Domingo 18 de agosto de 2024
"Comed de mi pan, bebed el vino que he mezclado”
(Proverbios 9, 1-6)
Lectura del libro de los Proverbios.
La sabiduría se ha hecho una
casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y
ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que
dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les
dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la
inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia».
Palabra de Dios.
SALMO:
"Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Salmo 33)
R. Gustad y
ved qué bueno es el Señor.
V. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza
está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo
escuchen y se alegren. /R
V. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada
les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que
buscan al Señor no carecen de nada. /R
V. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el
temor del Señor. ¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? /R
V.
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal,
obra el bien, busca la paz y corre tras ella. /R
SEGUNDA LECTURA:
"Daos cuenta de lo que el Señor quiere” (Efesios 5,
15-20)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis
insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os
emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del
Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y
tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por
todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V.
El que come mi carne y bebe mi sangre —dice el Señor— habita en mí y yo
en él.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
"Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida” (Juan 6, 51-58)
+ Lectura del santo
Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es
mi carne por la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede
este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad
os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí
y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así,
del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del
cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come
este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor.
SENSATEZ
VER. -
Al ver a un grupo de jóvenes que
estaban fumando en un parque, una persona comentó a otra que le sorprendía que,
con lo que se sabe actualmente de los efectos nocivos del tabaco, hoy hubiera
personas jóvenes tan insensatas que se ‘enganchasen’, perjudicándose gravemente
su salud. Esa actitud la podemos ver en otros ámbitos: muchas personas no
piensan en las consecuencias de sus decisiones y actos, ni para sí mismos ni,
menos aún, para los demás. Se guían por su propio gusto, por su interés
personal, pero eso acaba teniendo consecuencias muy graves para todos.
JUZGAR. -
La sensatez es saber actuar con
prudencia y buen juicio. Pero, tristemente, encontramos en la vida cotidiana
muchos ejemplos de insensatez. Aunque nos pueda parecer que esto se nota más
hoy en día, lo cierto es que siempre ha habido ese contraste entre personas
sensatas y personas insensatas. Así lo hemos visto reflejado en la 1ª lectura,
en el libro de los Proverbios, redactado varios siglos antes de Cristo, entre
“la Sabiduría y los inexpertos y los faltos de juicio”.
Por eso, la Palabra de Dios de
este domingo nos hace una fuerte llamada a ser prudentes, a ser personas de
buen juicio. Lo decía san Pablo en la 2ª lectura: “Fijaos bien cómo andáis; no
seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días
malos”. Muchas veces nos quejamos de lo mal que está el mundo, de los defectos
de la sociedad… pero se nos olvida que nosotros somos quienes conformamos esa
sociedad, y que tenemos nuestra parte de responsabilidad en su estado actual.
Las palabras de san Pablo son una
llamada a no fijarnos tanto en los otros, sino a revisarnos a nosotros mismos
con sinceridad, para evaluar nuestro grado de sensatez o insensatez en el
desarrollo de nuestra vida cotidiana, en las decisiones y actos que realizamos
cotidianamente.
Y la Palabra de Dios también nos
indica lo que debemos hacer para corregir nuestro grado de insensatez. En la 1ª
lectura se nos decía: “Dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de
la inteligencia”, y para ello “la Sabiduría se ha hecho una casa… ha mezclado
el vino y ha preparado la mesa”. Y en la 2ª lectura san Pablo decía: “Daos
cuenta de lo que el Señor quiere… dejaos llenar del Espíritu”, y para ello
recomendaba: “Recitad salmos, himnos y cánticos inspirados… con toda el alma
para el Señor. Dad siempre gracias a Dios…”.
Y así, en el Evangelio hemos
escuchado dónde y cómo podemos cumplir estas recomendaciones. A Jesús se le ha
identificado con la Sabiduría de Dios y Él también “se ha hecho una casa”: la
Iglesia, la comunidad parroquial. Y en esa Casa, Él también “ha mezclado el
vino y ha preparado la mesa”, pero ha ido mucho más allá. Desde hace varios
domingos Jesús se presenta como “el pan vivo que ha bajado del cielo”. Jesús no
sólo nos ha preparado un alimento, sino que Él mismo es el alimento: “El pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo... Mi carne es verdadera comida
y mi sangre es verdadera bebida”.
Si queremos ser sensatos, si
queremos darnos cuenta de lo que el Señor quiere, si queremos llenarnos del
Espíritu, necesitamos celebrar la Acción de Gracias, la Eucaristía,
participando no como espectadores pasivos ni por costumbre o cumplimiento, sino
‘con-celebrando’ de un modo activo y consciente, “con toda el alma”, porque “el
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”, y así Él mismo nos
irá enseñando cómo proceder con sensatez en cada ocasión de nuestra vida cotidiana.
La Eucaristía es el centro y culmen de toda vida cristiana, y la necesitamos
porque “si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros”.
ACTUAR. -
¿Me detengo a pensar en las
consecuencias de mis decisiones y actos cotidianos, para mí y para los demás?
¿He tenido que sufrir por la insensatez de otros? ¿Procuro darme cuenta de lo
que el Señor quiere de mí? ¿Siento la Iglesia, la comunidad parroquial, como
‘la casa’ que Dios se ha hecho, o como una institución ‘humana’? ¿Cómo
participo en la Eucaristía? ¿Me hace ‘vivir’ con sensatez?
Hay demasiada insensatez en todos
los ámbitos, y eso nos perjudica cada vez más a todos. Por eso Jesús nos ha
recordado una vez más la necesidad vital que tenemos de comer su carne y beber
su sangre. Como decía san Pablo, “vienen días malos”, así que no seamos
“insensatos sino sensatos”, ‘aprovechemos la ocasión’ de participar en la
Eucaristía con toda el alma, para tener la vida de Jesús en nosotros, para
estar unidos plenamente a Él y, por Él, poder vivir con sensatez.