FESTIVIDAD DELA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Sábado 6 de enero de 2024
PRIMERA LECTURA:
“La gloria del Señor amanece sobre ti” (Isaías 60, 1-6)
SALMO:
“Se postrarán ante Ti, Señor, todos los pueblos de la
tierra” (Salmo 71)
SEGUNDA LECTURA:
"Ahora ha sido revelado que los gentiles son
coherederos de la promesa” (Efesios 3, 2-3a.5--6)
EVANGELIO:
“Venimos a adorar al Rey” (Mateo 2, 1-12)
Habiendo nacido Jesús en Belén de
Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en
Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque
hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes,
se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los
escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le
contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y
tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones
de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel"».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo
en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y
averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme,
para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en
camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta
que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se
llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su
madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le
ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un
oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro
camino.
EPIFANÍA
DESAPERCIBIDA
VER. –
Normalmente, cuando un rey se
desplaza oficialmente a algún sitio, se nota: se anuncia previamente, quizá se
engalanen las calles o se ponga alguna pancarta alusiva al motivo de su visita,
se corta el tráfico, hay controles y medidas de seguridad… Pero otras veces,
cuando no es por un motivo oficial, sus desplazamientos pasan desapercibidos
para la gente y sólo los conocemos si algún medio de comunicación lo dice
posteriormente, quizá publicando alguna fotografía.
JUZGAR. –
Dentro del tiempo de Navidad,
estamos celebrando la fiesta de la Epifanía o, como se llama popularmente, ‘de
los Reyes Magos’. Con motivo de esta fiesta, en la mayoría de pueblos y
ciudades se organizan cabalgatas, algunas muy esplendorosas, en las que
participa mucha gente, con carrozas, vestimentas lujosas, reparto de caramelos,
fuegos artificiales… Todo el mundo se entera.
Pero, como estamos viendo estos
días, la verdadera Navidad nos puede pasar desapercibida porque la ‘tapamos’
con todos los elementos externos con que la hemos adornado, hasta el punto de
ocultar su dimensión religiosa. Y eso nos puede pasar con el significado de la
fiesta de hoy.
Porque la fiesta de hoy es la
Epifanía, una palabra que significa ‘manifestación’ o ‘revelación’. Hoy
celebramos que Dios manifiesta a su Hijo a toda la humanidad, sin excepción.
Jesús, el Mesías, nace para traer la salvación a todos; no sólo para el pueblo
de Israel, como se esperaba; la Epifanía amplía la salvación de Dios para
todos, de cualquier raza y cultura, representados en esos Magos de Oriente,
como expresaba san Pablo en la 2ª lectura: “También los gentiles son
coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en
Jesucristo, por el Evangelio”.
Y, sin embargo, algo tan grande y
revolucionario que rompe barreras y fronteras pasó bastante desapercibido, y
así lo vemos en el Evangelio que acabamos de escuchar:
La estrella que señalaba el
nacimiento del Mesías estaba visible para todos, pero para todos pasó
desapercibida; sólo unos Magos de Oriente se dan cuenta de su presencia y de lo
que significa: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos
visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.
A Herodes y a los ciudadanos de
Israel también les había pasado totalmente desapercibido el nacimiento del
Mesías, por eso, “al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén
con él”. Tuvieron que ser unos gentiles quienes les indicaran el cumplimiento
de la profecía que los israelitas conocían desde antiguo: “así lo ha escrito el
profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las
poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo
Israel’”.
Y a continuación se confirma lo
que hemos estado diciendo estos días: que el nacimiento de Jesús pasó
totalmente desapercibido para la mayoría de la gente, salvo para los pastores
que recibieron el anuncio del ángel. Y así, cuando los Magos entraron en una
casa cualquiera de la pequeña población de Belén, lo que encontraron algo muy
común y normal: un niño con su madre.
Pero el hecho de que la situación
fuera algo tan ‘normal’, tan cotidiana, no le quita nada de la grandeza
extraordinaria que encierra. Los Magos saben que han encontrado al que
buscaban, y por eso, “cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Éstos no son unos
regalos elegidos al azar; tienen un significado profundo, porque suponen un
reconocimiento de Quién es ese Niño, aparentemente tan normal: oro por ser Rey;
incienso por ser Dios, y mirra por la pasión y muerte que sufrirá para salvar a
todos, judíos y gentiles.
ACTUAR. –
¿Entiendo el sentido y el alcance
de la fiesta de hoy, o me pasa desapercibido? ¿Cómo acojo a quienes, se van
incorporando a mi comunidad parroquial, asociación, movimiento…? ¿Vivo con
normalidad que haya personas de diferentes razas y culturas?
La dimensión cristiana de esta
fiesta pasa desapercibida para la gran mayoría, sólo centrados en los regalos.
Que no nos ocurra eso a nosotros, sintámonos como los Magos, y adoremos al Hijo
de Dios, manifestado en un Niño. Y después, también como los Magos, volvamos a
nuestros quehaceres, pero “por otro camino”, desapercibidos para la mayoría del
mundo, pero mostrando con obras y palabras que hemos encontrado al Dios que
nace para la salvación de todos.
Domingo 7 de enero de 2024
PRIMERA
LECTURA:
“Acudid por agua; escuchadme y
viviréis” (Isaías 55,1-11)
SALMO:
“Sacaréis agua con gozo de las
fuentes de la salvación” (Salmo Is 12)
SEGUNDA
LECTURA:
"El Espíritu, el agua y la
sangre” (1 Juan 5, 1-9)
EVANGELIO:
“Tú eres mi Hijo amado, en Ti me
complazco” (Marcos 1, 7-11)
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para
desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os
bautizará con Espíritu Santo». Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús
desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió
del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacía él como una
paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me
complazco».
NO PASEMOS
DESAPERCIBIDOS
VER. -
En una comunidad parroquial, un
Equipo de Vida de Acción Católica General llevaba varios años reuniéndose, una
tarde a la semana, para recibir formación. El resto de la comunidad parroquial
sabía que había ‘un grupo’, pero no sabían quiénes eran sus miembros, y pasaban
bastante desapercibidos, hasta que un día, con motivo de una iniciativa
diocesana, el acompañante del Equipo les indicó que, tras ese tiempo de
formación, ya debían acompañar grupos nuevos. Y así empezaron a ser conocidos
por el resto de miembros de la comunidad parroquial.
JUZGAR. –
Ayer estuvimos celebrando la
fiesta de la Epifanía: Dios manifiesta a su Hijo a toda la humanidad, sin
excepción, de cualquier raza y cultura, representados en esos Magos de Oriente.
Pero, como dijimos, esa manifestación pasó bastante desapercibida.
Hoy estamos celebrando la Fiesta
del Bautismo del Señor, con la que finaliza el tiempo litúrgico de Navidad. En
el Evangelio hemos contemplado a Jesús, ya adulto, que “llegó desde Nazaret de
Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán”.
Tras los acontecimientos que
siguieron a su nacimiento, Jesús ha estado viviendo en Nazaret una vida
semejante a la de tantos otros, que pasaba desapercibida y de la que nada
sabemos, excepto el episodio en el Templo de Jerusalén cuando tenía 12 años.
Son unos treinta años de vida ‘oculta’, en los que trabajó, se relacionó con la
gente, participaba en las celebraciones religiosas…
Pero para Jesús ha llegado el
momento de dejar de pasar desapercibido, iniciar su vida pública y comenzar a
ser conocido por la gente. Y para ello, el bautismo que recibe, como uno más de
los que acudían a Juan el Bautista, supone para Jesús una toma de conciencia de
sí mismo.
“Vio rasgarse los cielos…”. Esta
expresión, en la Biblia, indica la presencia de Dios (“¡Ojalá rasgases el cielo
y descendieses!”, nos decía el profeta Isaías el primer domingo de Adviento).
La manifestación de Dios que se va a producir va dirigida a Él, personalmente,
para confirmarle en su identidad y misión.
“Se oyó una voz desde los cielos:
‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco’”. El Padre le reafirma su
identidad: Jesús es verdadero hombre y, a la vez, es verdadero Hijo de Dios. Y
esta conciencia de su identidad, de ser el Hijo amado del Padre, marcará toda
su predicación: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” (Jn 15, 9).
“…y al Espíritu que bajaba hacia
él”. La presencia del Espíritu confirma a Jesús en su misión, como decía la 2ª
lectura: “el Espíritu es quien da testimonio… Éste es el testimonio de Dios,
que ha dado testimonio acerca de su Hijo”. Esta conciencia de su misión también
marcará la predicación de Jesús, aplicándose a sí mismo la profecía de Isaías:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a
evangelizar a los pobres… a proclamar el año de gracia del Señor. Y él comenzó
a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»”. (Lc 4,
18-21)
A partir de esta toma de
conciencia de sí mismo, de su identidad y misión, Jesús dejará de pasar desapercibido
y predicará la Buena Noticia, incluso ante multitudes, por Galilea, Judea y
Jerusalén.
ACTUAR. –
Desde el cuarto domingo de
Adviento y durante toda la Navidad hemos estado reflexionando acerca de que las
cosas de Dios, a menudo, nos pasan desapercibidas. Y que también nosotros, a
menudo, somos ‘cristianos desapercibidos’, que vivimos nuestra fe de un modo
oculto, por vergüenza, porque no sabemos dar razón de nuestra esperanza, por
miedo al qué dirán...
La fiesta del Bautismo del Señor
es una llamada a que dejemos de pasar desapercibidos y tomemos conciencia de
nuestra identidad y misión como cristianos.
Como Jesús, también necesitaremos
un tiempo de ‘vida oculta’ para estar con Él, para formarnos, para conocerle…
Pero no olvidemos que, también como Jesús, nosotros hemos recibido en el
Bautismo y la Confirmación el mismo Espíritu de Dios, y el Padre nos ha acogido
como hijos suyos, amados, para que no pasemos desapercibidos y, en nuestros
ambientes, desarrollemos una ‘vida pública’ anunciando, de palabra y de obra,
con humildad y valentía, el amor de Dios que se ha manifestado en su Hijo amado
y que se derrama sobre nosotros con el Espíritu Santo.