Domingo 12 de mayo de 2024
PRIMERA LECTURA:
"A la vista de ellos, fue elevado al cielo” (Hechos
1,1-11)
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
En mi primer libro, Teófilo,
escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en
que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles
que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo
después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Una vez
que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad
que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque
Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días». Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?». Les dijo: «No os
toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con
su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va
a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaría y “hasta el confín de la tierra”». Dicho esto, a la vista de ellos, fue
elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban
fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados
mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado
al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios.
SALMO:
“Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de
trompetas” (Salmo 46)
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)
R. Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
V. Pueblos
todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor
altísimo es terrible, emperador de toda la tierra.
R. Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
V. Dios asciende
entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
V. Porque Dios
es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
SEGUNDA LECTURA:
"A la medida de Cristo en su plenitud” (Efesios 4,
1-13)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos: Yo, el prisionero por
el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido
convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos
mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el
vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la
esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un
bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de
todos y está en todos. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la
medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando
cautivos y dio dones a los hombres». Decir «subió» supone que había bajado a lo
profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de los
cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros,
profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el
perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la
edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la
fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de
Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Id y haced
discípulos a todos los pueblos —dice el Señor—; yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el final de los tiempos.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
"Fue elevado al cielo y se
sentó a la derecha de Dios” (Marcos 16, 15-20)
+
Conclusión del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo se apareció Jesús
a los once, y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será
condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en
mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben
un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y
quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se
sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes y el
Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
ROMPER LA BURBUJA
VER. -
Más veces de lo deseable nos
encontramos con padres y madres sobreprotectores. En la niñez necesitamos la
protección de nuestros padres, pero algunos se exceden, tratando de impedir a
toda costa que sus hijos sufran, aunque sea mínimamente. Para ello, procuran
evitarles cualquier situación difícil, dolorosa o comprometida… Pero la
sobreprotección hace que el niño viva en una especie de burbuja, aislado de
todo lo que suponga preocupación o conflicto, y esto tiene unas consecuencias:
no se aprende a hacer frente a las dificultades, no se desarrollan las
habilidades y recursos necesarios para solucionar los problemas, y no se
aprende a asumir responsabilidades.
JUZGAR. -
Hoy celebramos la fiesta de la
Ascensión del Señor. Como hemos escuchado en la 1ª lectura, Jesús se presentó a
los discípulos “después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba
vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios”.
Tras la crisis de la Pasión y el miedo que sintieron con la muerte de Jesús,
los discípulos ahora se sienten seguros con Jesús Resucitado a su lado. La
semana pasada, Jesús les decía: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced en mi amor”. Y hoy hemos escuchado que “una vez que comían juntos,
les ordenó que no se alejaran de Jerusalén”. Estas palabras podrían
malinterpretarse como una invitación a ‘encerrarse en una burbuja’ para
permanecer en ese amor de Jesús, aislados de los problemas y sinsabores de la
vida.
Pero Jesús no es sobreprotector y
por eso en el Evangelio les ha dicho: “Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la Creación”. Jesús quiere que sus discípulos ‘rompan la
burbuja’. Todo lo que han vivido con Él, todo lo que han escuchado de Él, antes
y después de su Resurrección, tenía como objetivo que se convirtieran en
Apóstoles, en continuadores del anuncio del Evangelio que inició Jesús. Y eso
significa asumir responsabilidades, afrontar conflictos y, también, sufrir ‘la
cruz’.
Pero en el Prefacio escucharemos:
«No se ha ido para alejarse de nuestra condición humana». Jesús no deja
desprotegidos a sus Apóstoles en la misión, por eso les dice: “Aguardad que se
cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar… Recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos
en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y ‘hasta el confín de la tierra’”. Como
celebraremos el próximo domingo, el Espíritu Santo será quien les guiará y
enseñará a afrontar los retos, dificultades y sufrimientos que conlleva la
misión evangelizadora.
La celebración de la Ascensión
del Señor también nos cuestiona a nosotros. Porque corremos el peligro de
buscar en Jesús ‘una burbuja’, un ‘refugio’ frente a la dureza de la vida,
viviendo nuestra fe de un modo intimista, desde una ‘adoración’ o
‘contemplación’ mal entendida, aislándonos de la realidad, y sin querer asumir
ningún compromiso evangelizador.
Si lo hacemos así, también hoy se
nos dice: “¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”. Ser cristianos es
seguir a Jesús, y seguir a Jesús no es encerrarnos en ‘una burbuja’, sino que
conlleva necesariamente el anuncio del Evangelio, como hemos escuchado en la 2ª
lectura: “Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido
convocados”. Somos cristianos para anunciar el Evangelio, un mismo anuncio (“Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios, Padre
de todos…”) que llevamos a cabo de formas diferentes: “él ha constituido a
unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y
doctores…”. Todos tenemos nuestra función dentro de la misma misión, y nadie
debe quedarse encerrado en ‘su burbuja’ por comodidad o por miedo.
ACTUAR. -
¿Soy una persona sobreprotectora?
¿Por qué? ¿Soy consciente de las consecuencias? ¿Vivo una fe intimista, hecha
solamente de ‘contemplación’? ¿Busco en Jesús un ‘refugio’”, una ‘burbuja’ que
me proteja de los sinsabores de la vida? ¿Me siento enviado a la misión
evangelizadora? ¿He descubierto cuál es mi función dentro cuerpo que es la
Iglesia? ¿Cuento con el Espíritu Santo?
Rompamos la burbuja. Jesús, como
buen Maestro, nos pide que ‘rompamos la burbuja’ en la que a veces nos metemos
y que seamos sus apóstoles, compartiendo «los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo» (GS 1). Que
maduremos en la fe, afrontando retos y superando fracasos, porque Él siempre
estará ahí, con su Espíritu, para acompañarnos y apoyarnos.