COMENTARIO AL EVANGELIO
“Comieron, se saciaron y sobró”
1. El evangelio de hoy está
tomado de San Juan. Sabemos que el c. 6 es una de las obras maestras de la
teología y la catequesis de San Juan, y por ello se ha escogido este capítulo,
que se nos servirá en cinco domingos para que la comunidad pueda enriquecerse
con esta alta y hermosa catequesis del pan de vida. Hoy se nos lee el milagro (el
signo, mejor) de la multiplicación, que sirve de introducción a toda la
reflexión posterior. Es uno de los signos con los que está elaborada la
narrativa del evangelio de Juan y que ha sido muy comentada entre los
especialistas. En realidad es el que más semejanzas tiene con los relatos de la
multiplicación de los panes de los sinópticos (cf Mc 6,30-44; 8,1- 10), aunque
nos propone algunos detalles que pueden servir muy bien a la teología propia de
este evangelista.
2. Estaba cercana la Pascua, la
gran fiesta judía, lo que enmarca muy bien las pretensiones teológicas del
evangelista. De hecho, hay algunos elementos que nos recuerdan momentos de la
vida del pueblo en el desierto: las penurias, el hambre, la intervención de
Moisés, el maná… Jesús pregunta a sus discípulos qué pueden hacer con tanta
gente como les sigue e inquiere cómo darles de comer. Es como el relato de
Eliseo de la primera lectura; y Andrés, uno de los primeros discípulos, señala,
no inocentemente, a alguien que tiene como un tesoro en aquella situación:
cinco panes y dos peces ¿se los puede guardar para sí? ¡No es posible!. Vemos
que la solución del dinero para comprar pan para todos es imposible, porque el
dinero muchas veces no es la solución del hambre en el mundo.
3. El milagro de Jesús consistirá
precisamente en hacer que el pan se comparta y se multiplique sin medida. No se
saca de la nada, sino de poco (aunque para aquél joven es mucho). Pero el joven
no se lo ha guardado para sí, y Jesús ha hecho posible que el compartir el pan
sea compartir la vida. La gente vio a Jesús como un profeta (otra referencia al
texto de Eliseo) y considerando que querían hacerlo rey por este gesto
extraordinario se marcho a la soledad. Lo que vendrá después será una reflexión
de la teología de cómo Dios comparte su vida con nosotros, por medio de
Jesucristo. ¿Es posible decir muchas más cosas de este relato o signo
milagroso? No es útil hacer grandes alardes de tipo histórico sobre cómo han
nacido este tipo de relatos de la multiplicación de los panes y qué hecho
concreto y memorable sustenta una narración o una tradición como esta.
4. En este caso de Juan sabemos muy bien que a las
pretensiones del evangelista, como es su costumbre, este “signo/sêmeion” (él no
les llama milagros) le sirve de base y de apoyo para construir el
extraordinario discurso del pan de vida, como el maná que viene del cielo, que
ha de leerse en domingos sucesivos, y que vine a continuación de nuestro
relato. Todas las aportaciones originales o difíciles que se han dado sobre el
particular no nos llevaría ni a solucionar la historicidad de este tipo de
hechos, ni a remediar el hambre en el mundo. Pero sí hay una cosa clara: sea
así o de otra manera lo que sucediera en un hecho memorable de Jesús, entre sus
discípulos y las gentes que le seguían, el hambre no se arregla con milagros ni
con dinero. El camino es, como el texto lo pone de manifiesto: compartir lo que
se tiene en beneficio de todos. ¿Podría ser de otra manera? ¡Desde luego que
no! La Iglesia y la humanidad entera están llamadas a “reproducir” este
milagro, este “signo” del compartir, entre tantos grupos y tantos pueblos que
no pueden comer ni pagar la deuda que los empobrece. Otro tipo de lectura e
interpretación de nuestro relato no tendría sentido hoy. La “apologética” del
poder divino y extraordinario de Jesús o de Dios no daría de comer a tantos que
hambrean lo necesario.