"El que no está contra nosotros está a favor nuestro"
Son los elementos que marcan la palabra de Dios que
hoy escuchamos: Jesús no es envidioso y hemos de protegernos del escándalo.
Permitidme que me detenga en el primero
Jesús no vive su misión como algo exclusivo. Es
más desde el comienzo asoció a sus discípulos a la tarea de la evangelización. ¡Ojalá
todos profetizasen y todos expulsasen demonios y todos hiciesen el bien!
En muchos ámbitos de la vida social, las personas
son generosas para reconocer el bien que hacen los de su bando y bastante
mezquinas para reconocer cualquier bien que pudieran hacer los que no piensan
como ellos.
Tristemente esto también puede ocurrir en algunos
ámbitos eclesiales donde solo valoramos lo que hacen “los nuestros”. Llega el
tiempo de ampliar nuestro corazón y reconocer con generosidad todo el bien que
acontece a nuestro alrededor. El bueno se alegra del bien realizado aunque no
lo haya hecho él.
De la misma manera, la Iglesia no debe tener un
sentido patrimonial del Evangelio ni del bien. No tenemos ningún derecho
reservado, ningún copyright que debamos proteger. Al contrario. Deberíamos
sentirnos contentos de que Jesús sea anunciado, de que otros hagan el bien,
aunque no se denominen cristianos o aunque no piensen como nosotros.
No estamos en tiempos de defender las diferencias,
sino de cooperar con todos los que de una manera u otra buscan la verdad y el
bien absolutos.
Además, la división es una fuente de escándalo
para los que nos contemplan. Y “Ay del que escandalice”