lunes, 26 de marzo de 2018

DOMINGO DE RAMOS

COMENTARIO DEL EVANGELIO

Cada uno de los evangelistas cuenta la pasión de Jesús “a su modo”. También Marcos, que leemos este domingo de Ramos, tiene sus propias insistencias en su relato. De ellas me permito compartir dos: La insistencia en la soledad de Jesús, y el reconocimiento de cristo por parte del centurión que lo contempla morir.
Marcos expone en toda crudeza la soledad de Jesús. Los discípulos se duermen y lo abandonan, Pedro no niega, los que pasan lo insultan, junto con el sanedrín y los crucificados con él. Incluso Dios calla ante el grito conmovedor de su Hijo crucificado. La paradoja se encuentra en que esa soledad de Cristo hace imposible nuestra soledad. Ya no habrá ninguna circunstancia en la que podamos sentirnos abandonados de Dios cuando el Hijo de Dios ha compartido todas nuestras circunstancias, incluso la soledad, el sufrimiento y la muerte.
Por otra parte, como en el grano de trigo que muere, es precisamente la muerte de Cristo la que suscita la fe del centurión -Verdaderamente este era hijo de Dios- En este centurión está ya el germen de la primitiva iglesia de Roma, a la que se dirige el evangelista. Les invita a contemplar la muerte de Jesús, con la seguridad de que una mirada al crucificado puede romper la dureza de nuestro corazón. Nosotros también, en la contemplación de la pasión. Podemos afirmar. Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios.
Os invito a contemplar a Cristo durante esta semana.

DOMINGO V DE PASCUA