sábado, 14 de octubre de 2023

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Domingo 15 de octubre de 2023

PRIMERA LECTURA:

“Preparará el Señor un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros” (Isaías 25, 6-10a)

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. Lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.»

SALMO:

“Habitaré en la casa del Señor por años sin término” (Salmo 22)

R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término

*      El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.

*      Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras,

*      nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

*      Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.

*      Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.

SEGUNDA LECTURA:

"Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Filipenses 4, 12-14.19-20)

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO:

“A todos los que encontréis, llamadlos a la boda” (Mateo 22, 1-14)

En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda". Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda". Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?". El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos"».

VAMOS A UNA BODA

VER. –

Cuando nos encontramos con alguien conocido con un vestido o traje elegante, es muy común preguntarle: “¿Vas a una boda?” Porque es especialmente con ocasión de una boda cuando todos, hombres y mujeres, cuidan especialmente su vestimenta y aspecto exterior. Unos van más acicalados que otros, unos llevan vestidos más caros que otros… pero a todos se les nota que van a una boda. A ningún invitado se le ocurriría ir desaliñado, o con un traje arrugado o sucio: estaría fuera de lugar y, además, se consideraría una falta de respeto a los novios y a los demás.

JUZGAR. –

Jesús continúa hablándonos del Reino de los cielos y de las actitudes necesarias para formar parte del mismo. Y nos lo enseña con parábolas, para que podamos hacernos una idea. Y así, desde hace unos domingos, nos ha dicho que “el Reino de los cielos se parece a” un propietario que plantó una viña, pero los labradores no le entregaron frutos; a un hombre que envió a sus hijos a trabajar en la viña, pero sólo fue el que al principio se negó; a un propietario que, a lo largo del día, no paraba de contratar jornaleros para su viña; a un rey que perdonó una deuda enorme a un criado…

Y hoy nos ha dicho que “el Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo”, pero los primeros convidados “no quisieron ir”. Entonces el rey dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”.

Dios mismo nos invita a formar parte de su Reino, quiere que estemos con Él, que compartamos su vida, como unos novios invitan a sus familiares y amigos a su boda porque quieren que compartan con ellos ese momento tan importante de sus vidas.

Y “los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos”. ¿Qué significa esto para nosotros? El Papa Francisco lo expresó claramente en la ceremonia de acogida de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en agosto en Lisboa: «Nosotros, su Iglesia, somos la comunidad de los que son llamados; no somos la comunidad de los mejores, somos todos pecadores, pero somos llamados así como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestras ganas de ser mejores. Somos llamados como somos. Jesús me llama como soy, no como quisiera ser».

En consecuencia, «en la Iglesia, hay espacio para todos, ninguno sobra. Ninguno está de más. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos.» Y, citando el Evangelio de hoy dice: «Jesús lo dice claramente cuando manda a llamar para el banquete de ese señor que lo había preparado: "Vayan y traigan a todos", jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia hay lugar para todos». Y “la sala del banquete se llenó de comensales”.

Pero en la parábola hay un detalle que llama la atención: “Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta. Entonces el rey dijo: ‘Arrojadlo fuera’”. Esto parece contradecir lo que acabamos de afirmar, pero está en la línea de lo que Jesús nos está enseñando acerca del Reino de los cielos. En el Reino de los cielos, del cual la Iglesia es como un anticipo, «hay espacio para todos», pero no todo vale, hay que tener «ganas de ser mejores».

Del mismo modo que cuando estamos invitados a una boda cuidamos nuestro aspecto, con mayor razón, sabiendo que estamos invitados al Reino de los cielos, hemos de cuidar nuestro ‘aspecto’.

Del mismo modo que notamos cuando alguien va a una boda, también se nos debería notar en actitudes, palabras y obras que ‘vamos a una boda’ a la que Dios nos ha invitado.

Del mismo modo que ir a una boda desaliñados y con la ropa sucia sería una falta de respeto a quienes nos han invitado, no ‘vestirnos de fiesta’, no querer ser mejores y cambiar actitudes y comportamientos sería despreciar a Aquél que, sólo porque nos ama, quiere que estemos con Él.

ACTUAR. -

Cuando me invitan a una boda, ¿pienso en lo que me voy a poner? Si soy el anfitrión, ¿qué pensaría de alguien que se presentase desaliñado y sucio? ¿Me siento invitado tal como soy a esta ‘boda’ que es el Reino de los cielos? ¿Acepto su invitación, o la rechazo como esos invitados que “no hicieron caso”? ¿Entiendo que en el Reino hay lugar para todos, pero no todo vale, y he de ‘vestirme de fiesta’?

Dios mismo nos ha invitado personalmente a su Reino. Preparémonos para ello, cuidando nuestro ‘aspecto’, vistiéndonos de las actitudes necesarias Ojalá se nos note que ‘vamos a una boda’ y que, además, en esa ‘boda’ puede participar todo el que ‘vista de fiesta’ siguiendo a Jesús.