Domingo 13 de julio de 2025
PRIMERA LECTURA:
"El mandamiento está muy
cerca de ti para que lo cumplas” (Deuteronomio 30, 10-14)
Lectura del libro del
Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que
está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede
tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: “¿Quién
de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo
cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros
cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. El
mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo
cumplas».
Palabra de Dios.
SALMO:
"Humildes, buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón” (Salmo 68)
R. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
V. Mi oración se dirige a ti, Señor, el día de
tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme,
Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. /R.
V. Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu
salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con
cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. /R.
V. Miradlo, los humildes, y alegraos; buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no
desprecia a sus cautivos. /R.
V. Dios salvará a Sion, reconstruirá las
ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre
vivirán en ella. /R.
SEGUNDA LECTURA:
"Todo fue creado por Él y
para Él” (Colosenses 1, 15-20)
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Colosenses.
Cristo Jesús es imagen del Dios
invisible, primogénito de toda criatura;
porque en él fueron creadas todas
las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la
Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el
primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por
él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la
tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú
tienes palabras de vida eterna.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
"¿Quién es mi prójimo?”
(Lucas 10, 25-37)
En aquel tiempo, se levantó un
maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que
hacer para heredar la vida eterna?». Él
le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y
a tu prójimo como a ti mismo». Él le
dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo
justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba
de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo
molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel
camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel
sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo,
se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino,
y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se
los dio al posadero y le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te
lo pagaré cuando vuelva". ¿Cuál de
estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?». Él dijo: «El que practicó la
misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
¿CÓMO
REACCIONAMOS?
VER. -
En la página web de un periódico
podían leerse dos noticias el mismo día. Uno decía: «“Mallorca, refugio de
superyates: Spielberg, Zuckerberg y Bezos navegan en la isla. España vuelve a
convertirse este verano en uno de los destinos favoritos para los millonarios y
sus embarcaciones de lujo”». Y la otra noticia: «“Baleares, desbordada por la
llegada de pateras: 22 embarcaciones y casi 400 inmigrantes en sólo siete
días”». ¿Cómo reaccionamos? Quizá, en un primer momento, nos llama la atención
porque el lugar geográfico es el mismo, pero la realidad humana es muy
diferente. Pero lo más seguro es que al poco rato pasemos a otra cosa.
JUZGAR. -
En el Evangelio hemos escuchado
la parábola del buen samaritano, que es muy conocida. ¿Cómo reaccionamos al
escucharla? Quizá, en un primer momento, pensemos: ‘Ya me la sé’, como el
maestro de la ley, que sabía perfectamente lo que está escrito en la ley: “Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza
y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo”. Está claro: hay que
ayudar al prójimo, qué malos son el sacerdote y el levita, y qué bueno es el
samaritano… Y ‘desconectamos’ y, como hacemos con las noticias, pasamos a otra
cosa.
Pero, como leemos en la carta a
los Hebreos 4, 12: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada
de doble filo; penetra… juzga los deseos e intenciones del corazón”. La parábola
del buen samaritano es ‘Palabra viva’, es ‘la noticia’ que Dios hoy nos envía,
aquí, en este lugar geográfico donde vivimos, en nuestras circunstancias
personales, sociales, económicas… para que ‘reaccionemos’ como Él espera de
nosotros. Por eso, vamos a profundizar en las reacciones de los personajes.
“Un maestro de la ley” pregunta a
Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” ¿Me he hecho esa pregunta en el pasado? ¿Me la
sigo haciendo en el presente? ¿Reconozco a ‘mi prójimo’ en los otros, cercanos
o lejanos, sobre todo en los que diferentes circunstancias han dejado ‘molidos,
medio muertos’? ¿O los veo como ajenos a mí, como ‘personajes’ de un libro o
serie, pero que no forman parte de mi vida?
“Un sacerdote, al verlo, dio un
rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita”. Ante esos que están
‘molidos, medio muertos’, ¿cómo reacciono? ¿Me quedo indiferente o, a lo sumo,
con un leve sentimiento de lástima? ¿Hago como si no los viera y paso de largo
a otra cosa?
Una primera reacción sería pensar
que ‘no puedo hacer nada’ y seguir con mis intereses, ocupaciones,
distracciones… Pero no es ésa la reacción que Dios espera de nosotros.
“Un samaritano… se compadeció, y
acercándose...”. Ante tantas situaciones de dolor con que nos encontramos,
cercanas y lejanas, Dios nos pide ante todo que reaccionemos con compasión. La
compasión no es un simple sentimiento de lástima o condolencia: es la reacción
que brota de mi corazón porque me siento afectado en lo profundo por la
situación del otro y ‘padezco-con’ él. ¿Siento verdadera compasión ante quienes
sufren? ¿Me ‘acerco’ a ellos o guardo las distancias?
“Le vendó las heridas, montándolo
en su propia cabalgadura lo llevó a una posada, lo cuidó. Sacando dos denarios
se los dio al posadero y le dijo: «Cuida de él…»” La reacción de la compasión
no se queda en el interior de quien ‘padece-con’, sino que se concreta en
acciones efectivas para ayudar al otro en su situación. Unas acciones que puedo
llevar a cabo personalmente o a través de otros. ¿Estoy ayudando directamente a
alguien, cuidándolo en sus necesidades materiales o espirituales? ¿Apoyo a
otras personas o entidades para que ‘cuiden’ en mi lugar a los ‘molidos, medio
muertos’ por la vida?
ACTUAR. -
El Papa Francisco ya advirtió en
“Evangelii gaudium” 54: «se ha desarrollado una globalización de la
indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante
los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos
interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe».
Han pasado 12 años desde que lo
escribió y, lamentablemente, nos sigue costando reaccionar como Dios quiere
ante la globalización de la indiferencia, con los de cerca y con los de lejos.
Hoy el Señor nos vuelve a
preguntar por nuestro prójimo, sobre todo por los ‘apaleados’, y espera que
practiquemos la misericordia con él, y nos dice lo mismo que al maestro de la
ley: “Anda y haz tú lo mismo”. ¿Cómo reaccionamos ante esta petición del Señor?
Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a reaccionar con misericordia, porque
“este precepto no excede tus fuerzas ni es inalcanzable… el mandamiento está
muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas”.