viernes, 9 de junio de 2023

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

Domingo 11 de junio de 2023

PRIMERA LECTURA:

“Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres” (Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a)

SALMO:

“Glorifica al Señor, Jerusalén” (Salmo 147)

SEGUNDA LECTURA:

“El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo” (1 Corintios 10, 16-17)

EVANGELIO:

“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida”   (Juan 6, 51-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

EN COMUNIÓN

VER.-

Una experiencia gratificante es encontrarse junto a una o varias personas y comprobar que el trato, la conversación, la amistad… fluyen con naturalidad. En esos casos solemos decir coloquialmente que “hay buen ambiente”, pero lo que se está produciendo, aunque no le demos ese nombre, es que estamos “en comunión” unos con otros: aun siendo diferentes, todos participamos de algo que nos une de un modo más profundo. Y estar en comunión con otros nos hace sentir bien, acogidos y acompañados, y también nos da seguridad y nos fortalece anímicamente.

JUZGAR.-

La semana pasada, al celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad, veíamos que Jesús nos había revelado cómo es Dios “en la intimidad”: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una comunión de Personas. Dios es Misterio y nunca podremos abarcarlo con nuestra mente, pero sí que podemos adentrarnos en su intimidad para sentirnos también “en comunión” con Él. Y podemos adentrarnos en la intimidad de Dios gracias a Jesucristo: Él nos invita a participar de ese “buen ambiente” que es la Santísima Trinidad, para que experimentemos la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

 

Y la puerta que Cristo nos abre para que podamos participar en la comunión que es Dios es la Eucaristía. Hoy estamos celebrando la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Y más allá de procesiones, adoraciones del Santísimo Sacramento… lo que hoy celebramos es que Jesús nos invita a que estemos “en comunión” con Él, como decía la 2ª lectura: El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?

La Eucaristía es más que comulgar; es más que adorar: es entrar en “comunión” con el mismo Cristo. Él mismo nos lo ha dicho en el Evangelio: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. La Eucaristía nos hace estar “en comunión” con Cristo y así, con Él, también con el Padre y el Espíritu Santo. En la Eucaristía, la Comunión de Personas que es Dios nos acoge, nos da seguridad y nos fortalece para acompañarnos en nuestra vida cotidiana, porque el que me come vivirá por mí.

Y al estar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo porque comemos el Cuerpo y la Sangre de Cristo y Él habita en nosotros y nosotros en Él, nos sentimos también en comunión con quienes participan con nosotros, con la conciencia de formar un solo cuerpo, como decía san Pablo: Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. Recibir la Eucaristía es una llamada a crear “buen ambiente” en nuestras comunidades parroquiales, en nuestros Equipos de Vida, en nuestras asociaciones y movimientos, en nuestra diócesis… Porque aunque somos diferentes, a todos nos une el mismo Pan y la misma misión evangelizadora.

Una misión que hoy tiene un carácter especial: el Día de Corpus Christi es el Día de Caridad, una jornada en la que Cáritas nos propone el lema: “TÚ TIENES MUCHO QUE VER. SOMOS OPORTUNIDAD. SOMOS ESPERANZA”. Celebrar el Corpus Christi, el Día de Caridad, es sentirnos también en comunión con nuestros hermanos y hermanas que sufren especialmente. En medio de una realidad compleja y dolorosa, estamos llamados a comunicar esperanza desde el amor cristiano, desde la comunión con Dios que da sentido a nuestra misión, para que todas las personas descubran la fuerza del amor, que todo lo cambia y lo transforma.

ACTUAR.-

¿En alguna ocasión me he sentido “en comunión” con otras personas, aunque no le haya dado ese nombre? ¿Entiendo la celebración de la Eucaristía, sobre todo la dominical, como una invitación de Dios a estar en comunión con Él? ¿Al participar en la celebración me siento en comunión con Cristo? ¿Veo a los otros que participan en la Eucaristía como miembros de un mismo cuerpo, me siento en comunión con ellos? ¿Cuido y fomento la comunión en la comunidad parroquial, en el Equipo de Vida, en la asociación o movimiento, en el arciprestazgo y la diócesis…?

La celebración del Cuerpo y Sangre de Cristo es una llamada a desterrar de nosotros expresiones como “voy a Misa” o, peor aún, “a oír Misa”. La celebración eucarística es “comunión” del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es estar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y también entre nosotros, siendo “Iglesia”, para ya ahora tengamos vida, y vida para siempre.