“EL ESPÍRITU SANTO OS IRÁ RECORDANDO TODO LO QUE OS HE DICHO”
PRIMERA LECTURA:
“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no poneros más cargar que las
indispensables” (Hechos 15, 1-2.22-29)
SALMO:
”Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos
te alaben” (Salmo 66)
SEGUNDA LECTURA:
“Me mostró la ciudad santa que descendía del
cielo”(Apocalipsis 21, 10-14.22-23)
EVANGELIO:
(Juan 14,
23-29)
Jesús le
contestó: «El que me ama guardará mi doctrina, mi Padre lo amará y mi Padre y
yo vendremos a él y viviremos en él. El que no me ama no guarda mi doctrina; y
la doctrina que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado».
«Os he dicho
estas cosas estando con vosotros; pero el defensor, el Espíritu Santo, el que
el Padre enviará en mi nombre, él os lo enseñará todo y os recordará todo lo
que os he dicho».
«La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo. No estéis angustiados ni tengáis miedo. Ya sabéis lo que os he dicho: Me voy, pero volveré a estar con vosotros. Si me amáis, os alegraréis de que me vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda creáis.
VER.-
Una queja muy común, sobre todo en los adultos, es la falta de memoria. Por diferentes motivos (acumulación de tareas, dispersión de la atención y, también, falta de voluntad), se nos hace difícil recordar hasta las cosas más simples. Con el avance de las tecnologías, se ha desarrollado el “asistente virtual” que es un programa informático provisto de voz, instalado en el ordenador o en el dispositivo móvil, y que ayuda al usuario en múltiples tareas, algunas tan comunes como recordar fechas, poner alguna alarma, buscar información… Para ello, sólo hay que decir unas palabras clave y después hacer la petición, y el asistente se pone en marcha.
JUZGAR.-
Estamos ya en el sexto domingo de Pascua, y en este último tramo hemos
escuchado decir al Señor en el Evangelio: Que no se turbe vuestro corazón ni se
acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Jesús anuncia
a sus discípulos que, tras su Resurrección, no permanecerá indefinidamente con
ellos, sino que vuelve al Padre. Jesús sabe que, al no estar físicamente
presente con ellos, se corre el peligro de que lo que Él enseñó vaya
desdibujándose y perdiéndose, por diferentes motivos.
Es lo que hemos escuchado en la 1ª lectura que ocurrió en Antioquía.
Bien pronto surgieron discrepancias entre los miembros de la comunidad
cristiana, porque unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los
hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían
salvarse. Algunos cristianos que provenían del judaísmo pensaban que había que
seguir circuncidándose y cumpliendo la ley de Moisés, mientras que otros, que
provenían de los gentiles, decían que la fe era lo único necesario. Esto
provocó un altercado y una violenta discusión. Esta situación se ha ido
repitiendo a lo largo de la historia de la Iglesia: la pluralidad y la
diversidad del Pueblo de Dios hace que, en principio, pueda haber diferentes
interpretaciones de lo que Jesús enseñó, y a veces estas diferencias han
provocado también divisiones y enfrentamientos muy dolorosos, que se han prolongado
en el tiempo.
Pero también nos ocurre en el ámbito más personal: casi cada día se
nos presentan hechos de vida, interrogantes… ante los que no sabemos cómo
responder correctamente desde la fe, unas veces porque nos falta la adecuada
formación, y otras veces porque sencillamente no nos acordamos de que la fe
debe iluminar nuestra vida, en todas sus facetas, y actuamos sólo según nuestro
parecer.
Por eso, Jesús ha hecho a sus discípulos, también a nosotros, una
promesa: El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre,
será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
Jesús les promete y nos promete un “asistente”, no virtual sino Personal, el
Espíritu Santo, que nos ayudará a recordar y a aplicar con profundidad a
nuestra vida la enseñanza de Jesús. Como indica la Biblia de la Conferencia
Episcopal Española, Paráclito puede significar abogado, ayudador, consolador,
defensor… funciones que ya ha cumplido Cristo durante su ministerio y que
cumplirá ahora el Espíritu Santo. (nota Jn 14, 16)
Este “Asistente Personal” que es el Espíritu Santo ya lo tenemos instalado en nosotros desde nuestro Bautismo y con la versión definitiva que es la Confirmación. Para utilizarlo, sólo tenemos que invocarlo brevemente y Él se pone en marcha para que tengamos actualizado todo lo que Jesús nos ha dicho y sepamos profundizar en ello para ir aplicándolo a toda nuestra vida. Y esto vale también tanto para el plano personal como para el conjunto de la Iglesia y los retos a afrontar.
ACTUAR.-
¿Noto que me falta memoria? ¿Qué hago para recordar las cosas?
¿Utilizo algún asistente virtual, le veo utilidad? ¿Recuerdo y tengo presente
todo lo que Jesús nos ha enseñado, o a veces se me olvida? ¿Sé cómo aplicarlo
en mi vida cotidiana? ¿Cómo reacciono cuando otros cristianos interpretan el
Evangelio de forma diferente a mí? ¿He sufrido algún enfrentamiento por este
motivo? ¿Invoco expresamente al Espíritu Santo en mi oración?
No es fácil llevar adelante la unidad entre fe y vida. Los retos que
se nos plantean, individualmente y como Iglesia, son muchos. Pero Jesús nos
dice que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Utilicemos el Asistente
Personal que el Padre nos regala en nombre de Jesús, el Paráclito, el Espíritu
Santo, para sentirnos acompañados y ayudados por Él de modo que allí donde
estemos podamos actualizar y manifestar de palabra y de obra todo lo que Jesús
nos ha enseñado.