Dios en medio de tantas situaciones difíciles propias o ajenas o ‘me escandalizo’ porque pienso que no está haciendo nada?

 

ACTUAR. -

La 1ª lectura nos pedía: “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes…” Y san Pablo también nos recomendaba: “Fortaleced vuestros corazones”. Aún queda tiempo de Adviento aprovechémoslo para ‘fortalecernos’, sin prisas, cuidando la oración, la participación en la Eucaristía, la formación…

Hagamos nuestra la llamada del Papa Francisco: «Redescubrir la paciencia hace mucho bien a uno mismo y a los demás. La paciencia, que también es fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por lo tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y al mismo tiempo la sostiene». (4) Ojalá que uno de los frutos del Jubileo sea éste: no seamos impacientes. “El Señor está cerca”, preparemos bien su venida como verdaderos ‘Peregrinos de esperanza’.