Queridos
parroquianos, cuando me dispongo a comenzar mi ministerio entre vosotros me
acuerdo de las palabras que nos repetía D. Pedro Cámara cuando era nuestro
director espiritual en el seminario: “Comenzad desde ahora a
rezar por quienes serán vuestros feligreses en el futuro. Vosotros no sabéis
todavía quienes son, pero Dios sí lo sabe”.
Dios sí lo sabía, y
en su voluntad amorosa, de la que nada escapa, permitió las circunstancias que
hoy, más de un cuarto de siglo después de aquellas palabras, hacen que aquella
oración fuera dirigida a Dios en favor vuestro.
Me presento ante
vosotros con plena conciencia de que el ministerio supera mis fuerzas. Siempre
lo he pensado así y este convencimiento se ha afianzado en mi conciencia a lo
largo de los más de veinte años que llevo de cura. Sin embargo, a esa
conciencia de indignidad se ha ido sumando la evidencia de que Dios es fiel. Su
fidelidad se ha manifestado en todos los momentos de mi vida, que comenzara en
Baeza hace más de 47 años, y de ministerio de presbítero, al que fui
incorporado en la Catedral de Jaén el 25 de junio de 1995.
Llego a vosotros desde el Seminario
Diocesano, donde he servido durante los dos últimos años y donde sigo siendo
profesor. Antes he sido párroco de S. Pedro Pascual, de Santa María de
Torredonjimeno, de San Esteban de Santisteban del Puerto, de la Virgen del
Carmen del Puente del Obispo, de S. Marcos de Hinojares y de la Sagrada Familia
del Fontanar, la que fuera mi primera parroquia y de la que fui el primer
párroco. También he colaborado con la Parroquia de S. Francisco en S. Fernando
de Cádiz, con la Encarnación de Bailén y con la parroquia de Santa María Goreti
en Roma.
En esta última
ciudad completé mis estudios teológicos que había comenzado en el Seminario de
Jaén y continué en la Facultad de teología de Granada de la que soy colaborador
en la actualidad.
Soy muy consciente
del momento crucial en el que se encuentra la Iglesia de Cristo y a la que
nuestra parroquia no puede ser indiferente. La llamada
de los últimos Papas a la nueva Evangelización va concretándose en el
ministerio del Papa Francisco de una manera que resulta apasionante.
Llego a vosotros
convencido de que Dios nos iluminará de tal manera que podamos responder
generosamente a su voluntad. Os agradezco en nombre del Señor vuestra entrega a
la misión y aguardo con impaciencia el momento de encontrarme personalmente con
vosotros.
Luis María Salazar
García