viernes, 9 de febrero de 2024

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

 Domingo 11 de febrero de 2024

PRIMERA LECTURA:

“El leproso vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento” (Levítico 13, 1-2.44-46)

SALMO:

“Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación” (Salmo 31)

SEGUNDA LECTURA:

"Sed imitadores míos como yo los soy de Cristo” (1 Corintios 10,31-11,1)

EVANGELIO:

“La lepra se le quitó, y quedó limpio” (Marcos 1, 40-45)

Se acercó a él un leproso, se puso de rodillas y le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». Él, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Luego lo despidió, advirtiéndole severamente: «Mira, no se lo digas a nadie; pero anda, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés para que les conste tu curación». Mas él, en cuanto se retiró, comenzó a divulgar a voces lo ocurrido, de manera que ya no podía Jesús entrar públicamente en ciudad alguna, sino que andaba fuera de poblado, en lugares solitarios, y acudían a él de todas partes.

DAR ESPERANZA EN LA TRISTEZA

VER. -

Un domingo fui a visitar a una persona enferma, que siempre ha formado parte de la comunidad parroquial. Después de una vida bastante dura, llevaba varios años encadenando problemas de salud, sufriendo cada vez más complicaciones y sin perspectivas de mejoría, al contrario. El Evangelio de ese día era el que acabamos de proclamar, y esta persona enferma, al terminar de escucharlo, preguntó entre lágrimas: “¿Y entonces es que a mí el Señor no quiere curarme?”

JUZGAR. -

Hoy celebramos la Jornada Mundial del Enfermo, con el lema “Dar esperanza en la tristeza”. Esta Jornada fue instituida por el Papa san Juan Pablo II para sensibilizarnos y aprender a acompañar a quienes sufren a consecuencia de alguna enfermedad. Para orientar la reflexión y en la oración, hemos seguido los mensajes que el Papa escribe con motivo de esta Jornada, los materiales editados por la Conferencia Episcopal, así como las catequesis “Acompañar en el sufrimiento”, del sacerdote valenciano Luis Sánchez, Delegado Diocesano de Pastoral de Enfermos y Mayores.

Hemos escuchado en el Evangelio el encuentro de Jesús con un leproso, y la 1ª lectura nos mostraba la situación en que quedaba alguien enfermo de lepra: “El sacerdote lo declarará impuro… Andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada… Vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento”. Al sufrimiento físico se suma el sufrimiento psicológico y espiritual. Por eso “se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: ‘Si quieres, puedes limpiarme’”. Es la súplica de quienes sufren alguna enfermedad grave en su cuerpo o en su espíritu: ‘Si quieres…’ Pero, cuando la curación no llega, el sufrimiento aumenta y nos sentimos impotentes para ofrecerle «una palabra que le ayude a vivir en el sufrimiento y que le consuele interiormente, una palabra que le permita luchar contra el desánimo y la desesperanza». (Catequesis)

«La enfermedad pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido… En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz». (Mensaje 2016)

Para ‘dar esperanza en la tristeza’ desde la fe, «el primer cuidado es el de una cercanía llena de compasión y de ternura» (Mensaje 2024). «No está en nuestras manos el conceder la salud corporal, ni tampoco la disminución de dolores físicos. Pero tenemos una cosa más profunda que ofrecer: Cristo y sus dones de amor, de fortaleza, de esperanza». (Catequesis). El camino es mostrar, con nuestro testimonio, que «junto a, o mejor aún, dentro de nuestro sufrimiento está el de Jesús, que lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido. Cuando el Hijo de Dios fue crucificado, destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad. De este modo, estamos frente al misterio del amor de Dios por nosotros, que nos infunde esperanza y valor: esperanza, porque en el plan de amor de Dios también la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valor para hacer frente a toda adversidad en su compañía, unidos a Él. El Hijo de Dios hecho hombre no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento, sino que, tomándolos sobre sí, los ha transformado, porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la vida nueva en plenitud». (Mensaje 2014)

Para ‘dar esperanza en la tristeza’ también hay que ser realistas: «El sufrimiento –que nunca lo queremos- forma parte de nuestra vida, no podemos rehuirlo. Pero, detrás del dolor, se abre la esperanza que sobrepasa este mundo y nos lleva a las mismas puertas de la eternidad». Se trata de ayudar a «contemplar la historia desde otra perspectiva, no desde este mundo en el que nos toca vivir, sino desde la visión trascendente que nos permite vislumbrar el amor eterno de Dios, que quiere siempre lo mejor para nosotros, aunque no lo entendamos». (Catequesis)

ACTUAR. –

La súplica del leproso sigue resonando hoy, y a menudo parece no encontrar respuesta: «Acompañar a quien pasa por el sufrimiento cuando se prolonga mucho en el tiempo, cuando no hay perspectivas humanas de mejora sino de empeoramiento, cuando se está ante el misterio de la muerte… llega a ser una labor heroica que sólo en la fuerza del amor divino puede ser realizada. Este generoso y santo servicio únicamente se puede realizar por la gracia misericordiosa de Dios que ilumina, sostiene y conforta a tantos cuidadores y acompañantes» (Catequesis). Por eso, a María, ‘salud de los enfermos’, a quien hoy celebramos con la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, «queremos confiarle todos los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la esperanza y ayude a las personas enfermas y a quienes las cuidan a vivir su sufrimiento en comunión con el Señor Jesús». (Mensaje 2018)

DOMINGO V DE PASCUA