viernes, 12 de marzo de 2021

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

 “DIOS MANDÓ A SU HIJO PARA QUE EL MUNDO SE SALVE POR ÉL”
14 de marzo de 2021 (IV Domingo de Cuaresma)
 2 Crónicas 36, 14-16 .19-23● “La ira y la misericordia del Señor se manifestaron en el exilio”
Salmo 136 ● ”Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de Ti”
Efesios 2,4-10 ● “Muertos por los pecados, por pura gracia estáis salvados”
Juan 3, 14-21 ● “Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por Él”

 «Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así será levantado el hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna».

«Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el hijo único de Dios. La causa de la condenación consiste en que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas. En efecto, el que obra mal odia la luz y no va a la luz, para que no se descubran sus obras. Pero el que practica la verdad va a la luz, para que se vean sus obras, que están hechas como Dios quiere».
Juan 3, 14-21.

“PREDICAR A CRISTO CRUCIFICADO”

-          VER
Desde hace tiempo en el panorama político estamos oyendo hablar de la posibilidad de concesión de unos indultos. Un indulto es una “gracia por la cual se remite total o parcialmente o se conmuta una pena”. Y a su vez, una gracia es un “don o favor que se hace sin merecimiento particular, una concesión gratuita”. No sólo en la vida social y política, sino también en la vida personal, podemos tener experiencias de “indulto” y de “gracia” que hemos recibido o que hemos otorgado: situaciones de perdón y reconciliación, actos de servicio y entrega… Y en la base de estos “indultos” y “gracias” que afectan a nuestra vida personal a menudo se encuentra el amor, porque amamos o porque nos aman. Porque si el “indulto” o la “gracia” se tuviera que deber a los méritos personales, muchas veces no habría ninguna razón para otorgarlo o recibirlo.

-          JUZGAR
La Palabra de Dios de este cuarto domingo de Cuaresma nos habla una vez más del amor y de la misericordia de Dios. Y en la 2ª lectura, san Pablo indica: por pura gracia estáis salvados. Dios derrocha sobre nosotros “indultos” y “gracias”, sin otro motivo que su amor eterno hacia nosotros. Podemos contrastar en las diferentes lecturas las actitudes humanas que en ellas aparecen y de las que nosotros participamos, con la actitud de Dios.
En la 1ª lectura, los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades… ¿Cuáles son mis infidelidades hacia Dios? No nos fijemos sólo en lo que solemos entender como grandes infidelidades, sino en las que consideramos pequeñas, sin importancia, y que se repiten, porque éstas son las que acaban multiplicándose.
El Señor les envió avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión… Pero ellos se burlaron… despreciaron sus palabras… ¿Quiénes me hacen llegar “avisos” de parte de Dios? ¿Tengo en cuenta lo que dicen, hago caso?
En la 2ª lectura decía san Pablo: estando nosotros muertos por los pecados… ¿Me he sentido o me siento “muerto”, sin salida, sin futuro? ¿Tengo algo de responsabilidad en esta situación?
Y en el Evangelio decía Jesús: los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. ¿Reconozco que en ocasiones “elijo la tiniebla”, que obro mal conscientemente?
Frente a estas actitudes nuestras, estaría justificado que Dios nos dejara por imposibles y nos “condenase”. Pero no, Dios no nos condena, somos nosotros quienes nos autocondenamos, como también ha dicho Jesús: el que no cree ya está condenado. Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. La actitud de Dios, como decía san Pablo, es muy distinta: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó: estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, por pura gracia estáis salvados...
Y la manifestación plena de esa “pura gracia” de Dios es Jesucristo, porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.  
   
-          ACTUAR
¿Soy pesimista, optimista o realista? ¿Qué experimento al contemplar a Cristo crucificado? ¿Me provoca escándalo, me parece necedad? ¿Entiendo la “sabiduría de la cruz”? ¿Mi templo parroquial es un espacio de silencio, recogimiento y oración, o lo hemos convertido “en un mercado”?
Cristo crucificado es la imagen del amor extremado de Dios hacia nosotros. Por eso, ante tantas cruces, nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios, porque “la fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá Él”. (Benedicto XVI, “Dios es amor”, 39).