SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
Domingo 8 de diciembre de 2024
PRIMERA LECTURA:
Lectura del libro del Génesis.
Después de comer Adán del árbol,
el Señor Dios lo llamó y le dijo: «¿Dónde estás?». Él contestó: «Oí tu ruido en
el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le
replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del
árbol del que te prohibí comer?». Adán respondió: «La mujer que me diste como
compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué
has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios
dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y
todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo
toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». Adán
llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios.
SALMO:
"Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho
maravillas” (Salmo 97)
R. Cantad
al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Ø V. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha
hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. /R.
Ø V. El Señor da a conocer su salvación, revela a
las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor
de la casa de Israel. /R.
Ø V. Los confines de la tierra han contemplado la
salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread,
tocad. /R.
SEGUNDA LECTURA:
"Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del
mundo” (Efesios 1, 3-6.11-12)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de
bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la
fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su
voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan
generosamente nos ha concedido en el Amado. En él hemos heredado también, los
que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su
voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el
Mesías.
Palabra de Dios.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú
entre las mujeres.
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
EVANGELIO:
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo Lc 1, 26-38
+ Lectura del santo
Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel
fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y
se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque
has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo
será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha
concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
“porque para Dios nada hay imposible”». María contestó: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor.
TENEMOS
QUE HABLAR
VER. -
Se iba a realizar un encuentro
diocesano tras el verano, y ya en el mes de junio, cuando todavía no había
acabado el curso pastoral, los organizadores se decían unos a otros: “Tenemos
que hablar, ¿eh?” La preparación de dicho Encuentro no podía dejarse para más
adelante, había que ir hablando para concretar ya todo lo necesario; de lo
contrario, llegaría la fecha, pero las prisas, imprevistos y contratiempos
harían que el Encuentro no estuviera debidamente preparado.
JUZGAR. -
Dentro de unas pocas semanas
vamos a celebrar un gran Encuentro: el de Dios con la humanidad, por medio de
su Hijo hecho hombre. Esto es la Navidad, esto es lo que debemos celebrar, y no
simplemente un tiempo de buenos sentimientos, afectos familiares, fiestas,
comilonas y regalos.
Este gran Encuentro que vamos a
celebrar tiene tres dimensiones: Una hace referencia al pasado, puesto que
recordamos (volvemos a pasar por el corazón) la primera venida del Señor, el
nacimiento de Jesucristo.
Otra hace referencia al presente,
ya que no sólo celebramos el aniversario de algo que ocurrió, sino que esa
primera venida se actualiza hoy, como decimos en el Prefacio III de Adviento: «El
mismo Señor… viene ahora a nuestro encuentro en cada persona, en cada
acontecimiento, para que lo recibamos en la fe».
Y la tercera dimensión nos
orienta hacia el futuro, hacia la venida definitiva de Jesucristo, con poder y
gloria, al final de los tiempos, para que vivamos el Encuentro definitivo con
Él.
Por tanto, un gran Encuentro de
esta importancia requiere una buena preparación, que llevamos a cabo durante el
Adviento, una palabra que viene del latín y significa ‘venida’ o ‘llegada’. El
Señor vino, viene y vendrá para encontrarse con nosotros, y necesitamos estar
preparados.
Pero no es algo que debamos hacer
sólo nosotros, también Dios tiene algo que decir. Y la 1ª lectura y el
Evangelio que hoy hemos escuchado nos muestran que Dios siempre ha estado
dispuesto al diálogo con el ser humano para que se produzca ese encuentro,
aunque nosotros a veces lo rehuyamos. Por eso, en este segundo domingo de
Adviento, Dios nos está diciendo otra vez: “Tenemos que hablar”, para preparar
este Encuentro del mejor modo.
En la 1ª lectura Dios preguntaba:
“¿Dónde estás?” Y Adán respondía: “Me dio miedo, porque estaba desnudo, y me
escondí”. ¿En qué situación personal me encuentro? ¿Qué me da miedo? ¿Me
escondo de Dios?
Dios dijo a la mujer: “¿Qué has
hecho?”. ¿Soy responsable de mis actos? ¿Reconozco mi pecado?
Y este año, en el segundo domingo
de Adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María. Ella es una de las grandes figuras del Adviento y también un modelo de
diálogo con Dios, de alguien que no vive su fe de forma pasiva, como hemos
escuchado en el Evangelio:
“El ángel, entrando en su
presencia, dijo: Alégrate…”. ¿El Encuentro que es la Navidad me produce
alegría?
“Ella se preguntaba qué saludo
era aquél”. ¿Me hago preguntas sobre la fe, la Palabra de Dios? ¿o me limito a
“cumplir” sin cuestionarme nada más?
“María dijo al ángel: ¿Cómo será
eso…?”. ¿Busco respuestas a mis preguntas? ¿Dónde y cómo lo hago?
“María contestó: He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. ¿Cómo respondo a Dios?
¿Estoy disponible para lo que vaya surgiendo en mi diálogo con Él? ¿Confío de
verdad en su Palabra?
¿He tenido que preparar con otras
personas un encuentro? ¿Soy capaz de dialogar, o voy a la mía? ¿Estoy aprovechando
el Adviento para preparar el Encuentro que es la Navidad? ¿Hablo con Dios en la
oración? ¿Es un diálogo, o sólo hablo yo, sin escuchar? ¿Acojo lo que me va
sugiriendo?
Ya estamos a mitad del Adviento:
el gran Encuentro que es la Navidad está cada vez más cerca. Por eso hoy, de
nuevo, Dios nos dice: “Tenemos que hablar” para prepararla. Y en María tenemos
un buen modelo para hacerlo. Ella vivió en plenitud el encuentro con el Dios
hecho hombre y nos enseña a nosotros a abrirnos al Espíritu Santo con una
oración que sea verdadero diálogo con Dios desde la interioridad, el silencio,
la confianza, preguntando sin miedo a Dios todo lo que nos surja y, a la vez,
poniéndonos a la escucha de su Palabra para fiarnos de Él, aunque haya cosas
que no entendamos. Así podremos decir también: “Aquí estoy, hágase en mí según
tu palabra”, y al terminar el Adviento tendremos preparado el gran Encuentro
con Dios que es la Navidad.