IGLESIA EN SALIDA
Seguimos celebrando este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, de cambio, si deseamos resucitar a una vida nueva en la Pascua. Hoy, nos hacemos la
idea que estamos en estos momentos en el Monte Tabor, y hemos venido a escucharle, a verle y a pedirle que nos ayude para ser buenos cristianos y hacer frente
a las dificultades y así, ser una Iglesia en salida.
1.- Llamada de Dios. Abrahán recibe la llamada de Dios que lo invita a salir de su
instalación en lo conocido y experimentado hacia nuevos e indefinibles horizontes. Abrahán marchó. Su disposición de confianza absoluta será su auténtico sacrificio de Isaac. Su corazón fue fiel hasta en la prueba difícil, y así se convierte en
el prototipo del creyente, en "padre" de los muchos que han vivido o viven la fe.
Toda vocación empieza por una llamada que nos saca de nuestra casa y de nuestras casillas. No se sabe lo que nos espera, pero hay promesa y bendición:
“crecerás, te ensancharás”, tendrás fruto, darás vida, vivirás...No responder a la
llamada significa conformismo, rutina, apego, falta de libertad, esclerosis, parálisis, vejez, vacío, tristeza, esterilidad, muerte.
2.- Una vocación es la de anunciar el evangelio. Es una vocación gozosa, como
ninguna. Nada más hermoso que predicar a Jesucristo, es decir, la gracia y la salvación de Jesucristo. Pero es también una vocación dura, dolorosa, porque encuentra el rechazo de muchos y la persecución de algunos. San Pablo recordaba a
Timoteo que debía tomar parte en los duros trabajos del Evangelio, con la ayuda
de Dios.
3.- Por la cruz, a la luz. La transfiguración en los sinópticos está relacionada estrechamente con la Pascua, el triunfo de Jesús sobre la muerte. Pero para llegar
a la luz hay que pasar por la cruz. La pasión es el paso previo a la resurrección.
También el pueblo de Israel tuvo que realizar ese "paso" de la esclavitud a la libertad. Haremos tres chozas, sugiere Pedro, porque allí se estaba muy bien. Pero
se oye una voz: "Este es mi Hijo, escuchadle". Quizá lo que nos ocurre muchas
veces a nosotros es que no estamos dispuestos a escuchar su Palabra; quizá por
eso vivimos una fe desencarnada de la realidad y nos cuesta tanto unir fe y vida.
4.- Desde Cristo, Dios está en el hombre. Desde Cristo, Dios se hace presente en
la reunión de los hermanos en la fe, a la que podemos llamar Iglesia. La Iglesia es,
pues, nuestro más cercano y más visible Tabor. Cierto que no todo lo que allí
encontramos es luminoso y santo. La Iglesia tiene aún mucho de Sinaí y del monte de las tentaciones. Es también monte Calvario. Pero en la Iglesia hay también
experiencia de Dios, presencia de Cristo, dinamismo del Espíritu. En la Iglesia se
renueva la transfiguración, se enciende la esperanza y se contagia la alegría. Pero
el Papa Francisco nos recuerda constantemente que la Iglesia tiene que estar
siempre en una actitud de “salida”, ir al encuentro del hermano pobre o alejado
para anunciarle la belleza y la gracia del evangelio.
Hoy, en este segundo domingo de Cuaresma, vemos a Jesús como el Hijo
Amado de Dios. Por eso mismo, todos los domingos, aquí, en este lugar, como si
fuera el Monte Tabor, venimos a escucharle, a verle y a pedirle que nos ayude
para ser buenos cristianos y hacer frente a las dificultades. ¡No es fácil serlo en
estos tiempos, pero merece la pena!