PRIMERA LECTURA:
“Dios lo ha constituido Señor y Mesías” (Hechos 2,
14a.36-41)
SALMO:
“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Salmo 22)
SEGUNDA LECTURA:
“Os habéis convertido al pastor de vuestras almas” (1 Pedro
2, 20b-25)
EVANGELIO:
“Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10, 1-10)
En verdad, en verdad os digo: el
que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra
parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va
llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas
las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la
voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación,
pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad,
en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido
antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy
la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará
pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he
venido para que tengan vida y la tengan abundante.
RECONOCIMIENTO DE VOZ
VER.-
Para utilizar dispositivos
electrónicos (ordenador, teléfono móvil…) normalmente necesitamos un teclado,
físico o en pantalla. Pero una de las herramientas informáticas que se nos
ofrecen es la del “reconocimiento de voz”, que nos permite controlar el
dispositivo con nuestra voz: iniciar aplicaciones, hacer llamadas, dictar
texto, escribir correos y mensajes… Pero, para que el reconocimiento de voz
funcione, antes hay que configurar el dispositivo para que identifique nuestra
voz. Esto se hace leyendo varias palabras y frases, y el dispositivo “memoriza”
nuestro tono de voz, sus características… Esto no sólo es para que funcione de
un modo más eficaz, sino también por seguridad, para que sólo se active con
nuestra voz, no con la voz de otro.
JUZGAR.-
El cuarto domingo de Pascua es
conocido como el “Domingo del Buen Pastor”, porque el Evangelio de este día, en
los tres ciclos litúrgicos, nos ofrece algunas de las palabras de Jesús,
recogidas en el Evangelio según san Juan, refiriéndose a sí mismo como “el Buen
Pastor” y a nosotros como “sus ovejas”. Y hoy, en concreto, nos ha indicado:
las ovejas atienden a su voz, y Él las va llamando por el nombre… las ovejas lo
siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de
él, porque no conocen la voz de los extraños.
Hoy el Señor nos invita a que
utilicemos la “herramienta del reconocimiento de voz” para poder seguirle
mejor, con más fidelidad. Porque a veces, como hacemos con los dispositivos
electrónicos, nuestra relación con el Señor la “manejamos” nosotros, y para eso
empleamos unas oraciones y textos que tenemos aprendidos para “introducir”
nuestras peticiones y que el Señor haga lo que le pedimos… olvidando que en la
vida de fe el protagonismo es de Dios, no nuestro.
Con sus palabras, el Señor nos
invita a “actualizarnos” y no ser siempre nosotros los que “hablemos a Dios”,
sino que aprendamos ante todo a escucharle. Para eso, como la herramienta
informática, también nosotros debemos “configurarnos” para saber reconocer su
Voz, en las diferentes formas en que ésta nos llega. Porque unas veces su Voz
nos llega leyendo la Sagrada Escritura; otras veces, cuando se proclama su
Palabra en la Eucaristía y demás celebraciones litúrgicas; otras veces, cuando
se reflexiona en las reuniones de formación; y su Voz también nos llega por
medio de los otros miembros del Equipo de Vida o de la comunidad parroquial.
Para reconocer su Voz, en primer
lugar, las ovejas atienden a su voz. “Atender” es más que simplemente oír o
leer, es centrarme en esa Palabra que leo o escucho, y “dejar que Dios me
hable”, para interiorizarla y descubrir cómo puede iluminar mi vida.
Después, Él las va llamando por
su nombre. Nuestra “configuración” para reconocer la Voz del Señor requiere de
momentos de silencio: un silencio exterior que me ayude al silencio interior,
para poder sentirme llamado por mi nombre, para sentir cómo el Buen Pastor se
dirige a mí, personalmente.
Las ovejas lo siguen, porque
conocen su voz. Igual que en los dispositivos electrónicos, una vez
configurados para reconocer nuestra voz, ejecutan lo que decimos, también
nosotros debemos seguir las indicaciones que escuchamos al Señor, llevando a la
práctica eso que el Señor nos dice.
Y a un extraño no lo seguirán,
porque no conocen la voz de los extraños. Del mismo modo que en los
dispositivos electrónicos, el reconocimiento de la Voz del Señor es también una
medida de seguridad, porque nos enseña a ser críticos, a discernir la Voz del
Señor entre tantas “voces” como escuchamos, para no dejarnos arrastrar por
tendencias, ideologías… que pueden sonar parecido pero en realidad nos apartan
del camino del Evangelio, del seguimiento del Señor.
ACTUAR.-
¿Utilizo el reconocimiento de voz
en mis dispositivos electrónicos? ¿Qué ventajas descubro? ¿Sé reconocer la Voz
del Señor, siento que “me llama por mi nombre”, que se dirige a mí,
personalmente? ¿Llevo a la práctica lo que el Señor me dice? ¿Sé discernir su
Voz de otras “voces”?
En la 1ª lectura preguntaban a
Pedro: ¿Qué tenemos que hacer? Aprovechemos el tiempo de Pascua para incorporar
a nuestra vida de fe el reconocimiento de voz, y aprender a reconocer la Voz
del Señor, porque como Él ha dicho: yo he venido para que tengan vida y la
tengan abundante.