sábado, 18 de mayo de 2024

DOMINGO DE PENTECOSTÉS, solemnidad

Domingo 19 de mayo de 2024

PRIMERA LECTURA:

"Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar” (Hechos 2,1-11)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».

Palabra de Dios.

 

SALMO:

“Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra” (Salmo 103)

R.  Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V.  Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.

R.  Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V.  Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu espíritu, y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

R.  Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V.  Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras; que le sea agradable mi poema,

y yo me alegraré con el Señor.

R.  Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

 

SEGUNDA LECTURA:

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 1 Cor 12, 3b-7. 12-13

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo. Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Palabra de Dios.

SECUENCIA:


Ven, Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

 

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

 

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre,

si tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado,

cuando no envías tu aliento.

 

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

 

Reparte tus siete dones,

según la fe de tus siervos;

por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.


 

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

V.  Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.

R.  Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO:

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo Jn 20, 19-23

+  Lectura del santo Evangelio según san Juan.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

LAICOS POR VOCACIÓN, LLAMADOS A LA MISIÓN

VER. -

Cuando alguien realiza su trabajo con una especial dedicación, solemos decir que, para esa persona, ‘más que un trabajo, es una vocación’. Con esto expresamos que esa persona va más allá de un buen cumplimiento de su horario y funciones, que no escatima tiempo, esfuerzo, recursos… para desarrollar sus tareas. Porque, generalmente, ‘vocación’ y ‘misión’ son dos términos que se entienden como restringidos al sacerdocio ministerial o a la especial consagración religiosa, que conllevan una dedicación plena y unas renuncias para llevar adelante la misión evangelizadora.

JUZGAR. –

Hoy celebramos la Solemnidad de Pentecostés, que es también el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, con el lema: «Laicos por vocación, llamados a la misión». Hoy se nos invita a reflexionar sobre la vocación laical, porque «por el bautismo, los laicos son miembros de pleno derecho en la Iglesia, protagonistas de la misión salvífica, no colaboradores anexos a los pastores». (CEE, Material Reflexión)

Vocación y misión aparecen como dos caras de una misma moneda: la vida cristiana. El lema nos recuerda que ‘la vocación’ no es algo restringido a unos cuantos ‘elegidos’: todos los miembros de la Iglesia tenemos una vocación, sea cual sea nuestro lugar y función; todos debemos vivir nuestro ser cristianos como una vocación, para descubrir el sentido más profundo de nuestra vida.

Podemos creer que, al emplear la palabra vocación, nos centramos en los momentos donde tomar grandes decisiones vitales; pero la vocación «es una parte de la vida del cristiano, que crece y vive en constante camino. La vida es toda una oportunidad de escuchar al Espíritu y de configurar un seguimiento de Jesús a partir de las circunstancias y de los momentos vitales de los cristianos. Un camino con múltiples paradas, curvas, pero con un hilo común, una continuidad, y también una red de comunidades, asociaciones, parroquia, personas… que ayudan a no dejar caer en el olvido la constante llamada que Dios hace a cada persona». (CEE, Material Reflexión)

El laico cristiano es llamado, como todo cristiano, al seguimiento de Cristo. Y es llamado a evangelizar, como ha dicho Jesús en el Evangelio: “También vosotros daréis testimonio”. «El Espíritu Santo nos da el aliento para ser laicos y ser agentes de evangelización. La vocación laical exige estar en el mundo siendo sal y luz, tal y como se habló en el último Congreso de Laicos. Múltiples vocaciones específicas: la profesión, la familia, el barrio, el mundo rural…, todas ellas plenas, en las que las personas laicas extienden su estilo de vida, y acercan a Jesús de forma sencilla, pero directa». (CEE, Material Reflexión)

«La sociedad actual, marcada por la secularización y el pluralismo, se coloca cada día más de espaldas a Dios y la mayoría de las personas viven como si Dios no existiera. Si hace unos años la fe fue arrinconada al ámbito privado de la persona, ahora ha sido en muchos casos expulsada incluso de ese espacio. Como Iglesia, no podemos seguir con los esquemas pastorales de siempre, ni está justificado caer en la tentación de realizar una pastoral de gestión de la decadencia o de mantenimiento. Estos nuevos tiempos, este cambio de época, nos está urgiendo a llevar a cabo una conversión pastoral, que pasa por situar el primer anuncio como núcleo y eje de nuestra labor pastoral como Iglesia». (CEE, Mensaje de los Obispos)

Pero «sólo puede compartirse aquello que se tiene y por eso es fundamental que se produzca en cada uno de nosotros una experiencia de encuentro personal con el Señor. En nuestra Iglesia existen varias iniciativas de primer anuncio; en este sentido, la Acción Católica General está implementando un nuevo proyecto de primer anuncio denominado “Encuentros cuatro40”, que posibilita el encuentro con Jesucristo para un mayor compromiso de los laicos de parroquias.

En el primer anuncio hay una palabra clave: el testimonio. El encuentro personal con el Señor nos convierte en testigos de su Evangelio y nuestro mundo, como afirmó el papa Pablo VI, necesita no tanto maestros como testigos. Es fundamental que nos sintamos llamados a anunciar a Cristo con nuestro modo de vivir, que anunciemos lo que también nosotros vivimos y experimentamos en nuestro encuentro personal con el Señor. Tenemos que ser capaces de tocar el corazón y la mente de los que nos escuchan porque predicamos con nuestra vida». (CEE, Mensaje de los Obispos)

ACTUAR. -

Pentecostés, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, con el lema «Laicos por vocación, llamados a la misión», es una invitación a profundizar en la propia vocación para vivir la misión, con la fuerza del Espíritu Santo, unidos corresponsablemente al resto de miembros de la Iglesia. La fe cristiana no está relegada a lo personal, a lo privado; es una forma de vida comprometida con la realidad que nos rodea y que hacemos entre todos.

«En este Día de Pentecostés, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, damos gracias a Dios por el trabajo de las delegaciones diocesanas de apostolado seglar, los movimientos y asociaciones, la Acción Católica, el Consejo Asesor de Laicos y el testimonio anónimo de tantos laicos de nuestras parroquias que cada día anuncian a Jesucristo en sus ambientes, con palabras y obras». (CEE, Mensaje de los Obispos)




SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS