COMENTARIO AL EVANGELIO
Hay una costumbre antigua que puede ayudarnos a
entender el significado del don del Espíritu Santo. Se trata de la costumbre de
“dejar algo en prenda”. Habitualmente estaba ligado a un préstamo. El receptor
del préstamo “dejaba algo en prenda” como prueba de que devolvería lo prestado,
en este sentido es equivalente al aval que hoy se requiere al solicitar un
préstamo. También la prenda podía estar ligada con la marcha de una persona.
Cuando alguien tiene que ausentarse podía dejar algo en prenda como garantía de
que iba a volver. En el extremo, una persona podía quedarse “en prenda” de
otra, como por ejemplo ocurre en la historia de José, cuando Simeón queda “en
prenda, mientras sus hermanos van a llevar las provisiones a su tierra (Gn 42,
19s). Pues bien el Espíritu es la “prenda” de la salvación.
Jesucristo sube al cielo, es decir, participa de
la gloria de su Padre, y ha prometido volver, para que nosotros también
participemos de esta misma vida divina. Mientras viene nos deja “en prenda” su
Espíritu Santo. Por un lado El Espíritu Santo es garantía de que Cristo es
veraz (Él dará testimonio de mí, dice el Señor), y por otro, el Espíritu es ya
participación en la misma vida divina. mientras caminamos por este mundo, a la
espera del encuentro definitivo con Cristo, el Espíritu nos irá dando la vida
que recibe del Padre, La vida de Cristo que Él ha querido compartir con
nosotros.