viernes, 28 de octubre de 2022

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 30 de octubre de 2022

PRIMERA LECTURA:

“Te compadeces de todos, porque amas a todos los seres” (Sabiduría 11,22-12,2)

SALMO:

“Bendecirá tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey” (Salmo 144)

SEGUNDA LECTURA:

“El nombre de Cristo será glorificado en vosotros y vosotros en Él” (2 Tesalonicenses 1,11-2,2 )

EVANGELIO: (Lucas 19, 1-10)

“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”

 Entró en Jericó y andaba por la ciudad. Había allí un hombre, llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a Jesús, pero no podía por la gente, porque era bajo de estatura. Se adelantó y se subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó al lugar, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa». Bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían: «Se ha hospedado en casa de un pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres; y si he estafado a alguien, le devolveré cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha entrado la salvación en esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán. El hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

VER LOS TOROS DESDE LA BARRERA

VER.-

Solemos emplear la expresión “ver los toros desde la barrera” para referirnos a las personas que observan la realidad, los acontecimientos los problemas… pero a distancia, sin involucrarse personalmente, desde una posición de comodidad y una supuesta seguridad. Hay cierto interés, se opina mucho desde redes sociales, foros… pero a la hora de la verdad falta el compromiso personal, no se quiere mayor implicación y, por tanto, no se actúa de una forma verdaderamente efectiva. .

JUZGAR.-

Hoy en el Evangelio hemos escuchado el encuentro de Zaqueo con Jesús. Zaqueo había oído hablar de Él y por eso, cuando entró en Jericó e iba atravesando la ciudad, trataba de ver quién era. Zaqueo sólo quería “ver”, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura, y se subió a un sicomoro para verlo. Zaqueo está “viendo los toros desde la barrera”: siente interés por Jesús, pero no piensa en acercarse más a Él. Seguramente también le influye el hecho de ser jefe de publicanos y rico, con toda la carga negativa que eso conllevaba de cara a sus conciudadanos, y por eso tampoco se atreve a un mayor acercamiento y prefiere quedarse en “la barrera” del sicomoro, que le mantiene a una prudente distancia y en una cierta seguridad.

Podemos vernos reflejados en Zaqueo: hemos oído hablar de Jesús, sentimos interés por Él, estamos por donde sabemos que “va a pasar”, venimos a la Eucaristía… pero sin asumir un verdadero compromiso consecuente con nuestra fe. Como ya se dijo en 2013 en el documento “Ser y Misión de la Acción Católica General”, “se constata un menor pulso vital de nuestras parroquias, comunidades y diócesis, un menor celo apostólico. En general no tenemos las ganas suficientes para transmitir la fe cristiana. Esta falta de intensidad hace que se impregne en nosotros un estilo vago y de escaso compromiso” y, en consecuencia, no cuidamos la espiritualidad ni participamos en los Equipos de Vida, ni en las diferentes áreas pastorales. “Vemos los toros desde la barrera”, nos quedamos subidos en nuestros “sicomoros” personales, en nuestra comodidad y presunta seguridad.

Pero Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo a Zaqueo algo inesperado: date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa. Jesús no quiere que Zaqueo se quede viendo los toros desde la barrera, quiere que baje y se implique personalmente, quiere contar con él, aunque Zaqueo no se crea digno de ello; más aún, le dice que es necesario. Y Zaqueo se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Y por su encuentro con Jesús, se convirtió en discípulo y actuó en consecuencia de un modo concreto y efectivo: la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más.

Jesús hoy nos dice lo mismo a cada uno de nosotros. No quiere que nos quedemos viendo los toros desde la barrera, porque como dijo Benedicto XVI en “Dios es Amor” (1): “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Ésa fue la experiencia que tuvo Zaqueo y que nosotros estamos llamados también a vivir. Hoy Jesús pasa por nuestra vida y nos repite: date prisa y baja de tus sicomoros personales, de tu comodidad, de tus excusas, de tu miedo. Sea cual sea tu pasado, tu presente, tu situación personal, laboral… es necesario que hoy me quede en tu casa. Es necesario dejar de ver los toros desde la barrera para convertirnos en discípulos y apóstoles y actuar en consecuencia, de un modo efectivo, como Zaqueo.

ACTUAR.-

¿En qué ocasiones “he visto los toros desde la barrera”? ¿Cuáles son mis “sicomoros” personales, en qué me escudo, me escondo o me refugio para no asumir compromisos? ¿A qué creo que se debe la falta de implicación en las tareas eclesiales, en general y en mi caso particular? ¿Me siento mirado y llamado por Jesús, personalmente, como Zaqueo? ¿Estoy dispuesto a “recibirle” de verdad en mi vida, con todo lo que eso significa? ¿Qué cambios concretos y efectivos debería asumir?

Muchas veces somos cristianos de un modo pasivo y cómodo, “desde la barrera”. Nos falta la experiencia de ser llamados por el Señor para bajar rápido de nuestros sicomoros y seguirle como discípulos y apóstoles. El Señor quiere nuestra salvación, como la de Zaqueo; ojalá también le recibamos muy contentos, para que transforme nuestra vida y nos lancemos a actuar de un modo concreto y efectivo en la misión evangelizadora.