viernes, 9 de diciembre de 2022

III DOMINGO DE ADVIENTO

ALÉGRATE, LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO

11 de diciembre de 2022

PRIMERA LECTURA:

“Dios viene en persona y os salvará” (Isaías 35, 1-6a.10)

SALMO:

“Ven, Señor, a salvarnos” (Salmo 145)

SEGUNDA LECTURA:

“Fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca” (Santiago 5, 7-10)

EVANGELIO:

“¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mateo 11, 2-11)

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: "Yo envío a mi mensajero delante de ti, para que prepare tu camino ante ti". En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

¿QUÉ ESPERAMOS?

VER.-

Cuando alguien conocido tiene un comportamiento o reacción que nos sorprende negativamente, solemos pensar o decir: “No esperaba eso de ti”. Y, sobre todo si nos afecta directamente y nos decepciona, nos sentimos defraudados porque esa persona, con ese comportamiento o reacción, ha echado por tierra la confianza que habíamos depositado en ella.

JUZGAR.-

El tercer domingo de Adviento es conocido como el “Domingo de Gaudete”, el domingo del regocijo o la alegría, por la proximidad de la Navidad. Pero el tema que nos plantea es muy serio, y lo ha expresado Jesús en el Evangelio: ¡Bienaventurado el que no se escandalice de mí!

Jesús dice estas palabras porque Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Juan el Bautista, que había dicho de Jesús: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Éste es el Hijo de Dios (cfr. Jn 1, 29.34)

Juan el Bautista esperaba al Mesías, y en su predicación lo había descrito muy expresivamente como un Juez que purificará a su pueblo, como escuchábamos el domingo pasado: ¡Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego! Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga. Pero Jesús ha iniciado su misión pública con un estilo distinto, y Juan no entiende el actuar de Jesús, no esperaba eso de Él, y quiere saber si verdaderamente es Jesús el Mesías o tienen que seguir esperando a otro.

Esta experiencia de Juan el Bautista podemos sentirla también nosotros. Hemos escuchado en la 1ª lectura la profecía de Isaías: ¡He aquí vuestro Dios!... Viene en persona y os salvará… Quedan atrás la pena y la aflicción. Y la mayoría de nosotros, desde pequeños, creemos que Jesús cumple esa profecía, que Él es el Hijo de Dios que se encarnó en nuestra realidad, y que después de su pasión, muerte y resurrección continúa a nuestro lado para ir haciendo realidad su Reinado, y durante años hemos procurado llevar una vida acorde con nuestra fe, a menudo con esfuerzo y sacrificio, esperando con paciencia, como recomendaba el Apóstol Santiago en la 2ª lectura.

Pero la paciencia se nos puede acabar, porque la evolución negativa de la realidad social, política, económica, medioambiental, eclesial… unida al crecimiento de problemas personales, familiares, de trabajo, de salud… nos hace dudar, como a Juan el Bautista, de que Jesús realmente actúe, y podemos llegar a sentirnos escandalizados o defraudados de Él, porque esperábamos otra cosa.

ACTUAR.-

Este tercer domingo de Adviento nos invita a plantearnos con seriedad qué idea tenemos nosotros de Jesús y si nos sentimos escandalizados de Él porque no cumple lo que esperábamos. Hemos de preguntar al Señor en la oración, como esos discípulos de Juan: ¿Eres tú el que ha de venir? Y preguntárselo ante hechos, situaciones y experiencias concretas ante las cuales nos sentimos desalentados, sin encontrar una orientación o una luz desde la fe que nos ayude a vivirlas.

Y, si somos sinceros en nuestra oración, descubriremos que, si nos escandalizamos, es porque tenemos una idea equivocada de Jesús, como aquéllos que esperaban de Él un guerrero, un vengador todopoderoso que arregle todos nuestros problemas.

O quizá nos escandalizamos porque no sabemos o queremos “ver y oír” los signos de su actuación, porque no se ajusta a lo que nosotros consideramos lógico y oportuno, porque nos falta esa paciencia del labrador que aguarda el fruto precioso de la tierra.

La alegría de la Navidad, de la que este “Domingo de Gaudete” es como un anticipo, surge cuando creemos de verdad que Jesús es el que ha de venir, que no tenemos que esperar a otro. La alegría surge cuando no nos sentimos defraudados, cuando no nos escandalizamos de Él aunque no entendamos muchas cosas.

Necesitamos buscar el encuentro con Jesús en la oración para aprender a “ver y oír” los signos de su presencia, porque de lo contrario podemos pasar nuestra vida como cristianos cumplidores pero en el fondo defraudados y escandalizados porque, como Juan, esperábamos otra cosa de Jesús, esperábamos un Mesías vengador y todopoderoso que arregle todos nuestros problemas.