Domingo 2 de julio de 2023
PRIMERA LECTURA:
“Es hombre santo de Dios; se retirará aquí” (2 Reyes 4,
8-11.14-16a)
SALMO:
“Cantaré eternamente las misericordias del Señor” (Salmo 88)
SEGUNDA LECTURA:
“Sepultados con Él por el bautismo, andemos en una vida
nueva” (Romanos 6, 3-4.8-11)
EVANGELIO:
“El que no carga con la cruz no es digno de Mí. El que os
recibe a vosotros, me recibe a Mí” (Mateo 10, 37-42)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de
mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que
encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El
que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me
ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de
profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de
justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno
de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no
perderá su recompensa".
COMPRENSIÓN LECTORA
VER.-
Hace unos meses surgió la noticia
de que, en cinco años, los alumnos españoles de cuarto de primaria habían
retrocedido siete puntos en comprensión lectora, situándonos por debajo del
promedio de la Unión Europea. La comprensión lectora (o lectura comprensiva) es
la capacidad de entender lo que se lee, tanto en referencia a las palabras como
al sentido total del texto. Pero la baja comprensión lectora no afecta sólo a
los niños y jóvenes, sino también a los adultos, quienes a menudo leemos rápido
y “por encima”, sin pararnos a pensar, y nos hacemos una idea que no tiene nada
que ver con lo que realmente significa eso que estamos leyendo.
JUZGAR.-
La mala comprensión lectora
también afecta a la Palabra de Dios: muchas veces sólo nos quedamos con el
sentido literal del texto, en lugar de profundizar en la verdad de fe que nos
está transmitiendo; otras veces nos quedamos sólo con un fragmento, sacándolo
del contexto, con lo cual varía sustancialmente su sentido. Y entonces, como
ocurre con el comienzo del Evangelio de hoy, lo que leemos o escuchamos nos
escandaliza.
Porque Jesús ha empezado
diciendo: El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de
mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí…. Y es
muy habitual, cuando se lee este texto, que quienes tienen hijos exclamen algo
escandalizados: “Pues yo a mis hijos los quiero por encima de todo, ¿cómo puede
Jesús decir eso?”
Pero si hacemos una buena
comprensión lectora del texto, nos daremos cuenta de lo que Jesús está
realmente diciendo. Sería absurdo pensar que Jesús invita a incumplir el cuarto
mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”, cuando él ha dicho: No creáis
que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud (Mt 5, 17). Jesús no está contraponiendo el amor a padre, madre o
hijos con el amor a Él, no considera que son excluyentes, obligándonos a
elegir.
Si sabemos hacer una buena
comprensión lectora, estas palabras de Jesús nos llevarán a recordar otras
palabras suyas. Así, cuando un fariseo le pregunta cuál es el mandamiento más
importante de la ley, Jesús le contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente». Este mandamiento es el principal
y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
(Mt 22, 36-39). Jesús une el amor a Dios con el amor al prójimo, porque no son
amores contrapuestos ni excluyentes. Dios es la fuente del amor, que nos enseña
y nos hace amar del mejor modo.
Y Jesús también dijo: Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también unos a otros (Jn 13, 34). Jesús ama al Padre por encima de todo y,
desde ese amor, nos ama a nosotros, hasta el extremo. Por eso Jesús nos invita
a reproducir este modelo de amor, amando a los demás, incluyendo a padres,
madres, hijos e hijas, como Él nos ha amado, igual que Él.
Jesús no nos está pidiendo que
amemos “menos” a padres e hijos que a Él; lo que nos pide es que no amemos a
nuestros seres queridos “más que” a Él. Jesús nos está indicando que nuestro
amor a Él ha de equipararse con el que sentimos por nuestros mayores afectos
humanos. No es cuestión de cantidad, de “más” o “menos”, es una cuestión de
prioridad. Lo que Jesús nos invita a descubrir es que Dios es Amor y, por
tanto, la fuente de todo amor, y por eso es “el primero”: porque cuanto más le
amemos a Él, tanto más y mejor sabremos amar a los demás como Él nos ha amado.
ACTUAR.-
¿Tengo una buena comprensión
lectora? ¿Profundizo en la Palabra de Dios, o me quedo en interpretaciones
superficiales y literales? ¿Algunos pasajes me escandalizan? ¿Amo a mis seres
queridos más que a Dios? ¿El amor a Dios me enseña a amar más y mejor a los
demás?
La mala comprensión lectora
acarrea consecuencias negativas para toda nuestra vida, tanto en los aspectos
más prácticos como en los espirituales. El Evangelio de hoy es una llamada a
incorporarnos a un Equipo de Vida para seguir una adecuada formación cristiana
y así crecer en comprensión lectora de la Palabra de Dios. Así nos
encontraremos con en el Misterio de Dios, que es Amor, un amor encarnado en
Jesús, que es el modelo a seguir para amar a nuestros seres queridos y al
prójimo con el mismo amor que recibimos de Dios, ni más, ni menos.