“ÉSTE ES MI HIJO AMADO”
28 de febrero de 2021
(II Domingo de Cuaresma)
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Génesis 22, 1-2.9a.15-18 ● “Sacrificio de nuestro patriarca Abrahán”
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Salmo 115 ● ”Caminaré en presencia del Señor ,en el país de la vida”
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Romanos 8, 31b-34 ● “Dios no perdonó a su propio Hijo”
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Marcos 9, 1-9 ● “Éste es mi Hijo amado”
Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente, como ningún batanero de la tierra podría blanquearlos. Y se les aparecieron Elías y Moisés hablando con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Es que no sabía lo que decía, pues estaban asustados. Una nube los cubrió con su sombra; y desde la nube se oyó una voz: «Éste es mi hijo amado. Escuchadlo». Miraron inmediatamente alrededor, y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos. Ellos guardaron el secreto, pero discutían qué querría decir con eso de «resucitar de entre los muertos».
“CREAR EL AMBIENTE ADECUADO”
VER
En una reunión del Consejo Pastoral Parroquial se propuso reformar los locales parroquiales para crear el ambiente adecuado para impartir la formación cristiana, sobre todo de infancia, ya que los actuales resultaban “fríos y desangelados”. También en otros ámbitos (hogar, trabajo, centros culturales, deportivos, médicos…) se ve la necesidad de crear un ambiente adecuado puesto que el entorno favorece que quienes se encuentran allí disfruten más o reciban mejor lo que se les ofrece.
JUZGAR
Este segundo domingo de Cuaresma nos presenta la Transfiguración del Señor.
Como diremos en el Prefacio, Jesús, “después de anunciar su muerte a los
discípulos, les mostró el esplendor de su gloria”. Jesús sabe que se acercan
los duros momentos de su Pasión y quiere que tengan esta experiencia para
fortalecerlos, mostrándoles como un anticipo de la gloria que tendrá después de
su muerte en la cruz y su resurrección. Y por eso también quiere que escuchen
la voz del Padre, que repite las palabras pronunciadas en su Bautismo: Este es
mi Hijo amado; escuchadlo.
Esta experiencia de la Transfiguración podría haber tenido lugar en
cualquier sitio, pero Jesús crea el ambiente adecuado para la misma: subió con
ellos solos a una montaña alta. En primer lugar, no lleva a todo el grupo de
los Doce, sólo a Pedro, Santiago y Juan. Y en segundo lugar, los lleva a una
montaña alta, que en la Biblia es lugar de encuentro con Dios, de proximidad de
Dios, el lugar de la revelación de Dios: a Abrahán, como hemos escuchado en la
1ª lectura, a Moisés, a Elías…
Nosotros, como cristianos, también necesitamos “experiencias de Tabor”, más
aún en este tiempo de pandemia, con los duros momentos que muchas personas
están pasando. También necesitamos recordar y tener presente ese “anticipo” de
la gloria de Cristo Resucitado, y también necesitamos escucharle. Por eso, en
esta Cuaresma, el segundo domingo nos hace una llamada a crear un ambiente
adecuado para encontrarnos con el Señor.
Jesús subió con ellos solos: son muchas las tareas y preocupaciones que
llenan nuestro día, y nos falta un tiempo de calidad para estar a solas con el
Señor. Un tiempo que a lo mejor no puede ser muy largo, pero que debe ser “sólo
para Él”, para estar a solas con Él, porque lo necesitamos.
Y para eso “nos vamos a una montaña alta”. Debemos crear el ambiente
adecuado para estar a solas con el Señor, y eso requiere dejar de lado durante
un tiempo otras cosas (radio, televisión, redes sociales…), pero dejarlas de
verdad. Hacer lo que nos dijo el Señor el Miércoles de Ceniza: Tú, cuando vayas
a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre…
Acostumbrarnos a “cerrar la puerta” durante unos momentos: pedir que no nos
molesten, poner el móvil en silencio…
Y una vez hayamos “subido a solas con el Señor a esa montaña alta”,
escuchadlo, como ha dicho el Padre. Crear el ambiente adecuado incluye hacer
silencio, no sólo exterior sino interior. Nuestra oración no debe consistir
simplemente en repetir rezos, ni tampoco debe ser sólo oración de petición.
Necesitamos aprender a silenciar nuestra mente para escucharle a Él, aprender a
leer su Palabra para meditarla, dejando que el Espíritu nos vaya mostrando qué
nos dice el Señor.
ACTUAR
No es complicado hacerlo, aunque nos resulta muy difícil “subir solos con el Señor a una montaña alta”: nos cuesta desconectar y posponer otras cosas para cuidar el tiempo de encuentro con el Señor, nos cuesta hacer silencio interior y ponernos a la escucha, leer e interiorizar su Palabra…
Son muchos los creyentes y no creyentes que, sobre todo en esta época, se
preguntan dónde está Dios. La Cuaresma es tiempo favorable, como dijimos el
Miércoles de Ceniza, para descubrir los signos de su presencia, pero para ello
necesitamos crear el ambiente adecuado. Podemos empezar por lo que se nos
propone en el material de Cuaresma de Acción Católica General: “preparar en
nuestra casa un espacio significativo, un lugar donde puedes poner un paño
morado, en este lugar pon la Palabra de Dios abierta por el Evangelio de cada
domingo (o si es la Biblia que utilizas para tu oración diaria, puedes tenerla
abierta por el Evangelio correspondiente a cada día). Si es posible, pon junto
a la Palabra un crucifijo”.
Es algo muy simple pero nos ayudará a crear el ambiente adecuado para
“subir a solas con el Señor” y escucharle, para poder recibir mejor todo lo que
Él nos ofrece en Cuaresma y así, cuando “bajemos” de nuevo a nuestra vida
cotidiana, descubramos y señalemos los signos de su presencia.