Domingo 11 de junio de 2023
PRIMERA LECTURA:
“Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron
tus padres” (Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a)
SALMO:
“Glorifica al Señor, Jerusalén” (Salmo 147)
SEGUNDA LECTURA:
“El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo
cuerpo” (1 Corintios 10, 16-17)
EVANGELIO:
“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida” (Juan 6, 51-58)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los
judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne
del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el
último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que
vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come
vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros
padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
EN COMUNIÓN
VER.-
Una experiencia gratificante es
encontrarse junto a una o varias personas y comprobar que el trato, la
conversación, la amistad… fluyen con naturalidad. En esos casos solemos decir
coloquialmente que “hay buen ambiente”, pero lo que se está produciendo, aunque
no le demos ese nombre, es que estamos “en comunión” unos con otros: aun siendo
diferentes, todos participamos de algo que nos une de un modo más profundo. Y
estar en comunión con otros nos hace sentir bien, acogidos y acompañados, y
también nos da seguridad y nos fortalece anímicamente.
JUZGAR.-
La semana pasada, al celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad,
veíamos que Jesús nos había revelado cómo es Dios “en la intimidad”: Padre,
Hijo y Espíritu Santo, una comunión de Personas. Dios es Misterio y nunca
podremos abarcarlo con nuestra mente, pero sí que podemos adentrarnos en su
intimidad para sentirnos también “en comunión” con Él. Y podemos adentrarnos en
la intimidad de Dios gracias a Jesucristo: Él nos invita a participar de ese
“buen ambiente” que es la Santísima Trinidad, para que experimentemos la
comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y la puerta que Cristo nos abre
para que podamos participar en la comunión que es Dios es la Eucaristía. Hoy
estamos celebrando la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Y más allá de
procesiones, adoraciones del Santísimo Sacramento… lo que hoy celebramos es que
Jesús nos invita a que estemos “en comunión” con Él, como decía la 2ª lectura:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de
Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
La Eucaristía es más que
comulgar; es más que adorar: es entrar en “comunión” con el mismo Cristo. Él
mismo nos lo ha dicho en el Evangelio: El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él. La Eucaristía nos hace estar “en comunión” con Cristo
y así, con Él, también con el Padre y el Espíritu Santo. En la Eucaristía, la
Comunión de Personas que es Dios nos acoge, nos da seguridad y nos fortalece
para acompañarnos en nuestra vida cotidiana, porque el que me come vivirá por
mí.
Y al estar en comunión con Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo porque comemos el Cuerpo y la Sangre de Cristo y
Él habita en nosotros y nosotros en Él, nos sentimos también en comunión con
quienes participan con nosotros, con la conciencia de formar un solo cuerpo,
como decía san Pablo: Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos
un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. Recibir la Eucaristía es una
llamada a crear “buen ambiente” en nuestras comunidades parroquiales, en
nuestros Equipos de Vida, en nuestras asociaciones y movimientos, en nuestra
diócesis… Porque aunque somos diferentes, a todos nos une el mismo Pan y la
misma misión evangelizadora.
Una misión que hoy tiene un
carácter especial: el Día de Corpus Christi es el Día de Caridad, una jornada
en la que Cáritas nos propone el lema: “TÚ TIENES MUCHO QUE VER. SOMOS
OPORTUNIDAD. SOMOS ESPERANZA”. Celebrar el Corpus Christi, el Día de Caridad,
es sentirnos también en comunión con nuestros hermanos y hermanas que sufren
especialmente. En medio de una realidad compleja y dolorosa, estamos llamados a
comunicar esperanza desde el amor cristiano, desde la comunión con Dios que da
sentido a nuestra misión, para que todas las personas descubran la fuerza del
amor, que todo lo cambia y lo transforma.
ACTUAR.-
¿En alguna ocasión me he sentido
“en comunión” con otras personas, aunque no le haya dado ese nombre? ¿Entiendo
la celebración de la Eucaristía, sobre todo la dominical, como una invitación
de Dios a estar en comunión con Él? ¿Al participar en la celebración me siento
en comunión con Cristo? ¿Veo a los otros que participan en la Eucaristía como
miembros de un mismo cuerpo, me siento en comunión con ellos? ¿Cuido y fomento
la comunión en la comunidad parroquial, en el Equipo de Vida, en la asociación
o movimiento, en el arciprestazgo y la diócesis…?
La celebración del Cuerpo y
Sangre de Cristo es una llamada a desterrar de nosotros expresiones como “voy a
Misa” o, peor aún, “a oír Misa”. La celebración eucarística es “comunión” del
Cuerpo y la Sangre de Cristo, es estar en comunión con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, y también entre nosotros, siendo “Iglesia”, para ya ahora
tengamos vida, y vida para siempre.