Domingo 17 de marzo de 2024
PRIMERA LECTURA:
“Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados”
(Jeremías 31, 31-34)
SALMO:
“Oh, Dios, crea en mí un corazón puro” (Salmo 50)
SEGUNDA LECTURA:
“Aprendió a obedecer; y se convirtió en autor de salvación
terna (Hebreos 5, 7-9)
EVANGELIO:
“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto”
(Juan 12, 20-33)
Entre los que habían venido a
celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de
Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a
decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les
contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En
verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde,
y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi
servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y
¿qué diré?: "Padre, líbrame de esta hora". Pero si por esto he
venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del
cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo». La gente que estaba allí y
lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un
ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por
vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a
ser echado fuera.
¿QUIERO VER A
JESÚS?
VER. -
A una persona le dieron una
muestra publicitaria de un perfume de una marca no conocida. Como le gustó y le
interesaba adquirirlo, preguntó a quien le había dado la muestra dónde lo
vendían, pero esta persona no lo sabía, así que utilizó un buscador de
internet, puso el nombre del perfume y rápidamente aparecieron las tiendas
donde podía encontrarlo. Cuando algo nos interesa de verdad, lo buscamos, no
nos importa el tiempo que tardemos o el trabajo que nos lleve, y pagamos con
gusto el precio, porque de verdad queremos encontrarlo.
JUZGAR. -
Hemos escuchado en el Evangelio
que “algunos griegos, acercándose a Felipe, le rogaban: ‘Señor, queremos ver a
Jesús’”. Estos griegos eran gentiles prosélitos, es decir, se habían convertido
al judaísmo y por eso estaban celebrando la fiesta de la Pascua. Pero han oído
hablar de Jesús, sienten interés y quieren conocerle más de cerca, e inician su
búsqueda. En primer lugar se dirigen a Felipe, a quien quizá ven más cercano a
ellos porque tiene un nombre griego, ya que es de Betsaida, que también era el
pueblo de Andrés y Pedro, cerca del territorio de los gentiles. Y “Felipe fue a
decírselo a Andrés” y ambos “fueron a decírselo a Jesús”. Y se produce el
encuentro deseado.
En este quinto domingo de
Cuaresma, a punto de iniciar la Semana Santa, se nos invita a reflexionar sobre
la petición de estos griegos: “Queremos ver a Jesús”. Y la Palabra de Dios de
este domingo nos ofrece y recuerda algunas pistas.
En la 1ª lectura hemos escuchado:
“Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones”. Si “queremos
ver a Jesús”, necesitamos cuidar nuestra espiritualidad, nuestro diálogo
interior con Jesús en la oración, de corazón a corazón, para «tratar de amistad
estando a solas con quien sabemos nos ama» (Sta. Tersa de Jesús), para
encontrarnos con Él, para entrar en comunión con Él.
En la 2ª lectura hemos escuchado
que “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó
oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por
su piedad filial”. Si “queremos ver a Jesús”, también vamos a encontrarlo en
las situaciones difíciles y más duras, en nuestros gritos y lágrimas. El
misterio del dolor, la experiencia del sufrimiento, nos acerca a Él, porque
“como Él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a quienes ahora
pasan por ella”. (Hb 2, 18)
Y en el Evangelio el propio Jesús
ha dicho: “El que quiera servirme, que me siga”. Si “queremos ver a Jesús”, el
servicio ha de ser una de las claves de nuestra vida. Pero ha de ser un
servicio a su estilo, poniendo al prójimo en primer lugar, como también nos ha
dicho: “El que se ama a sí mismo, se pierde”. Un servicio que nos cuesta
trabajo y esfuerzo, incluso hasta el extremo, porque “si el grano de trigo no
cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.
Viviendo este tipo de servicio nos encontraremos a Jesús, porque “donde esté
yo, allí también estará mi servidor”.
ACTUAR. –
Como esos griegos, ¿quiero de
verdad ver a Jesús? Lo que he ido escuchando y reflexionando durante la
Cuaresma ¿ha despertado en mí un mayor interés por Él? ¿Realmente tengo deseos
de conocerle mejor, o me conformo con lo que ya sé de Él, con cumplir?
Y, si quiero ver a Jesús, ¿qué
estoy haciendo para encontrarlo? ¿Qué ‘buscadores’ estoy utilizando? ¿He
aprovechado lo que la comunidad parroquial me ofrece, los tiempos de oración,
las celebraciones, retiros, charlas…? ¿He preguntado a otros, participo en las
reuniones de los Equipos de Vida y los grupos de reflexión, para compartir
juntos la experiencia de fe?
Si quiero ver a Jesús, ¿cómo
cuido mi espiritualidad? ¿Mi oración es diálogo con el Señor, o sólo repito
oraciones de labios hacia afuera, que no ‘tocan’ mi corazón?
Si quiero ver a Jesús, ¿lo he
buscado también “a gritos y con lágrimas”, en las situaciones de dolor? ¿He
experimentado su presencia, o he pensado que me había abandonado?
Si quiero ver a Jesús, ¿mi vida
está caracterizada por el servicio, al estilo de Jesús?
Como ha dicho Jesús, “ha llegado
la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”. Si “queremos ver a Jesús”,
aprovechemos la Semana Santa, toda ella. No son unos días de vacaciones, son el
núcleo de nuestra fe. Ahí veremos a Jesús, que muere como el grano de trigo
para darnos a todos su Vida.