Domingo 14 de mayo de 2023
PRIMERA LECTURA:
“Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8, 5-8.14-17)
SALMO:
“Aclamad al Señor, tierra entera” (Salmo 65)
SEGUNDA LECTURA:
“Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu” (1 Pedro 3, 15-18)
EVANGELIO: (Juan 14, 15-21)
“Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
OBRAS SON AMORES...
VER.-
Cuando vamos en grupo a algún sitio, de excursión, o a una celebración, encuentro, compromiso social… y no hemos estado nunca allí, normalmente recurrimos a alguna aplicación informática para ver la ruta. Pero sabemos que estas aplicaciones tienen sus fallos, por lo que, aunque tengamos este recurso, lo que nos da más seguridad es que alguien del grupo diga que “sabe ir”. De este modo, nos va indicando la mejor ruta: qué obstáculos tendremos que sortear, qué zonas peligrosas deberemos evitar, dónde tendremos que ir más despacio y dónde podremos acelerar, dónde podremos parar y repostar, los desvíos, salidas, etc. que hay que tomar para poder llegar al destino.
JUZGAR.-
En este quinto domingo de Pascua, Jesús nos recuerda que somos peregrinos, “viajeros”, que nos dirigimos hacia un encuentro: Me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros.
La respuesta que le da a Tomás es muy lógica. Primero le dice: Señor, no sabemos adónde vas. En teoría, más o menos todos tenemos una idea de a dónde nos dirigimos y todos queremos llegar a esa meta, a ese encuentro con Él. Pero lo que ya no tenemos tan claro es la ruta concreta a seguir, lo que nos vamos a encontrar en las diferentes etapas de nuestra vida. Porque en el día a día nos encontramos con obstáculos (personales, familiares, laborales…) que tenemos que sortear; hay zonas peligrosas (tentaciones, actitudes, criterios, valores…) que, si no las evitamos, nos van a apartar de nuestra ruta; hay épocas que vamos demasiado acelerados, queremos abarcar mucho o hemos asumido demasiados compromisos y nos sentimos dispersos… y tenemos que bajar el ritmo de nuestra vida; otras veces nos hemos acomodado, hemos caído en la rutina, nos dejamos llevar… y debemos espabilarnos; también en nuestro viaje necesitamos llenar nuestro depósito, porque vemos que en nuestra vida familiar, espiritual, social… nos falta impulso, una esperanza que nos motive; y también en nuestra vida llegamos a encrucijadas, en las que tenemos que decidir entre varias opciones y elegir una de ellas para continuar nuestro viaje, y no perdernos.
Por eso, la pregunta de Tomás es muy lógica: ¿Cómo podemos saber el camino? En lo concreto, en lo diario. Y Jesús nos dice que Él es nuestro Compañero de viaje: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Jesús no es sólo alguien que “sabe el camino”, sino que Él mismo es “el Camino”.
Jesús es la Palabra hecha carne (cfr. Jn 1, 14) y, con su respuesta a Tomás, nos recuerda que Él, verdadero Dios, se hizo verdadero hombre para mostrarnos con sus palabras y obras, con toda su vida, por dónde debe discurrir nuestro viaje para llegar a la Casa del Padre, entre la maraña de rutas y caminos que nuestro mundo nos presenta.
Es cierto que este viaje no está planificado al milímetro, no es algo “cerrado” porque Dios respeta nuestra libertad, pero en cada etapa Él nos va dando las indicaciones que necesitamos para avanzar. Se trata entonces de asumir una actitud permanente de discernimiento, un concepto que, hasta no hace mucho, parecía que quedaba reservado sólo a quienes tenían que decidir una vocación particular en su vida, ya fuera en el sacerdocio ministerial o en una especial consagración religiosa. Discernir es descubrir, desde la oración y la apertura al Espíritu, qué hemos de hacer, qué decisiones grandes y pequeñas hemos de tomar… para poder seguir el Camino que es Jesús.
ACTUAR.-
Muchas veces hemos oído que “somos peregrinos”, que estamos de camino, que nuestra vida es un viaje… pero a veces se nos olvida; por eso hoy el Señor nos invita a preguntarnos si tenemos presente esa meta que Él nos propone, si de verdad sabemos a dónde vamos en nuestra vida.
Y como a veces lo incierto de este viaje, las dificultades, amenazas y peligros que experimentamos nos paralizan, hoy nos dice también: No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí.
Afrontemos sin miedo el viaje que es nuestra vida, porque Él viene con nosotros: y no sólo “sabe el camino” sino que Él es el Camino. Contemos con este Compañero de viaje para “saber el camino”, para discernir las elecciones y decisiones que debemos tomar y recordando sus palabras: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padres, sino es por mí.