30 de octubre de 2022
PRIMERA LECTURA:
“Te compadeces de todos, porque amas a todos los seres”
(Sabiduría 11,22-12,2)
SALMO:
“Bendecirá tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey” (Salmo
144)
SEGUNDA LECTURA:
“El nombre de Cristo será glorificado en vosotros y vosotros
en Él” (2 Tesalonicenses 1,11-2,2 )
EVANGELIO: (Lucas 19, 1-10)
“El Hijo del hombre ha
venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”
Entró en Jericó y andaba por la ciudad. Había
allí un hombre, llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a
Jesús, pero no podía por la gente, porque era bajo de estatura. Se adelantó y
se subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando
Jesús llegó al lugar, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida,
porque hoy tengo que hospedarme en tu casa». Bajó en seguida y lo recibió muy
contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían: «Se ha hospedado en casa de
un pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Señor, voy a dar la mitad
de mis bienes a los pobres; y si he estafado a alguien, le devolveré cuatro
veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha entrado la salvación en esta casa, porque
también éste es hijo de Abrahán. El hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido».
VER LOS TOROS DESDE LA BARRERA
VER.-
Solemos emplear la expresión “ver
los toros desde la barrera” para referirnos a las personas que observan la
realidad, los acontecimientos los problemas… pero a distancia, sin involucrarse
personalmente, desde una posición de comodidad y una supuesta seguridad. Hay
cierto interés, se opina mucho desde redes sociales, foros… pero a la hora de
la verdad falta el compromiso personal, no se quiere mayor implicación y, por
tanto, no se actúa de una forma verdaderamente efectiva. .
JUZGAR.-
Hoy en el
Evangelio hemos escuchado el encuentro de Zaqueo con Jesús. Zaqueo había oído
hablar de Él y por eso, cuando entró en Jericó e iba atravesando la ciudad,
trataba de ver quién era. Zaqueo sólo quería “ver”, pero no lo lograba a causa
del gentío, porque era pequeño de estatura, y se subió a un sicomoro para
verlo. Zaqueo está “viendo los toros desde la barrera”: siente interés por
Jesús, pero no piensa en acercarse más a Él. Seguramente también le influye el
hecho de ser jefe de publicanos y rico, con toda la carga negativa que eso
conllevaba de cara a sus conciudadanos, y por eso tampoco se atreve a un mayor
acercamiento y prefiere quedarse en “la barrera” del sicomoro, que le mantiene
a una prudente distancia y en una cierta seguridad.
Podemos vernos
reflejados en Zaqueo: hemos oído hablar de Jesús, sentimos interés por Él,
estamos por donde sabemos que “va a pasar”, venimos a la Eucaristía… pero sin
asumir un verdadero compromiso consecuente con nuestra fe. Como ya se dijo en
2013 en el documento “Ser y Misión de la Acción Católica General”, “se constata
un menor pulso vital de nuestras parroquias, comunidades y diócesis, un menor
celo apostólico. En general no tenemos las ganas suficientes para transmitir la
fe cristiana. Esta falta de intensidad hace que se impregne en nosotros un
estilo vago y de escaso compromiso” y, en consecuencia, no cuidamos la
espiritualidad ni participamos en los Equipos de Vida, ni en las diferentes
áreas pastorales. “Vemos los toros desde la barrera”, nos quedamos subidos en
nuestros “sicomoros” personales, en nuestra comodidad y presunta seguridad.
Pero Jesús, al
llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo a Zaqueo algo inesperado: date
prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa. Jesús no quiere
que Zaqueo se quede viendo los toros desde la barrera, quiere que baje y se
implique personalmente, quiere contar con él, aunque Zaqueo no se crea digno de
ello; más aún, le dice que es necesario. Y Zaqueo se dio prisa en bajar y lo
recibió muy contento. Y por su encuentro con Jesús, se convirtió en discípulo y
actuó en consecuencia de un modo concreto y efectivo: la mitad de mis bienes se
la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces
más.
Jesús hoy nos
dice lo mismo a cada uno de nosotros. No quiere que nos quedemos viendo los
toros desde la barrera, porque como dijo Benedicto XVI en “Dios es Amor” (1):
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino
por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Ésa fue la
experiencia que tuvo Zaqueo y que nosotros estamos llamados también a vivir.
Hoy Jesús pasa por nuestra vida y nos repite: date prisa y baja de tus
sicomoros personales, de tu comodidad, de tus excusas, de tu miedo. Sea cual
sea tu pasado, tu presente, tu situación personal, laboral… es necesario que
hoy me quede en tu casa. Es necesario dejar de ver los toros desde la barrera
para convertirnos en discípulos y apóstoles y actuar en consecuencia, de un
modo efectivo, como Zaqueo.
ACTUAR.-
¿En qué
ocasiones “he visto los toros desde la barrera”? ¿Cuáles son mis “sicomoros”
personales, en qué me escudo, me escondo o me refugio para no asumir
compromisos? ¿A qué creo que se debe la falta de implicación en las tareas
eclesiales, en general y en mi caso particular? ¿Me siento mirado y llamado por
Jesús, personalmente, como Zaqueo? ¿Estoy dispuesto a “recibirle” de verdad en
mi vida, con todo lo que eso significa? ¿Qué cambios concretos y efectivos
debería asumir?
Muchas veces
somos cristianos de un modo pasivo y cómodo, “desde la barrera”. Nos falta la
experiencia de ser llamados por el Señor para bajar rápido de nuestros
sicomoros y seguirle como discípulos y apóstoles. El Señor quiere nuestra
salvación, como la de Zaqueo; ojalá también le recibamos muy contentos, para
que transforme nuestra vida y nos lancemos a actuar de un modo concreto y
efectivo en la misión evangelizadora.