sábado, 26 de mayo de 2018

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

COMENTARIO DEL EVANGELIO
   Hoy es el domingo de la Santísima Trinidad. En él celebramos de un modo especial que Dios nos ha revelado su intimidad. De alguna manera, la palabra “Dios” se ha quedado pequeña para llamar al Dios que hemos conocido en Jesucristo. Gracias a Jesucristo hemos aprendido a llamar a Dios “Padre”. Padre suyo y Padre nuestro. El creador de toda la tierra se nos ha manifestado en Jesús como el padre cercano que se preocupa por la suerte de sus hijos. 
   También como aquel que no se conforma con ser obedecido servilmente, sino que aspira a ser amado. Jesucristo también se nos muestra como el que ha recibido del Padre todo el poder y la gloria. Jesucristo es todo (Dios de Dios) pero recibiéndolo del Padre. Por eso quien afirme que Jesucristo es menos que Dios Padre, está hablando mal del Padre. Reconocemos a Cristo como el Señor de nuestra vida y de toda la creación. Y reconocemos al Espíritu presente en nuestras vidas y motor de la vida de la Iglesia.
       El Espíritu Santo, el regalo eterno del Padre a su Hijo, ha sido derramado ahora sobre nuestros corazones, permitiéndonos participar de la misma vida divina. Solo queda conmoverse por el gran amor con que Dios nos ha amado y nos ha abierto el corazón para compartir su vida con nosotros.