“ERA TENTADO POR SATANÁS Y LOS ÁNGELES LE SERVÍAN”
21 de febrero de
2021 (I Domingo de Cuaresma)
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Génesis 9, 8-15 ● “Pacto de Dios con Noé , liberado de las aguas”
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Salmo 24 ● ”Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad , para lo que
guardan tu alianza”
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1 Pedro 3,18-22 ● “Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os
salva”
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Marcos 1, 12-15 ● “Era tentado por Satanás y los ángeles le servían”
Luego el Espíritu lo llevó al desierto. Y estuvo en él durante cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y vivía entre las bestias salvajes, pero los ángeles le servían. Después de ser Juan encarcelado, Jesús fue a Galilea a predicar el evangelio de Dios; y decía: «Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca. Arrepentíos y creed en el evangelio».
Marcos 1, 12-15.
VER
JUZGAR
Empujar es mover algo o a alguien con fuerza, pero también es motivar o influir para que alguien lleve a cabo una decisión, una iniciativa, una acción. Y este primer domingo de Cuaresma hemos visto que el Espíritu empujó a Jesús. El Espíritu Santo siempre está presente en la vida de Jesús, desde su concepción (El ángel dijo a María: El Espíritu Santo vendrá sobre ti…), pasando por su Bautismo (el Espíritu bajó sobre Él) hasta su resurrección, como hemos escuchado en la 2ª lectura: Como era hombre lo mataron, pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Y como también hemos escuchado, con este Espíritu fue a proclamar su mensaje…
Jesús, ya adulto, comienza su “vida pública”. Lo lógico, lo esperable,
hubiera sido que Jesús empezase cuanto antes a proclamar el Evangelio a la
gente, convocando a multitudes. Pero sorprendentemente el Espíritu empujó a
Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días.
¿Por qué el Espíritu empujó a Jesús al desierto? El desierto es una zona
inhóspita y muy poco habitada, pero en la Biblia también es lugar de prueba, de
corrección, de reflexión y de encuentro con Dios. Todavía podríamos admitir que
Jesús se había tomado un tiempo de retiro y tranquilidad antes de iniciar su
vida pública, pero de nuevo nos sorprende: se quedó en el desierto dejándose
tentar por Satanás. Y de nuevo nos preguntamos: ¿Por qué, qué le empujó a eso?
La tentación es una prueba para comprobar la calidad de nuestra fe, y
Satanás es lo opuesto a Dios. Precisamente en los “desiertos” de la vida, en
las dificultades, en las circunstancias y ambientes opuestos a Dios, es donde
se pone a prueba nuestra fe. Y ante la tentación, ante la prueba, podemos salir
fortalecidos, o sucumbir a la tentación.
Jesús se quedó en el desierto dejándose tentar porque así, como diremos
después en el Prefacio, “al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a
sofocar la fuerza del pecado”. Jesús se dejó empujar por el Espíritu a la
tentación para que, como Él, con la fuerza del Espíritu, sepamos cómo vencerla
y salir fortalecidos.
Entonces estaremos en condiciones de proclamar el Evangelio de Dios de
forma creíble: porque sabemos lo que es la tentación, lo opuesto a Dios, pero
cuando quien nos empuja es el Espíritu, podemos superar las pruebas.
ACTUAR
La Cuaresma es una oportunidad para dar un giro a nuestra vida, no porque
cambien nuestras circunstancias externas, sino porque estamos convirtiéndonos
mejor al Evangelio y eso se nos nota en el día a día. Y, como dijo el Papa San
Pablo VI en "Evangelii nuntiandi 21": “A través de este testimonio sin palabras,
estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes
irresistibles: ¿Por qué son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién
es el que los inspira?”. Así tendremos ocasión de mostrar que Quien nos empuja
es el Espíritu Santo que hemos recibido en el Bautismo y la Confirmación.
Esta Cuaresma el Señor nos llama de nuevo a convertirnos mejor al Evangelio
y a proclamarlo. Dejémonos empujar por el Espíritu con confianza, como Jesús,
aunque sea en medio de desiertos y tentaciones, porque “el Espíritu Santo obra
como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin
pretender ver resultados llamativos. Sólo sabemos que nuestra entrega es
necesaria. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga
fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca”. (EG 280)