sábado, 8 de febrero de 2025

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

 Domingo 9 de febrero de 2025

PRIMERA LECTURA:

Lectura del libro de Isaías.

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo: «¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!». Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo». Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: «Aquí estoy, mándame».

Palabra de Dios.

SALMO:

"Delante de los ángeles tañeré para Ti, Señor” (Salmo 137)

R.  Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

V.  Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti; me postraré hacia tu santuario. /R.

V.  Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. /R.

V.  Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. /R.

V.  Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. /R.

SEGUNDA LECTURA:

"Predicamos así, y así lo creísteis vosotros” (1 Corintios 15, 1-11)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano. Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

Palabra de Dios.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Venid en pos de mí —dice el Señor—, y os haré pescadores de hombres.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

"Dejándolo todo, lo siguieron” (Lucas 5, 1-11)

Una vez que la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. 

 

LA RED SOCIAL DE DIOS.

VER. -

Desde hace unos años hemos asistido al auge de las redes sociales. Hay muchas redes sociales, más o menos conocidas: la mayoría requieren registrarse como usuario, las hay abiertas a todo tipo de personas, otras están restringidas a un sector específico… A veces se utilizan simplemente para temas informativos o laborales, pero la mayoría se han convertido en un escaparate en donde cada usuario muestra su vida e incluso su intimidad, a menudo de un modo idealizado. Se ofrece una imagen de felicidad, belleza, esplendidez, superioridad… y se oculta todo aquello que se pueda considerar menos atrayente, o vulgar, pero que forma también parte de la realidad de las personas. 

JUZGAR. -

En realidad, las ‘redes sociales’ han existido siempre, en diferentes formas, puesto que el ser humano es un ser social y necesita relacionarse con otros. Por eso, Dios también quiso crear su propia ‘Red social’, llamada ‘Reino de Dios’. La Red social de Dios tuvo unos comienzos modestos: un solo usuario, Abraham, que respondió a la invitación de Dios: “Sal de tu tierra… Haré de ti una gran nación”. Poco a poco, los descendientes de Abraham y sus familias se fueron incorporando a esta Red; y, más tarde, Dios indicó a Moisés las Normas de su Red social, los Diez Mandamientos. Y durante mucho tiempo, el acceso a esta Red estaba restringido al pueblo de Israel, no estaba ‘abierta’ a los gentiles, y quien quisiera formar parte de ella tenía que “registrarse” como miembro de este pueblo, mediante la circuncisión.  Hubo periodos en los que la Red social de Dios decayó: los usuarios lo eran sólo nominalmente, se limitaban a ‘estar registrados’ pero poco más. Aparentaban su culto y costumbres, pero no actuaban como correspondía a las Normas de esta Red, y además se sentían atraídos por las ‘redes sociales’ de los otros pueblos, menos exigentes. Pero Dios no los expulsó de su Red, sino que, por medio de los profetas, les envió recordatorios de lo que significaba y suponía formar parte de la Red social de Dios, aunque a menudo estos recordatorios eran rechazados y se ‘bloqueaba’ a los profetas, a menudo matándolos.

Con el paso del tiempo, dentro de la Red social de Dios se formó un grupo que se consideraban a sí mismos como los únicos y verdaderos cumplidores de las Normas: los fariseos, escribas y sacerdotes, que mostraban una imagen aparente de perfección y santidad, y despreciaban al resto de usuarios que, según ellos, no cumplían con exactitud todas las Normas, e incluso a veces los expulsaban.

Pero Dios decidió relanzar su Red social, y para ello envió a su Hijo, Jesús, que como hemos escuchado, se sirvió de unos pescadores y sus redes para actualizar y ampliar la Red ‘Reino de Dios’ más allá del pueblo de Israel, abriéndola a toda persona que quiera formar parte de ella.

Y, como hemos escuchado hoy en la Palabra de Dios, en la Red social del Reino de Dios no cabe aparentar delante de los otros una imagen falseada de uno mismo. El requisito principal para formar parte de esta Red es acoger esta posibilidad con humildad y agradecimiento, sin ocultar la propia realidad, incluyendo el pecado: “Yo, hombre de labios impuros…” (1ª lectura); “Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol…” (2ª lectura); “Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador…” (Evangelio)

En la Red social del Reino de Dios lo que cuenta tampoco es una inscripción meramente formal pero pasiva, sino la respuesta efectiva que damos a Dios, siendo miembros activos en la misma: “Aquí estoy, mándame” (1ª lectura); “He trabajado más que todos ellos”. (2ª lectura); “Dejándolo todo, lo siguieron” (Evangelio).

Y hoy se nos recuerda un modo de llevar a la práctica lo que significa ser miembros de la Red social de Dios. Manos Unidas celebra su Campaña anual, con el lema: “Compartir es nuestra mayor riqueza”. Y nos recuerda que, en un mundo interrelacionado como el nuestro, la prosperidad de todos también está entrelazada, y por eso debemos trabajar en red, uniendo nuestras manos desde aquí y con las comunidades de los países empobrecidos, para que erradicar el hambre en el mundo desde la Red social de Dios.

ACTUAR. -

¿Formo parte de alguna red social? ¿Ofrezco en ella una imagen idealizada de mí mismo y de mi vida? ¿Me siento miembro de la Red del Reino de Dios, con humildad y agradecimiento? ¿Me considero “mejor” que otros miembros de la Iglesia, o mejor que quienes no forman parte de ella? ¿Soy un miembro activo o me limito a observar lo que otros hacen sin comprometerme de verdad?

Dios sigue queriendo ampliar su Red social, y cuenta con nosotros, los actuales usuarios de la misma. Quizá con el paso del tiempo nos ocurre como a Pedro: “Hemos estado bregando y no hemos recogido nada”, y hemos caído en la rutina y el desencanto, pero Jesús nos vuelve a decir: “echad vuestras redes...” Que, fiados en su palabra, seamos miembros activos, “pescadores de hombres” y “Peregrinos de esperanza”, para que cada vez más personas puedan incorporarse a la Red Social del Reino de Dios.





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