sábado, 12 de julio de 2025

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

 Domingo 13 de julio de 2025

 

PRIMERA LECTURA:

"El mandamiento está muy cerca de ti para que lo cumplas” (Deuteronomio 30, 10-14)

Lectura del libro del Deuteronomio.

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».

Palabra de Dios.

 

SALMO:

"Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón” (Salmo 68)


R.  Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

V.  Mi oración se dirige a ti, Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. /R.

V.  Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante.

Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. /R.

V.  Miradlo, los humildes, y alegraos; buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. /R.

V.  Dios salvará a Sion, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. /R.

  

SEGUNDA LECTURA:

"Todo fue creado por Él y para Él” (Colosenses 1, 15-20)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Cristo Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura;

porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.

 

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO:

"¿Quién es mi prójimo?” (Lucas 10, 25-37)

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».  Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».  Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo».  Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».  Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».  Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.  Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.  Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.  Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.  Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva".  ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».  Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

¿CÓMO REACCIONAMOS?

VER. -

En la página web de un periódico podían leerse dos noticias el mismo día. Uno decía: «“Mallorca, refugio de superyates: Spielberg, Zuckerberg y Bezos navegan en la isla. España vuelve a convertirse este verano en uno de los destinos favoritos para los millonarios y sus embarcaciones de lujo”». Y la otra noticia: «“Baleares, desbordada por la llegada de pateras: 22 embarcaciones y casi 400 inmigrantes en sólo siete días”». ¿Cómo reaccionamos? Quizá, en un primer momento, nos llama la atención porque el lugar geográfico es el mismo, pero la realidad humana es muy diferente. Pero lo más seguro es que al poco rato pasemos a otra cosa.

 

JUZGAR. -

En el Evangelio hemos escuchado la parábola del buen samaritano, que es muy conocida. ¿Cómo reaccionamos al escucharla? Quizá, en un primer momento, pensemos: ‘Ya me la sé’, como el maestro de la ley, que sabía perfectamente lo que está escrito en la ley: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo”. Está claro: hay que ayudar al prójimo, qué malos son el sacerdote y el levita, y qué bueno es el samaritano… Y ‘desconectamos’ y, como hacemos con las noticias, pasamos a otra cosa.

Pero, como leemos en la carta a los Hebreos 4, 12: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra… juzga los deseos e intenciones del corazón”. La parábola del buen samaritano es ‘Palabra viva’, es ‘la noticia’ que Dios hoy nos envía, aquí, en este lugar geográfico donde vivimos, en nuestras circunstancias personales, sociales, económicas… para que ‘reaccionemos’ como Él espera de nosotros. Por eso, vamos a profundizar en las reacciones de los personajes.

“Un maestro de la ley” pregunta a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” ¿Me he hecho esa pregunta en el pasado? ¿Me la sigo haciendo en el presente? ¿Reconozco a ‘mi prójimo’ en los otros, cercanos o lejanos, sobre todo en los que diferentes circunstancias han dejado ‘molidos, medio muertos’? ¿O los veo como ajenos a mí, como ‘personajes’ de un libro o serie, pero que no forman parte de mi vida?

“Un sacerdote, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita”. Ante esos que están ‘molidos, medio muertos’, ¿cómo reacciono? ¿Me quedo indiferente o, a lo sumo, con un leve sentimiento de lástima? ¿Hago como si no los viera y paso de largo a otra cosa?

Una primera reacción sería pensar que ‘no puedo hacer nada’ y seguir con mis intereses, ocupaciones, distracciones… Pero no es ésa la reacción que Dios espera de nosotros.

“Un samaritano… se compadeció, y acercándose...”. Ante tantas situaciones de dolor con que nos encontramos, cercanas y lejanas, Dios nos pide ante todo que reaccionemos con compasión. La compasión no es un simple sentimiento de lástima o condolencia: es la reacción que brota de mi corazón porque me siento afectado en lo profundo por la situación del otro y ‘padezco-con’ él. ¿Siento verdadera compasión ante quienes sufren? ¿Me ‘acerco’ a ellos o guardo las distancias?

“Le vendó las heridas, montándolo en su propia cabalgadura lo llevó a una posada, lo cuidó. Sacando dos denarios se los dio al posadero y le dijo: «Cuida de él…»” La reacción de la compasión no se queda en el interior de quien ‘padece-con’, sino que se concreta en acciones efectivas para ayudar al otro en su situación. Unas acciones que puedo llevar a cabo personalmente o a través de otros. ¿Estoy ayudando directamente a alguien, cuidándolo en sus necesidades materiales o espirituales? ¿Apoyo a otras personas o entidades para que ‘cuiden’ en mi lugar a los ‘molidos, medio muertos’ por la vida?

 

ACTUAR. -

El Papa Francisco ya advirtió en “Evangelii gaudium” 54: «se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe».

Han pasado 12 años desde que lo escribió y, lamentablemente, nos sigue costando reaccionar como Dios quiere ante la globalización de la indiferencia, con los de cerca y con los de lejos.

Hoy el Señor nos vuelve a preguntar por nuestro prójimo, sobre todo por los ‘apaleados’, y espera que practiquemos la misericordia con él, y nos dice lo mismo que al maestro de la ley: “Anda y haz tú lo mismo”. ¿Cómo reaccionamos ante esta petición del Señor? Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a reaccionar con misericordia, porque “este precepto no excede tus fuerzas ni es inalcanzable… el mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas”.