Domingo 18 de febrero de 2024
PRIMERA LECTURA:
“Pacto de Dios con Noé liberado del diluvio de las aguas”
(Génesis 9, 8-1)
SALMO:
“Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que
guardan tu alianza” (Salmo 24)
SEGUNDA LECTURA:
"El bautismo que actualmente os está salvando” (1 Pedro
3,18-22)
EVANGELIO:
“Era tentado por Satanás, y los ángeles le servían” (Marcos
1, 12-15)
En aquel tiempo, el Espíritu
empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo
tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después de
que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios; decía: -Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio.
SENTIR Y CONSENTIR
VER. -
En una comunidad parroquial, un
Equipo de Vida de Acción Católica General llevaba varios años reuniéndose, una
tarde a la semana, para recibir formación. El resto de la comunidad parroquial
sabía que había ‘un grupo’, pero no sabían quiénes eran sus miembros, y pasaban
bastante desapercibidos, hasta que un día, con motivo de una iniciativa
diocesana, el acompañante del Equipo les indicó que, tras ese tiempo de
formación, ya debían acompañar grupos nuevos. Y así empezaron a ser conocidos
por el resto de miembros de la comunidad parroquial.
JUZGAR. -
En sentido cristiano y de forma
resumida, la tentación es una incitación a apartarnos de Dios. En este primer
domingo de Cuaresma hemos contemplado a Jesús que “se quedó en el desierto
cuarenta días, siendo tentado por Satanás”. Los Evangelios de san Mateo y san
Lucas nos han transmitido tres tipos de tentaciones que sintió Jesús, su
diálogo con el diablo… y por eso otros años hemos profundizado en el
significado de esas tentaciones. El evangelista san Marcos es muy escueto, pero
nos transmite lo fundamental: que Jesús, como verdadero hombre, sintió la
tentación de no ser fiel a la voluntad del Padre, más aún en una situación de
prueba como es el desierto. Y contemplar a Jesús “siendo tentado” nos ayuda a
vivir mejor la conversión a la que Jesús nos llamó al comenzar la Cuaresma.
San Marcos nos dice que “el
Espíritu empujó a Jesús al desierto”. Jesús se deja guiar a ese lugar
inhóspito, confía en que el Espíritu estará ahí en todo momento. ¿Nos fiamos de
esa presencia del Espíritu en nuestra vida, incluso cuando nos sentimos
atravesando un desierto espiritual?
A pesar de esa presencia del Espíritu, Jesús ‘sintió’ tentaciones, lo
mismo que la sentimos nosotros, y por Él podemos tener la certeza de que
‘sentir’ la tentación no es pecado.
El hecho de que san Marcos no especifique qué tentaciones sintió Jesús
nos ayuda a entender que la tentación de apartarnos de Dios puede presentarse
de muchas formas o por cualquier motivo.
Jesús ‘sintió’ la tentación de no
ser fiel a la voluntad del Padre, pero no ‘consintió’ en ella. Y Él nos enseñó
a orar, para que cada día pidamos a nuestro Padre del cielo ‘hágase tu
voluntad’ y ‘no nos dejes caer en la tentación’ de apartarnos de Él.
San Marcos también nos transmite
que Jesús “después se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios”. El
mismo Espíritu que lo empujó al desierto es ahora quien lo ‘empuja’ con fuerza
para que cumpla la misión que el Padre le ha encomendado. Nosotros, aunque
sintamos la tentación, al no consentir en ella nos sentiremos también
‘empujados’ por el Espíritu a continuar la misión de Jesús, que es seguir
proclamando, de palabra y de obra, que “está cerca el Reino de Dios”.
ACTUAR. -
¿Tengo remordimientos por sentir
tentaciones? ¿Entiendo la diferencia entre ‘sentir’ y ‘consentir’? ¿Me conforta
contemplar a Jesús siendo tentado? ¿Tengo en cuenta que la tentación puede ser
de muchas formas, y que se va a presentar durante toda la vida? ¿Confío en que
el Espíritu está siempre presente? ¿Me siento ‘empujado’ a continuar la misión
evangelizadora?
La tentación es una prueba para
comprobar nuestra fe, y Satanás es lo opuesto a Dios. Como hemos visto que
ocurrió a Jesús, es precisamente en los ‘desiertos’ de la vida, en las
dificultades, en las circunstancias y ambientes opuestos a Dios, donde sentimos
la tentación de apartarnos de Dios. Y, al sentir la tentación, podemos
consentirla, o salir fortalecidos.
Una tentación que seguro vamos a
sentir será la de dejar pasar la Cuaresma sin dejarnos interpelar por el Señor,
pensando en las fiestas de fallas o en las vacaciones de Semana Santa y de
Pascua.
La vida cristiana consiste en
seguir a Jesús, y a menudo atravesamos etapas de desierto, pero no estamos
solos: nos acompaña su Espíritu para que sintamos, pero no consintamos la
tentación.
Dejémonos ‘empujar’ por el
Espíritu durante la Cuaresma, para que nuestros pasos nos llevan hacia la meta
de vida eterna que Jesús, con su muerte y resurrección, abrió para todos.