lunes, 30 de septiembre de 2019

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

¿CÓMO NOS COMPORTAMOS CON NUESTRO PRÓJIMO SUFRIENTE? 
Al hilo del evangelio del domingo pasado, el de este día, nos pone frente a frente con una de las realidades que más palpamos: nos desenvolvemos con tal facilidad en el mundo postizo, en lo práctico, en lo que se ve…que hemos perdido cierta visión de lo divino o de lo eterno. 1.- No hay caridad sin justicia. San Pablo en la Primera Carta a Timoteo anima a la práctica de varias virtudes: la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Es curioso, pero la primera de todas es la justicia. No hay caridad (amor) sin justicia, la piedad desligada de la justicia puede ser falsa, la fe que no se traduce en obras está muerta, la paciencia y la delicadeza no son enemigas de la denuncia y del compromiso solidario con los oprimidos. ¿Es necesario que las cosas vayan mal para que nos demos cuenta de nuestra ceguera con respecto a nuestro prójimo sufriente? 2.- "Os acostáis en lechos de marfil, tumbados en camas; coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo…" (Am 6, 4). Amós es un hombre de campo, rudo y recio, acostumbrado a las inclemencias del tiempo, curtido por el viento y el sol del desierto. Por eso tiene una sensibilidad especial para reaccionar contra toda aquella molicie que contemplan sus ojos. Son hombres que no luchan, que no se esfuerzan, que no son capaces de enfrentarse con la dificultad, que la soslayan, escogiendo el camino más ancho... El que no pone empeño en la vida, acabará prematuramente sumergido en la muerte. 3.- ¿Qué hacemos nosotros? Los ricos quedan descalificados, no porque necesariamente hayan sido injustos, ni porque hayan robado, ni por el mero hecho de ser ricos. Sino porque están tan llenos de sus riquezas, o sea, de sí mismos, que no piensan en Dios ni en los demás. La Palabra de Dios, de este domingo, es una llamada a saber usar los bienes de este mundo. A compartir con los demás lo que tenemos. Lo cual deben hacer no sólo los ricos, sino también los pobres. Todos tenemos algo que compartir. Siempre tenemos al lado personas que tienen menos que nosotros. También cuentan, a la hora de la evaluación de nuestra vida, los "pecados de omisión". Seremos juzgados por lo que hemos hecho: "tuve hambre y me disteis de comer", y también por lo que hemos dejado de hacer: "estuve enfermo y no me visitasteis".