sábado, 2 de marzo de 2024

DOMINGO III DE CUARESMA

Domingo 3 de marzo de 2024

PRIMERA LECTURA:

“La ley se dio por medio de Moisés” (Éxodo 20, 1-17)

SALMO:

“Señor, Tú tienes palabras de vida eterna” (Salmo 18)

SEGUNDA LECTURA:

“Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios” (1 Corintios 1, 22-25)

EVANGELIO:

“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2, 13-25)

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no Necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

PREDICAMOS A CRISTO CRUCIFICADO

VER. -

Dos personas de la parroquia mantenían dos posturas contrapuestas: una se quejaba de que en la Iglesia damos mucha importancia a la cruz, al dolor, al sufrimiento… dando la impresión de ser unos masoquistas y que cuanto más sufras, mejor cristiano eres. La otra persona respondía que tampoco le parecía bien el polo opuesto al que hoy se da tanta relevancia, que consiste en destacar mucho la parte ‘bonita’ de ser cristiano, la emotividad, el sentimentalismo, el intimismo… porque cuando te llega la cruz, a ti o a otros, esta forma de vivir la fe no sirve para afrontarla.

JUZGAR. -

La primera postura tiene su parte de razón: un cristiano no es un masoquista, y el sufrimiento y el dolor, por sí solos, no añaden más valor a la fe. Pero la segunda postura defiende algo que no podemos olvidar: que la cruz, el dolor, el sufrimiento, en múltiples formas, están presentes en nuestra vida, lo queramos pensar o no, y van a cuestionar nuestros valores y principios.

De ahí que en este tercer domingo de Cuaresma suenen con especial fuerza las palabras de san Pablo en la 2ª lectura: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado”. Y esto no lo podemos ni ocultar ni dulcificar; pero “nosotros predicamos a Cristo crucificado” contemplándolo desde su Resurrección, por eso también afirmamos que “es fuerza de Dios y sabiduría de Dios”.

Esta predicación, hoy como entonces, genera rechazo: “escándalo para los judíos, necedad para los gentiles”. Los judíos se escandalizaban porque ellos querían “signos” milagrosos de fuerza y de poder; por lo tanto, un Mesías crucificado significaba debilidad y derrota y les provocaba indignación. Hoy muchos buscan en Dios sólo ‘signos’: que haga lo que yo le pido, sentirme bien y tranquilo, o una especie de ‘seguro a todo riesgo’ que me proteja y que no me pase nada malo… Y, cuando llega la cruz a mi vida y estos signos que yo espero no se producen, me escandalizo y rechazo a Dios.

Los griegos consideraban una necedad la predicación de Pablo porque ellos querían “sabiduría”, una explicación racional para entender lo concerniente a la vida humana; por lo tanto, un Mesías crucificado sólo puede considerarse un necio, un ignorante, y su mensaje es irracional y debe ser rechazado. Hoy también se desea ‘sabiduría’; muchos sólo aceptan una explicación ‘racional’, en sentido cientificista, del ser humano y del mundo, por lo que la predicación cristiana se considera algo contrario a la razón, propio de personas ignorantes y crédulas, y sólo provoca burla y rechazo.

Pero nosotros afirmamos que Cristo crucificado, “para los llamados, judíos o griegos, es fuerza de Dios y sabiduría de Dios, pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. La Cuaresma, la predicación de Cristo crucificado desde su Resurrección, es una llamada a todos a adentrarnos en el Misterio de Dios, que está más allá de nuestros esquemas.

Predicar a Cristo crucificado es predicar el Amor más grande, un Amor que nos puede resultar ‘escandaloso’ y ‘necio’ porque supera infinitamente nuestra experiencia del amor humano: porque es un Amor que no espera reciprocidad, que se entrega hasta el extremo perdonando incluso a quienes lo rechazan, un Amor que no elimina el dolor y el sufrimiento sino que los vive en la Cruz, y con su resurrección los vence, para que sepamos que la Cruz no tiene la última palabra, que la última palabra la tiene Dios, y así abrirnos las puertas de la esperanza.

ACTUAR. –

¿Soy de los cristianos que se centran principalmente en la Cruz, o soy de los que buscan los aspectos agradables de la fe? Cuando ha llegado la cruz a mí o a mi entorno, ¿me parece escándalo o necedad? ¿La Cuaresma me está ayudando a adentrarme en el Misterio del Amor de Dios?

Para que predicar a Cristo crucificado no nos suene a nosotros ni suene a otros a escándalo y necedad, necesitamos creer en la Resurrección de Cristo. Creer de verdad, una fe que no es irracional ni sólo ‘sabiduría’ intelectual, sino una experiencia personal de encuentro con Él, como la tuvo san Pablo, porque «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida». (Benedicto XVI, Dios es amor, 1)

Sólo desde esta experiencia podremos predicar a Cristo crucificado. Muchos lo seguirán tomando como escándalo y necedad, pero para nosotros será “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”, porque la Cruz, sin negar su dureza, es la puerta que nos introduce en el Misterio del Amor infinito de Dios. .

DOMINGO V DE PASCUA