III Domingo de Adviento - B
● Isaías 61, 1-2a.10-11 ● “Desbordo de gozo con el Señor”
● Salmo: Lc 1, 46-50.53-54 ● ”Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”
● Juan 1, 6-8.19-28 ● “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”
EL ADVIENTO Y LA ALEGRÍA
● En este domingo, como en el
domingo pasado, la figura de Juan Bautista aparece como protagonista en la
espera del Señor por parte del pueblo de Dios. El evangelista Juan nos lo
presenta como “testigo de la luz” ●
Una característica propia del Adviento, y que se expresa especialmente en las
otras lecturas de hoy, es la alegría por
la venida del Señor. Convertir dicha lectura en oración contemplativa,
dejarse llevar por el sentimiento que provoca el Espíritu Santo en quienes
acogen a Jesucristo en su vida. También nosotros. ¡ALEGRÉMONOS!
VER:
A pesar de tanta facilidad que tenemos actualmente para acceder a la información en general, hay mucho desconocimiento incluso en lo que respecta a nuestra vida cotidiana y nuestro entorno. Los padres no conocen muchos aspectos de la vida de sus hijos cuando estos llegan a la adolescencia, ni los hijos conocen las historias familiares. Tampoco es frecuente saber, al menos, los nombres de nuestros vecinos de escalera. Sobre todo en las ciudades es muy común desconocer el nombre de nuestras calles, excepto dos o tres por las que nos movemos, y también es muy común desconocer nombres de monumentos, museos y otros lugares de nuestra ciudad. Por eso, cuando alguna circunstancia hace que tengamos conocimiento de estas personas y realidades, nos llevamos una sorpresa, porque la hemos tenido hay, muy cerca, y no la conocíamos.
JUZGAR:
Ese desconocimiento también se produce, aún más agudizado, en lo referente a la fe cristiana. Como indica el material de Adviento preparado por ACG: “Jesucristo, aparentemente conocido por todos, es para muchos un perfecto desconocido. Incluso para muchos cristianos”. Incluso en España, donde las estadísticas indican que un 67% se declaran católicos, en realidad son mayoría las personas que desconocen casi totalmente los aspectos más básicos de nuestra fe. Un ejemplo: cuando en un concurso de televisión hacen alguna pregunta referente a la Biblia, a la Iglesia Católica o a la fe, es rarísimo que el concursante acierte la respuesta. Y esto es porque muchos simplemente aceptan las ideas preconcebidas y tópicos que transmiten programas de televisión, películas y series. Otros se han quedado en los pocos conceptos que recuerdan cuando, de pequeños, asistieron a catequesis, pero posteriormente no han vuelto a la parroquia ni han manifestado interés en cultivar su fe. Por eso, en este tercer domingo de Adviento y en esta realidad nuestra, cobran especial importancia las palabras de Juan el Bautista que hemos escuchado en el Evangelio. En medio de vosotros hay uno que no conocéis. Siempre, pero especialmente en este tiempo de pandemia, muchos se preguntan dónde está Dios, porque Jesús, el Dios-con -nosotros, no es conocido por la mayoría. Lamentablemente, ni siquiera es conocido por muchos que se autocalifican como “católicos practicantes”, porque limitan esa “práctica” al “cumplimiento del precepto dominical” y a “rezar oraciones”, pero sin buscar un verdadero encuentro con Jesucristo ni profundizar en lo que la fe cristiana significa para la vida. Aquí surge la primera llamada de este tercer domingo de Adviento: “Como cristianos no podemos contentarnos con afirmar con los labios una doctrina que la Iglesia enseña sobre Jesucristo. La adultez cristiana pasa por conocer mejor a Jesucristo y todo lo que él significa de interrogante, desafío, interpelación, promesa y buena noticia para nosotros y las personas de todos los tiempos. «Conocer» no sólo está relacionado con la cabeza, sino que es siempre algo íntimo y experiencial que tiene que ver con la vida, el seguimiento, la identidad, el compartir y la felicidad. Por eso es fundamental posibilitar un encuentro con Jesús”. Conoceremos a Jesús si dejamos de “oír Misa” y nos encontramos con Él participando activa y conscientemente en la Eucaristía, si dejamos de “rezar” y nuestra oración es “tratar de amistad con Aquél que sabemos nos ama”, si aprovechamos las oportunidades de retiros y formación en los Equipos de Vida que la parroquia nos ofrece. Y la segunda llamada es a ser testigos de Su presencia en medio de nosotros, como Isaías en la 1ª lectura (me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren) y Juan Bautista en el Evangelio (éste venía como testigo de la luz), porque “todo creyente que toma en serio su fe se convierte en testigo de Jesucristo. No se puede escuchar, su buena noticia sin sentir la necesidad de comunicarla. Se trata de anunciar y hacer creíble a Jesucristo”. Y ser testigos no es algo opcional, es inseparable de una auténtica fe cristiana.
ACTUAR:
¿Qué personas y realidades de mi entorno desconozco? ¿Puedo afirmar que conozco a Jesucristo? ¿Mi vida de fe es de “cumplimiento” o busco el encuentro con el Señor a través de los medios que la parroquia me ofrece? ¿Cómo anuncio a Jesucristo, con obras y palabras, para que sea conocido? “Hoy, igual que siempre, Jesús tiene que ser anunciado por alguien. Sin precursores, Jesús no tiene camino fácil para llegar al corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo”. Sintámonos enviados por el Señor, como Isaías y Juan el Bautista, para que Jesús deje de ser el gran Desconocido que está en medio de nosotros. Acción Católica General