EL EJEMPLO DE ZAQUEO
Después de celebrar la
solemnidad de Todos los santos y de recordar a nuestros difuntos, hoy la
liturgia pone ante nosotros el ejemplo de Zaqueo. El pasaje del Evangelio de
hoy es un perfecto modelo de arrepentimiento, confesión y conversión, que es lo
que tanto necesitamos para llegar a la santidad. Los pasos que sigue Zaqueo en
su encuentro con Cristo son los mismos pasos que hemos de dar también nosotros
en nuestra vida de fe.
1.
Zaqueo quiere ver a Jesús. Nos dice el Evangelio que Zaqueo era jefe de publicanos y rico. A
primera vista, parece que Zaqueo no es el mejor ejemplo de seguidor de Jesús.
Era un hombre mal visto por la sociedad, pecador, ladrón que se había hecho
rico a costa de robar a los de su propio pueblo con el cobro fraudulento de
impuestos. Sin embargo, el Evangelio nos dice que Zaqueo deseaba ver a Jesús.
Quizá Zaqueo deseaba ver a Jesús por la curiosidad que despertaba entre las
multitudes que le escuchaban. Quizá deseaba ver para que nadie le contase. O
quizá tenía verdaderos deseos de encontrarse personalmente con Jesús. Pero
fuera como fuese, Zaqueo deseaba ver a Jesús. Un primer paso en nuestra vida de
fe es tener en nuestro corazón este deseo de ver también nosotros a Jesús. Como
en aquella ocasión, en la que Jesús iba por Jericó, también hoy Jesús pasa por
nuestro lado. Podemos seguir con la cabeza agachada, pensando sólo en nuestras
cosas. O podemos hacer como Zaqueo, desear verle, correr detrás de Él, e
incluso subirnos a algún lugar más alto para poder encontrarnos con Él.
2.
Jesús quiere hospedarse en casa de Zaqueo. Dice el Evangelio que, cuando Jesús pasó por debajo de
aquella higuera en la que estaba subido Zaqueo, Jesús le llamó por su nombre. Y
es que mucho antes de que Zaqueo deseara ver a Jesús, Éste ya se había fijado
en él, ya le conocía. Por eso, la clave no es que nosotros salgamos corriendo
en busca de Dios, sino que Él ya nos conoce mucho antes, ya sabe cómo somos, y
desea encontrarse con nosotros. Dios entró en la casa de aquel hombre, se hizo
su huésped. También Dios quiere entrar en nuestra casa, en nuestra vida. Dios
quiere ser nuestro huésped, compartir mesa y mantel con nosotros, charlar
tranquilamente cara a cara, tener un rato de encuentro con nosotros.
3. El
Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Si Zaqueo era un pecador, un
corrupto, un ladrón, ¿cómo iba Dios a entrar en su casa? Por eso la gente
comenzó a murmurar. Sin embargo, Zaqueo se puso en pie, confesó públicamente su
pecado, mostró un verdadero arrepentimiento y se comprometió a ayudar a los
pobres y a devolver aquello que había robado. Sin duda, aquel encuentro con Jesús
había cambiado la vida de Zaqueo. No importa lo que hayas hecho hasta ahora, es
lo que le responde Jesús, lo que importa es que te has dado cuenta de tu error,
te has arrepentido y has decidido cambiar de vida. Si dejamos que Dios entre de
verdad en nuestra vida, este encuentro con Él puede llegar a cambiar nuestra
vida. Para esto ha venido Cristo y por esto está deseando hospedarse en
nosotros.