lunes, 18 de abril de 2022

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 DOMINGO DE RESURRECCIÓN

“NO ESTÁ AQUÍ. HA RESUCITADO”

17 de abril de 2022 (Domingo de Resurrección)

PRIMERA LECTURA:

“Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos”(Hechos 10, 34a.37-43)

SALMO:

”Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”(Salmo 117)

SEGUNDA LECTURA:

“Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo”(1 Colosenses 3, 1-4)

EVANGELIO:

“Él había de resucitar de entre los muertos”(Juan 20, 1-9)

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar». Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.

“ESTUPOR ANTE LA RESURRECCIÓN”

VER.-

El Viernes Santo decíamos que un peligro que corremos, sobre todo en países de antigua tradición cristiana, es acostumbrarnos a todo lo que forma parte de nuestra fe: gestos, signos, símbolos… incluso la Palabra de Dios. Esto hace que, a menudo, nuestras celebraciones las veamos como un momento para recordar algo del pasado, algo que ocurrió hace mucho tiempo, pero que hoy no “nos dice” gran cosa. Y, siguiendo lo que dice el Papa Francisco, para que nuestra fe no sea corroída por la costumbre pedíamos “la gracia del estupor”, del asombro ante el Misterio de la Pasión del Señor.

JUZGAR.-

Por eso, en esta hoy, también pedimos “la gracia del estupor, esta vez ante la Resurrección de Cristo. “Es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo” (Catecismo 639). No es algo que ocurrió en el pasado: la Resurrección de Cristo tuvo lugar en un lugar y tiempo concretos de la historia, pero este hecho se extiende más allá de ese espacio y tiempo, porque Jesús vive ahora en Dios, ya no está sujeto a los límites de este mundo y, por tanto, su Resurrección es algo actual.

Por eso esta hoy, al escuchar de nuevo: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado, deberíamos sentir estupor, como lo sintieron las mujeres que, de madrugada, fueron al sepulcro y quedaron despavoridas (Evangelio de la Vigilia). Un estupor como lo sintió Pedro, que se volvió a su casa admirándose de lo sucedido.

Quizá nos cueste sentir ese estupor porque no contamos con ninguna descripción del hecho mismo de la Resurrección, ni sabemos de nadie que la viera. Puede que, al escuchar el anuncio de la Resurrección de Jesús, nos ocurra como a los discípulos y, ante el anuncio de las mujeres, ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. A fin de cuentas, con lo único constatable que contamos es con el sepulcro vacío: las mujeres no encontraron el cuerpo del Señor Jesús, y Pedro y el otro discípulo sólo ven los lienzos tendidos y el sudario… enrollado en un sitio aparte (Evangelio del día). No hay más y, desde luego, el sepulcro vacío no es una prueba de la Resurrección. De hecho, ya en la época del Nuevo Testamento hubo quienes intentaron explicar el mensaje de la Resurrección y el hecho del sepulcro vacío como una invención de los discípulos, que habían robado el cuerpo de Jesús, o como una alucinación de los discípulos, generando así un engaño que se ha utilizado y mantenido para manipular a las personas y lograr otros intereses y fines.

Pero nos ayudará a sentir estupor ante la Resurrección el hecho de que, poco después del Viernes Santo, los discípulos, que habían huido y abandonado al Señor durante su Pasión, que se mantenían ocultos en una casa por miedo, de pronto se lanzan a anunciar públicamente y con valentía que Jesús vive: Pedro tomó la palabra y dijo: lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día… Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos (1ª lectura del día). Incluso están dispuestos incluso a morir por este anuncio. Este cambio radical sólo resulta comprensible si los discípulos tuvieron una experiencia y la certeza clara de encuentro con Jesús Resucitado, eliminando así las hipótesis del engaño o de la alucinación.

Y también nos ayudará a sentir estupor ante la Resurrección la profundización en lo que significa este hecho, como indica el Catecismo (651-655): “La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Es el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento, la verdad de la divinidad de Jesús”. Y sentiremos verdadero estupor si pensamos que “por su Resurrección nos abre el acceso una nueva vida”, Y que “la Resurrección de Cristo -y el propio Cristo resucitado- es principio y fuente de nuestra resurrección futura: ‘Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron... así también todos revivirán en Cristo’” (1 Co 15, 20-22).

ACTUAR.-

Es cierto que la dureza de la realidad, personal, social, mundial… con su carga de mal y de muerte, nos puede hacer dudar de la Resurrección de Jesús. Sintámonos como los primeros discípulos y aprovechemos el tiempo de Pascua para poder tener nuestro propio encuentro personal con el Resucitado por medio de la oración, de su Palabra, de la Eucaristía… Que brote así en nosotros el estupor y haga que también nosotros andemos en una vida nueva (Epístola de la Vigilia), y anunciemos de forma creíble, como ellos, que era verdad, ha resucitado el Señor.