“SE ME HA DADO PLENO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA”
18 de mayo de 2021 (SOLEMNIDAD DE
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR)
Hechos 1,1-11 ● “Lo vieron levantarse”
Salmo 46 ● ”Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de
trompetas”
Efesios 1, 17-23 ● “Lo sentó a su derecha en el Cielo”
Marcos 16, 15-20 ● “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”
LA “NUEVA NORMALIDAD”
VER.-
Uno de los nuevos conceptos y
expresiones que ha traído la pandemia del coronavirus es el de “nueva
normalidad”, que empezó a utilizarse tras el confinamiento, para referirse a
las nuevas condiciones que habrán de regir a partir de ahora las relaciones humanas,
sociales, laborales… y que vienen marcadas por el uso de mascarilla, un mayor
cuidado de la higiene, los aforos limitados, el distanciamiento social, las
citas previas para casi todo… Un conocido personaje público, en una entrevista,
dijo algo que mucha gente pensaba y sigue pensando: Se habla de nueva
normalidad y yo quiero una antigua normalidad, la de antes. Y muchos desearían
que las cosas vuelvan a ser como antes, pero todo ha cambiado demasiado y ya
nada será igual, y tenemos que asumir la nueva normalidad.
JUZGAR.-
La mayoría de las personas nos resistimos a los cambios, sobre todo en aspectos fundamentales de nuestra vida. Y en este domingo de la Ascensión del Señor hemos escuchado que la Resurrección de Jesús fue un acontecimiento que marcó un antes y un después en la vida de los discípulos: Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo.
Con Jesús Resucitado y su Ascensión al cielo ha comenzado una nueva
época para sus discípulos, que traerá una “nueva normalidad”. Una primera
característica de esta “nueva normalidad” es que el Señor ha constituido el
nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia. Pero los discípulos no acaban de asimilar
esta novedad que la Resurrección significa, y esperan que las cosas vuelvan a
la “antigua normalidad”, como antes: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la
soberanía de Israel? Sin embargo, el pueblo de Dios ya no se identifica con
Israel y no hay que pretender volver a esplendores pasados. Quizá también algunos
hoy desearían que la Iglesia volviera a épocas pasadas en las que tenía mayor
poder y reconocimiento en la sociedad.
La “nueva normalidad” incluye también que las fronteras del Pueblo de Dios ya no están delimitadas por un territorio: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la Creación. El Pueblo de Dios abarca toda la Creación y estará formado por todo aquél que crea y se bautice. Quizá a algunos hoy les cuesta aceptar la incorporación a las comunidades parroquiales, movimientos y asociaciones, de personas que provienen de otros lugares y culturas.
Y otras características de la “nueva normalidad” que trae la
Resurrección y Ascensión del Señor las hemos escuchado en la 2ª lectura: os
ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Muchos
siguen pensando que la “vocación” es algo sólo para el ministerio sacerdotal o
la vida de especial consagración, y no han descubierto la vocación laical y su
importancia en la evangelización.
Sed siempre humildes y amables,
sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzados en mantener la
unidad del Espíritu con el vínculo de la paz… En nuestro mundo, marcado por una
creciente agresividad y crispación, la “nueva normalidad” de los discípulos de
Cristo consiste en llevar a la práctica cotidiana estas indicaciones, como dice
el Papa Francisco: “Es una manera de tratar a otros que se manifiesta de
diversas formas: como amabilidad en el trato, como un cuidado para no herir con
las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de los demás. Implica
decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que
estimulan, en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que
desprecian” (Fratelli tutti 223).
ACTUAR.-
¿Acepto la “nueva normalidad” en la vida social, familiar, laboral… o
deseo que todo vuelva a ser como antes? ¿Celebrar la Resurrección de Cristo ha
supuesto para mí algún cambio? ¿Añoro tiempos pasados de la Iglesia? ¿Qué
característica de la “nueva normalidad” de Cristo necesito cuidar más? ¿Y en mi
comunidad parroquial, asociación, movimiento…?
Nos guste más o menos, el cambio de época que estamos viviendo acarrea también una “nueva normalidad” y necesitamos asumirlo. La Resurrección y Ascensión del Señor también debería suponer un cambio para cada uno y para la Iglesia en general, y necesitamos asumir la “nueva normalidad” que debemos vivir como discípulos y apóstoles suyos, en camino hacia la santidad. Hagamos como los primeros discípulos, que fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y que la práctica de la “nueva normalidad” de Cristo sea el signo para que otros también puedan creer en Él y bautizarse.